La cábala. Mario Saban

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La cábala - Mario Saban Psicología

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porque mientras me mantenga percibiendo el orden espacio-temporal siempre estaré en posición inmanente; en cambio, cuando percibo la realidad desde la «Eternidad», entonces es cuando percibo la trascendencia. Keter no significa simplemente que he vencido psicológicamente la muerte física, sino que en realidad no existe muerte física porque todo es energía. Y que si la conciencia general más allá de mi subjetividad continúa existiendo, entonces la misma «conciencia es trascendencia». Solamente la existencia material (física) es inmanente; en cambio, las energías reales que operan en los universos superiores y que se encuentran ocultas detrás de los universos inferiores son todas «trascendentes», porque son conscientes de su estado de «Eternidad». No hemos llegado a Keter, porque la sensación de haber llegado es propia de la conciencia finita; en cambio, el Infinito nunca llega a ninguna parte porque allí no existe ni el espacio ni el tiempo. Porque el Yo no tiene que ir hacia ninguna parte para ser Yo, el Yo es Yo en cada sitio que el Yo ocupa, porque si el Yo se subordina al lugar que ocupa, deja de ser un sujeto para convertirse en un objeto determinado siempre por su situación espacio-temporal. El Yo debe pasar de su conciencia histórica a una conciencia atemporal de eternidad.

      Si te preguntas, ¿has llegado a Keter?, y respondes que no has llegado, entonces misteriosamente se produce la última paradoja existencial, y entonces has llegado. Pero si respondes que has llegado, en realidad paradójicamente no has llegado a ningún lado. Por lo tanto, si crees haber llegado en el orden espacio-temporal, no has llegado en el orden de la trascendencia y sientes que nunca llegaras al Ein Sof, entonces misteriosamente te encuentras en Keter, porque la sensación de «nunca-llegar» te extrae de tu interioridad todas las potencialidades.

      En Keter no hay avance ni hay retroceso, todo es avance, pero un avance hacia el Ein Sof, un avance que nunca termina, porque el sentido de la existencia del ser humano se encuentra en llevar el Daat (el Conocimiento) a su máximo nivel (a Keter); por ese motivo, algunos cabalistas denominan a Daat como el Keter caído. Si has llegado a la sensación de ser feliz a pesar de no llegar nunca, entonces te encuentras en Keter; pero si has llegado a la sensación de ser infeliz por no llegar nunca, es que opera tu mente en el orden espacio-temporal y no en el orden de la eternidad.

      Toda la infelicidad se deriva de los aspectos finitos de la conciencia que se desarrollan dentro del orden espacio-temporal; en cambio, la felicidad real se deriva del aspecto infinito del ascenso constante de la consciencia.47 Aunque algunos puedan pensar que la intensidad existencial es equivalente a la escasez de tiempo material en esta realidad, el misticismo judío entiende que el sentido de la existencia es intrínseco a la misma existencia y no tiene relación directa con la limitación espacio-temporal.

      En definitiva, en un orden hipotético de eternidad física, el ser humano podrá encontrar un sentido esencial independiente de los niveles de escasez temporal. En la «eternidad material» de la existencia, el sentido de la vida se independizará de la escasez.

      2. Jojmá (la Sabiduría)

      La sabiduría es el nivel de conciencia más alto que podemos alcanzar, dado que ya hemos visto nuestra imposibilidad de llegar a Keter. Sin embargo, podemos decir que es posible acceder a la Jojmá y superarla. Hay un antiguo refrán de los grandes cabalistas que dice que quien llega a una dimensión llega a todas. Esto encierra un gran asunto. No se accede a la Jojmá como una escalera desde las más bajas dimensiones, sino que se puede acceder de forma directa. Por ejemplo, existen (y han existido personas sabias a lo largo de la historia) que no han pasado por la Biná (el Entendimiento). Vamos a intentar explicar la naturaleza de la sabiduría. La sabiduría puede captar el conocimiento sin pasar por la conceptualización rígida de nuestras estructuras mentales. En la Jojmá psicológica existe todo el campo de las simbolizaciones, es un área metafísica, pero que contacta con las estructuras simbólicas generales. Algunos cabalistas la asocian con el inconsciente colectivo junguiano, aunque entiendo que la Jojmá psicológica es un campo más extenso que dicho concepto. Dentro de la tradición judía aunque existe la palabra «Sabio» (Jajam) se utilizan dos palabras «Talmid jajam» (Aprendiz de Sabio). El verdadero sabio en el misticismo judío es quien nunca se considera a sí mismo como sabio. Si la Sabiduría absoluta se encuentra en el Ein Sof, ¿cómo un ser humano limitado puede pretender ser «Sabio»? La categoría del «Sabio» puede constituir un tipo de idolatría encubierta. Nadie es «Sabio», porque dentro de la finitud todos somos aprendices de Sabio. (Ni al Ein Sof lo podemos denominar como «Sabio» porque en realidad lo limitamos conceptualmente). ¿Quién alcanza la Sabiduría? Jojmá, para algunos cabalistas, designa el «Koaj Ma» (la fuerza de la pregunta). Es aprendiz de Sabio el que constantemente se interroga. Quien se interroga sobre su condición subjetiva no puede ser cerrado, no puede ser dogmático; justamente el Aprendiz de Sabio jamás puede ser dogmático. El dogmático no puede ingresar en la Jojmá, simplemente porque no ha resuelto el aspecto negativo de la Biná (Klipá de la Biná). El dogmático ha construido una zona de seguridad idolátrica. En cambio, el aprendiz de Sabio ha renunciado a toda soberbia subjetiva y a toda subjetividad para admitir sus propios límites. (¿Cómo es posible que un pequeño fragmento del Ein Sof pueda ser soberbio?, probablemente como compensación a su desesperación finita estructural derivada de su no-aceptación de tal estado).

      La Jojmá es la dimensión donde «unificamos» constantemente la realidad y nuestra conciencia. En la «Sabiduría» podemos percibir las dos caras y los millones de caras de toda la realidad. Todo el trabajo existencial es destruir las contradicciones, pero no destruirlas a partir del enfrentamiento, sino a partir de la fusión esencial. En «Jojmá», el mal ha sido derrotado en la percepción porque sabemos que el «Bien y el mal», como decían los antiguos mekubalim, tienen un origen común. Si todo el «Mal» que recibimos lo podemos transformar en Bien y si podemos captar el Mal oculto detrás de todo Bien, entonces hemos ingresado en la Jojmá. No existe ni Bien ni Mal, sino una raíz común. «El Mal es el bien situado de forma incorrecta», decía Yosef de Gikatilla (alumno de Abraham Abulafia).

      El arquetipo que se corresponde a la Jojmá es el del Padre (Adam). El Padre que tiene la energía de fecundar, pero que si no encuentra el sitio adecuado (la Madre-Biná), entonces puede perder energías que no se materializan. El problema del aprendiz de Sabio en Jojmá es que puede perder la organización conceptual, y llegar así a la locura sino es consciente de su ser finito, y debe siempre regresar a su finitud estructural. Quien no se autolimita en la expansión de la Sabiduría se puede autodestruir. La autodestrucción en la Jojmá se puede producir (como los dos hijos de Aarón) por la excesiva Luz divina. ¿Es necesario captar toda la Luz divina? Es un residuo de orgullo imaginar que podemos captar más energía de la que estamos capacitados. ¿Por qué motivo el aprendiz de Sabio se puede volver «Loco»? Porque el «Loco» pretende captar la realidad superior anticipadamente sin entrenamiento. Por lo tanto, el aprendiz de Sabio conoce sus límites y, a partir de este conocimiento de su finitud, trabaja para seguir adelante. El aprendiz de Sabio (el Talmid jajam) conoce la naturaleza de la luz divina, y así como es posible ser destruido por la «Oscuridad», así también la luz infinita puede destruirnos. Ahora bien, no es responsabilidad de la Luz infinita nuestra destrucción, sino la incapacidad de reconocer nuestros propios límites.

      Cuando el «aprendiz de Sabio» reconoce sus limitaciones, automáticamente está reconociendo el carácter absoluto del Ein Sof, o, dicho en términos inversos, cuando reconocemos la supremacía del Ein Sof, entonces se adquiere la categoría de aprendiz de Sabio; y nuevamente se produce la paradoja de esta dimensión: cuando un aprendiz de Sabio se cree Sabio no es ni aprendiz de Sabio, y cuando un aprendiz de Sabio no se cree ni aprendiz de Sabio, entonces logra llegar a la Sabiduría. Por lo que cada vez que un sujeto cree que ha llegado a experimentar dicha dimensión, entonces no ha experimentado nada. Por ese motivo, el verdadero aprendiz de Sabio trabaja más para ocultar que para revelar. Ya que cada vez que revela avanza hacia una luz de la que debe ser consciente de que la podrá soportar. Y es justamente por el nivel de lo que oculta por lo que se le revela.

      Quiera Dios que todos los que avanzan en el conocimiento no se pierdan en el camino hacia el Ein Sof. Para no perdernos

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