Migrantes. Roger Norum

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se vayan haciendo más tangibles y severos[21].

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       [Véase nota 22]

      Espacios y direcciones de la migración

      La migración se produce a distintas escalas: local, regional, nacional, intercontinental. Se mueve en muchas direcciones: de país en desarrollo a país desarrollado, de pobre a rico; de oeste a este, o en sentido inverso. Involucra a muchos tipos diferentes de personas: migrantes laborales, refugiados de guerra, migrantes de grupos étnicos o religiosos, expatriados laborales, de estudios, jubilados, profesionales en voluntariados humanitarios, exilados políticos, etc.

      El período de migración asociado a la industrialización mundial —desde mediados del siglo XIX a las primeras décadas del XX— que se muestra en el mapa de la Figura 1, es un buen ejemplo de una etapa de masivas migraciones internacionales, cuyos grandes flujos se movieron básicamente entre Europa y las Américas. A pesar de que ningún mapa puede ser tan detallado como para cubrir exhaustivamente un territorio y sus procesos, esta imagen pone de manifiesto que incluso cuando hay grandes movimientos intercontinentales de personas en una dirección, estos han sido precedidos o seguidos por múltiples desplazamientos de personas dentro de regiones o países específicos. Estas grandes oleadas están compuestas por muchos pequeños movimientos de circulación y ajuste del emplazamiento de las personas.

      Este período de migraciones internacionales sigue teniendo un peso histórico muy importante por su carácter masivo, por su impacto en el desarrollo y en la composición social y cultural de muchas naciones, por el hecho de haber servido para mejorar las condiciones de vida a ambos lados del Atlántico y por su presencia en la memoria global: el recuerdo de sus protagonistas es muy vivo, y los hijos y nietos de estos tienen una clara conciencia de sus orígenes migratorios. Veremos más adelante que, sin embargo, las migraciones contemporáneas no se pueden cartografiar con la misma claridad, y no solo porque las cifras y las estadísticas sean difíciles de precisar.

      NUEVAS FORMAS DEL TRABAJO, MOVILIDAD Y «MIGRACIÓN VIRTUAL»

      Hoy existen numerosas formas nunca antes vistas de trabajo a distancia o sin una base fija. Y estas se apoyan en otras tantas innovaciones tecnológicas: desde dispositivos electrónicos hasta apps y otras formas de tecnología personalizada que permiten la comunicación con cualquier lugar. Cada día llegan al mercado nuevas formas de conseguir empleo, como las nuevas plataformas online diseñadas para que entren en contacto empresas y talento, que ayudan a los trabajadores freelance a insertarse en sus áreas de trabajo. Otro cambio contemporáneo es la proliferación de los espacios de trabajo compartido en los grandes centros urbanos, que ofrece a los freelancers apoyo, recursos y el sentido de pertenencia a una comunidad que surge al trabajar alrededor de otras personas. Estas estructuras influyen en la validación de nuevos estilos de vida como alternativas genuinas, y propagan una sensación de libertad y movilidad, reduciendo los obstáculos para trabajar y conseguir trabajo cuando se está lejos de casa. Otras tecnologías que privilegian la movilidad (TransferWise, TaskRabbit, Uber, Airbnb, Tinder...) hacen que estar en movimiento sea atractivo para un horizonte cada vez más vasto de personas.

      También es posible suponer que, por el contrario, este tipo de tecnologías y cambios en la organización del trabajo harán cada vez menos necesaria la migración, en la medida en que reducen la importancia del sitio fijo para trabajar. Un programador de computación que reside en Bolivia y uno que vive en Corea del Sur podrían estar trabajando en el mismo proyecto desde sus propias casas, intercambiando información, produciendo resultados en conjunto y teniendo conversaciones a diario. Pero, al reducir la necesidad de estar atado a una locación específica para poder continuar ganándose la vida, este tipo de tecnologías facilitan la migración. En el tejido complejo y plural del presente global, estas nuevas formas de trabajo se cuentan entre otros muchos cambios sociales que están incrementando los ritmos y las formas de movilidad para mucha gente. Permiten que el trabajo emigre, pero que la gente se quede en su sitio, y esto se conoce como «migración virtual»: un proceso a través del cual, utilizando espacios virtuales transnacionales, el trabajo y grandes cantidades de códigos y de datos atraviesan las fronteras nacionales, pero los trabajadores no. Esto puede incluir, por ejemplo, empleados de centros de llamadas en la India, que programan aplicaciones de software, persiguen a deudores de tarjetas de créditos o venden píldoras de adelgazamiento por teléfono para compañías y para personas establecidas en otros países del mundo. Mientras que sus destrezas y su trabajo migran afuera, estos trabajadores siguen manteniéndose como ciudadanos indios, viviendo y trabajando en la India.[23]

      Es importante reconocer que no toda la migración es de naturaleza internacional. De hecho, la mayoría de las migraciones ocurren como movimientos entre regiones dentro de cada país. Este fenómeno, llamado migración interna, es mucho más difícil de medir que la migración internacional. Pocos países contabilizan el número de migrantes internos, aunque estos tienen un impacto significativo en diferentes niveles, y las razones que les llevan a moverse son muy diversas, como es el caso de los migrantes internacionales. Por ejemplo, solo en China hay casi 200 millones de migrantes internos, un número que llegará a los 300 millones en 2027; es una cifra muy alta en comparación con los más de 230 millones migrantes internacionales en el mundo. Aunque los movimientos de migración interna son más difíciles de rastrear, es fundamental tenerlos en cuenta, dado que los movimientos domésticos con frecuencia precipitan las trayectorias de las migraciones internacionales. Una proporción importante de las personas que se mueven de las áreas rurales a las urbanas acaban saliendo del país. De hecho, las remesas domésticas internas pueden tener gran importancia económica: sirven con frecuencia para equilibrar las brechas entre el ingreso urbano y rural, ayudando a reducir las disparidades de riqueza regional y la pobreza en las áreas rurales.

      Todos estos tipos de movimiento están, por supuesto, afectados por las contracciones y expansiones de la economía, que ponen en marcha combinaciones o sucesiones de migración interna, externa y de retorno, de emigrantes o sus hijos, y de nuevos migrantes en sentido contrario a los de oleadas anteriores. Por ejemplo, entre el año 2000 y el 2007, la migración doméstica en España casi se duplicó, desde algo más de 300.000 personas a cerca de 600.000[24]. Muestra de esto es que cerca del 30 % de la población del País Vasco ha nacido fuera de la región[25]. Si bien históricamente la migración interna ha sido fundamental para la demografía de varias regiones españolas, durante el siglo XX la mayoría de esta inmigración provino de otras partes de España. En años recientes esto se ha revertido, y grandes contingentes de esta población han regresado a sus lugares de nacimiento. Pero así como en la década de los 70 y 80 los migrantes al País Vasco procedían de Extremadura, hoy la mayoría de la inmigración a esta región viene del exterior, principalmente de América Latina, región que recibió miles de emigrados vascos durante más de trescientos años, y hasta bien entrado el siglo XX.

      Este movimiento de migración interna se ha convertido en una forma efectiva de aliviar el desempleo en ciertas áreas y llenar vacíos en el mercado laboral en otras. Adicionalmente, los migrantes internos —particularmente, los migrantes laborales— suelen enviar remesas considerables a casa.

      Otro importante grupo que debe ser tenido en cuenta aquí es el denominado PDI, o Personas Desplazadas Internamente. Estos son refugiados domésticos que han sido desarraigados por conflictos armados, o por factores ambientales como sequías, terremotos y tsunamis, y forzados a moverse a otro lugar dentro de su propio país. Debido a las guerras y a los desastres naturales, el número de PDI está aumentando, y muchas organizaciones humanitarias se están movilizando para asistirlos cuando surgen las crisis. Un ejemplo crítico de esto son los desplazados internos en Colombia, país en el cual más de cien años de conflicto armado interno, incluyendo varias guerras civiles desde el siglo XIX y el posterior enfrentamiento en el siglo XX entre el Estado y grupos irregulares

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