Introducción a la ética. Edmund Husserl
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Reflexionemos, en primer lugar, sobre aquello que está incluido en el concepto de disciplina técnica, por ejemplo, de la tecnología química o de la estrategia o de la arquitectura; reflexionemos sobre en qué medida este concepto debe, realmente, ser entendido como concepto contrario al de ciencia en tanto unidad de la teoría, como fue, de hecho, entendido por Brentano. El constructor tiene como fin conductor la construcción y, en cuanto hombre práctico, subordina a este fin los medios más apropiados, realizando o haciendo uso también de varios conocimientos teóricos, sin tener, en lo más mínimo, una actitud teórica o estar teóricamente interesado. Su fin no es la persecución de conexiones teóricas infinitas, a las que conducen, según su contenido de sentido, algunas de las verdades a las que se consultó con provecho. Así como el constructor <es un hombre práctico>, también lo es quien enseña la arquitectura. En tanto tal, este último también es un práctico y no un científico. Este, sin embargo, tiene un fin diferente con respecto al constructor, a quien le enseña. Su objetivo no es llevar a cabo construcciones, sino dar consejos, prescripciones, reglas prácticas racionales y científicamente fundadas, que puedan ser de ayuda a todos los constructores. Nuevamente, su fin determina la elección y la disposición de los recursos, eventualmente también teóricos, a los que hay que recurrir. Escogerá y presentará de modo diverso, según tenga en vista al constructor promedio o al arquitecto artístico, según escriba para un constructor alemán o, por ejemplo, americano.
Por lo que se refiere al aspecto científico, pudiera ser que haga de él un uso mayor o menor; pudiera ser que, ocasionalmente, se tope incluso con un nuevo problema teórico y deba resolverlo por sí mismo. Pero no por eso su disciplina técnica constituye una ciencia ni él mismo es un científico, pues no obra al servicio del conocimiento teórico, su actitud no es la actitud teórica que tiene su fin en la infinidad teóricamente organizada de verdades del ámbito en cuestión al que se refiere su problema. No todas las verdades traídas a colación se alinean en un nexo teórico, sino en el nexo de su praxis [21] y del fin que la organiza. Examinadas de modo más preciso, todas estas proposiciones teóricas, en relación con su disciplina técnica, no son, en absoluto, proposiciones puramente teóricas. Más bien, han adquirido, por así decir, un nuevo sello, a saber, el de una función práctica. Lo que ofrece la disciplina técnica, en verdad, son siempre y por doquier consejos, indicaciones prácticas, prescripciones para un hacer; y todas sus proposiciones tienen este carácter. En cuanto disciplina técnica, no conoce proposiciones de otro tipo. Incluso las proposiciones teóricas incluidas en ella como bases y componentes de prescripciones están ellas mismas afectadas por el carácter de prescripciones, de instrucciones prácticas. Así como las órdenes o los desiderata [Wunschsätze] no son proposiciones teóricas (juicios), tampoco lo son los consejos o las prescripciones.
Vemos, entonces, que una disciplina técnica, en tanto sistema de reglas que tiene la disposición práctica de favorecer a un hombre práctico en una cierta dirección finalista, es, de hecho, algo completamente diferente de una ciencia. Esta, considerada con precisión, no es en general un sistema de verdades enlazadas en un todo de la verdad ni es, por parte del sujeto, un sistema de conocimientos enlazados en una unidad del conocimiento. Una disciplina técnica es, más bien, un sistema de proposiciones prácticas enlazadas en una unidad como la que, precisamente, tienen tales proposiciones; y esta es, a su vez, la unidad de algo práctico (solo de una proposición muy articulada). Las múltiples indicaciones configuran una indicación con relación a un fin y, por parte del sujeto, impera la unidad de una voluntad racional orientada a promover la praxis. Si queremos hablar, también en una disciplina técnica, de «verdades», entonces verdad tiene aquí un sentido paralelo pero diferente al que tiene en la esfera lógico-teórica. Un consejo racional o «verdadero» es algo diferente de un juicio verdadero.
No obstante, si ahora se caracteriza a las disciplinas técnicas como disciplinas científicas, si, en efecto, se trata bajo este título también de disciplinas efectivamente científicas, esto tiene, entonces, su motivo profundo en una situación a priori que, por no haber sido aclarada, produjo confusión. A saber, toda proposición teórica puede a priori ser transformada en una proposición práctica, puede asumir una función práctica para la promoción de un fin cualquiera; deviene, en consecuencia, en reservorio de prescripciones. Pero también a la inversa, [22] y aquí esto es lo importante para nosotros, toda proposición práctica puede ser transformada en una proposición teórica.
A saber: quien tiene una actitud práctica, por consiguiente, quien está dirigido como quien aspira, quien quiere, a un fin extrateórico, también puede adoptar una actitud teórica de modo que convierta en tema teórico la praxis como tal y todo lo que le pertenece, por ejemplo, el valor del fin, las relaciones entre fines y medios, la verdad práctica de las prescripciones y su fundamentación, y similares; y, del mismo modo, naturalmente, también el actuar que pone fines en cuanto conciencia y su mismo ejercicio racional. Un estratega que proyecta una estrategia, una disciplina técnica de la guerra, escribe en tanto hombre práctico para la práctica. Como soldado, está interesado en la guerra prácticamente. Pero si ahora un Stegemann9, que no es un soldado y quizás es pacifista, cautivado por un interés puro en los problemas estratégicos, se aventura en las exposiciones de la estrategia, entonces cae en un tipo de «disciplina técnica» completamente diferente; se trata de una ciencia teórica que, con un interés puramente teórico, explora un ámbito de una posible praxis. Naturalmente, también puede suceder que el militar, en cuanto maestro de la disciplina técnica de la estrategia, sea atrapado parcialmente por un interés teórico, que no piense más en consejos prácticos, sino que persiga la unidad teórica propia de las verdades referidas a la temática práctica; y así para todas las disciplinas técnicas. Las tecnologías, originalmente entendidas como disciplinas técnico-prácticas, devienen en disciplinas científicas y solo entonces es, efectivamente, adecuada la denominación de tecnología. Así, por ejemplo, la jurisprudencia práctica deviene en ciencia del derecho y la teología práctica deviene en ciencia teológica. Sin duda, ahí donde el interés práctico es aquello que mueve en general a los seres humanos, un desarrollo libre y puro de la ciencia es inhibido merced a la recaída del interés teórico en el práctico. Entonces, no se persigue ilimitadamente la infinidad de las verdades teóricas más allá de la esfera de aquello que es actualmente utilizable en la praxis; una tendencia restrictiva [23] surgirá del pensamiento: «Pero esto no tiene ninguna relevancia práctica». Aquí, de hecho, teoría y praxis, ciencia y disciplina técnica no solo son tendencias contrapuestas, sino enemigas. Si se quiere también ulteriormente poner de manifiesto que la libre ciencia de la praxis, tratada como un fin autónomo, rinde efectivamente al máximo, el hombre práctico que subyace a la fascinación de su fin determinado y limitado no podrá permanecer por más tiempo en una actitud teórica.
En todo caso, se ha aclarado la posibilidad y el especial derecho de las disciplinas técnicas en un sentido nuevo, el de disciplinas verdadera y puramente científicas, frente a las disciplinas técnicas como sistemas de prescripciones prácticas. Como otras ciencias, también estas son dominios de un interés cognoscitivo puro que, en una libertad ilimitada, se dedica a las verdades teóricas de su ámbito específico. Su ámbito teórico, entonces, son verdades sobre los ordenamientos de fines y de medios, sobre la adecuación y legitimidad que les corresponden, correlativamente, sobre los actos correspondientes del sujeto y su racionalidad o irracionalidad, inteligibilidad o ininteligibilidad, etcétera.
No debemos dejarnos confundir por el hecho de que una disciplina técnica, también una tecnología como ciencia, conecte verdades pertenecientes a diferentes ámbitos teóricos, y extraer de ahí la conclusión, tal como ha ocurrido, de que una tecnología no tiene una unidad teórica en sí, pues, en general, la idea de ciencia no excluye que las verdades que le pertenecen tengan, en parte y al mismo tiempo, su lugar natural en otras ciencias. Donde los objetos de una ciencia son unidades de componentes esencialmente heterogéneos —como, por ejemplo, el ser humano en cuanto ser psicofísico es una unidad real de la corporeidad