La cábala. Mario Saban

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La cábala - Mario Saban Psicología

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que para alcanzar la Jojmá (la Sabiduría) debemos trabajar profundamente el Daat (el Conocimiento) con el fin de obtener de este modo una mayor flexibilidad mental. La flexibilidad mental es fundamental para percibir la realidad de forma simultánea desde las diferentes dimensiones. Cualquiera que sostenga un punto fijo (y, por lo tanto, dogmatice una dimensión) está creando un sistema cerrado válido, cuya validez se encuentra fundamentada en su propio cierre. La validez del Árbol de la Vida es un símbolo potente de comprensión porque se encuentra abierto en dirección al Ein Sof y no sitúa la comprensión en un punto fijo, ya que cada nivel dimensional automáticamente opera sobre otra estructura de comprensión diferente. En realidad, para operar dentro del símbolo del Árbol de la Vida debemos recorrer todos los senderos y todas las dimensiones, y debemos ir percibiendo toda la realidad a medida que avanza el recorrido, por lo que siempre nuestro punto de vista debe ser «móvil». Al situar nuestro punto dentro del movimiento general del Daat (el Conocimiento) y operar en todos los senderos y en todas las dimensiones del Árbol de la Vida, el conocimiento no se vuelve estático y, por lo tanto, no existe un dogmatismo en ningún momento. Si alguna persona se vuelve dogmática en el estudio del Árbol de la Vida implica que ha fijado un punto estático dentro de algunas de las diferentes dimensiones. Cada vez que un sistema se vuelve cerrado, sabemos que no trabajamos bien el Árbol de la Vida; y en cada punto estático donde descansamos, debemos ser conscientes de que se puede convertir en el punto del inicio de algún tipo de idolatría. Hay dos formas de derrumbar la idolatría, que siempre se nos presenta como una amenaza al avance del conocimiento (Daat): la primera es la meditación en el Ein Sof, porque su infinitud nos abre ante un sistema abierto de forma permanente, y la segunda es el movimiento constante dentro de la secuencia del tiempo-espacio. No podemos fijar un punto dentro de la secuencia del tiempo-espacio porque es imposible; cualquier intento mental de definir esta realidad inferior de acuerdo con un punto estático puede provocar la ilusión de control de la realidad. La característica básica de esta realidad inferior del mundo de la fragmentación (mundo de la Bet) es que nos encontramos dentro de la secuencia del tiempo-espacio, y hasta que alcancemos la Eternidad real del Universo de Atzilut (la Emanación) todos los intentos de situar puntos fijos dentro de esta realidad serán aniquilados por el movimiento. Para comprender esta realidad, tal como hoy la percibimos, debemos desplazar nuestra percepción en el constante cambio que se opera dentro de la secuencia del tiempo y el espacio.

      8. Tipos de Daat (el Conocimiento)

      «Siempre se puede ascender en el Conocimiento porque a cada nivel que llegamos somos imperfectos frente a Dios».

      RABÍ ISAAC LEVÍ DE BERDICHEV

      El Conocimiento superior (Daat Elyon) se caracteriza por la unificación constante de todas las fragmentaciones, hasta llegar a la unificación del tiempo y el espacio dentro de la Eternidad que es la clave del Sod del Tetragrama.

      El Conocimiento inferior (Daat Tajton) se caracteriza por la comprensión de los diferentes niveles energéticos (Sefirot) en el orden del movimiento espacio-tiempo. El Conocimiento superior se encuentra en la conexión máxima que podemos percibir dentro de la secuencia espacio-tiempo y su relación con la Eternidad; en términos de la cábala, dentro de la oscilación entre el Universo de Briá (la Creación) y el Universo de Atzilut (la Emanación). El Conocimiento inferior se encuentra en la comprensión diferencial entre los tipos de energías que operan en los dos universos inferiores de Yetzirá (la Formación) y Asiá (Acción). Todo el Conocimiento inferior algún día se debe unir al Conocimiento superior, porque ambos pertenecen en su origen a la misma raíz.

      9. La relación entre la cosmogonía y la psicología en el judaísmo

      «El Tikun Olam comienza con la Teshuvá de un solo hombre».

      EL BAAL SHEM TOV

      La principal estructura simbólica que debemos estudiar, antes de ingresar a los problemas hermenéuticos que supone un análisis del Yo, debe ser indudablemente el Árbol de la Vida. ¿A qué denominamos como el Árbol de la Vida? Aunque literalmente el término aparece en el contexto del primer libro de la Torá en Bereshit (Génesis) donde se le prohíbe al ser humano comer de dicho árbol, en realidad el símbolo que actualmente utilizamos como Árbol de la Vida tuvo su origen en las especulaciones cosmogónicas de los antiguos místicos del judaísmo. Sin embargo, a partir de la Edad Media, y por la excepcional influencia del cabalista judío Abraham Abulafia, que centró su atención en las condiciones espirituales subjetivas para ascender a grados mayores de consciencia, se produjo la psicoanalización de este símbolo. Si el pensamiento abulafiano quedó mudo durante tres siglos, fue luego, en Safed, donde cabalistas de la talla de Moshe Cordovero lograron sistematizar el pensamiento de Abulafia e interpretarlo de modo que se pudiera comprender como un todo integral. El jasidismo, posteriormente, en la Europa oriental extrajo todas las consecuencias de una cábala aplicada a la interioridad del ser humano. Tanto en el siglo XIII con Abulafia como en el siglo XVI con Cordovero, el sistema psicológico de la cábala quedó reducido a un grupo de la elite intelectual del judaísmo. Es el movimiento jasidico el que, a partir del siglo xviii, desarrolla un tipo de cábala completamente psicológica (que mantiene sus rasgos cosmogónicos indudablemente), pero que reduce a lo meramente especulativo el campo de la cosmogonía general.

      Lamentablemente, en la actualidad nos encontramos con un verdadero problema, ya que el Árbol de la Vida ha sido utilizado tanto en términos cosmogónicos como en términos psicológicos, y en general dentro de la bibliografía existente se mezclan ambos análisis. Esto genera un verdadero problema a la hora de comprender realmente el funcionamiento del Árbol de la Vida, ya que si no se comprenden las diferencias entre los universos (ya que cada universo posee un tipo de energía diferente), lo que se provoca es que exista mucha confusión conceptual cuando debemos analizar un tema en especial, o cuando hacemos referencia a una dimensión en particular. Si algún libro de cábala hace referencia a una dimensión debería explicar en qué universo está operando la dimensión, que está siendo estudiada, de lo contrario podemos encontrar explicaciones que pertenecen al universo yetzirático mezcladas con explicaciones que pertenecen al universo briático.

      En este trabajo que presentamos, todas las definiciones conceptuales de las diferentes dimensiones (Sefirot) serán explicadas a partir de su actuación yetzirática (es decir, en el orden subjetivo-psicológico). Lo que sucede es que, al final del trabajo, cuando las diversas dimensiones subjetivas se logren comprender y se alcance cierto equilibrio,41 automáticamente tendremos que estudiar la relación de nuestra psique con el orden cosmogónico, porque es cuando el sujeto descubre dicha relación que opera la energía psíquica de lo que podríamos denominar «trascendencia». Y si no comprendemos la energía psíquica de la trascendencia (no como un miedo infantil de protección paterna, sino como una energía real de la más alta categoría), no podremos realmente comprender cómo se alcanza el sentido de nuestra existencia en términos reales.

      Ahora bien, tenemos que explicar la relación íntima entre cosmogonía y psicología ya que es imposible profundizar sobre los temas psicológicos del misticismo judío si no partimos de la idea central, por la cual debemos saber que el trabajo antiguo y medieval del judaísmo fue fundamentalmente cosmogónico. Toda la cábala cosmogónica se centró en los aspectos teosóficos de la realidad; en cambio, cuando apareció el Árbol de la Vida en la Escuela de Girona, ya podemos decir que los aspectos cosmogónicos se mezclaron con los aspectos psicológicos. En realidad, el camino natural de lo «cosmogónico» fue el de introducirse en la naturaleza de la psique, y si la psique era una copia fiel del «Cosmos», toda la cosmogonía conducía inevitablemente a cierto tipo de psicología.

      La relación cosmogónica y psicológica a veces aparece como confusa en muchos textos, y lamentablemente la gran mayoría podemos caer en la confusión de no saber cuál es el análisis simbólico que estamos realizando del Árbol de la Vida, ya que es posible que este análisis pertenezca a lo “cosmogónico” y otras veces estemos realizando un análisis psicológico. Es más, lo lógico

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