La cábala. Mario Saban

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La cábala - Mario Saban Psicología

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las bajas, son igual de importantes para comprender la realidad general y la realidad de la estructuración del Yo en particular. Reitero que si cometemos el error de subordinar una dimensión a otra por el grado de importancia, no comprendemos que la sustancia divina de todas ellas es la misma. Nosotros captamos las dimensiones como diez dentro del mundo de la fragmentación, pero estas diez si las percibimos dentro del mundo de la unidad constituyen una sola energía raigal.

      Entonces, el Árbol de la Vida original es el que corresponde al orden cosmogónico y es donde podemos situar los cinco universos (Adam Kadmón/Keter cosmogónico, Atzilut/Jojmá cosmogónica, Briá/Biná cosmogónica, Yetzirá/las seis dimensiones inferiores cosmogónicas menos la dimensión de la Maljut y, finalmente, el universo más denso de la materia Asiá/Maljut cosmogónica). El mundo superior se encuentra en los primeros tres universos, en la Briá (la Creación), donde nace el espacio y el tiempo, en el de Atzilut (la Emanación), donde nacen las Sefirot como las raíces arquetipales y energéticas de toda la realidad diferenciada, y en el Adam Kadmón (El hombre primordial), que representa el punto central que apareció dentro del Ein Sof donde se encuentra toda la información eterna. El mundo inferior se sitúa en los dos universos inferiores: Yetzirá (la Formación) y el universo de Asiá (Acción). Nuestro Árbol de la Vida psicológico se encuentra dentro del Universo de la Formación o Yetzirá, por lo cual, cuando hacemos referencia a nuestra Biná psicológica, siempre nos encontramos dentro del Universo de Yetzirá y, por lo tanto, dentro del mundo inferior cosmogónico. Una de las diferencias fundamentales es que a nosotros, al existir dentro del mundo inferior, nos es más difícil comprender el mundo superior dado que allí las energías tienen un nivel de energía tan elevado que nuestra mente no logra registrar estas magnitudes.

      Debemos acostumbrar a nuestra «psique» a operar cada vez más alto en la comprensión de los grados energéticos más elevados; estas estrategias conforman dentro de la cábala los sistemas de unificación constantes. Al reducir toda la realidad a las diez grandes dimensiones básicas que operan dentro de todo el universo manifestado, los grandes místicos del judaísmo comprendieron la realidad en una forma más amplia, y, por lo tanto, al integrar dicha realidad cosmogónica dentro de la psique, hizo que inevitablemente nuestra psique se pudiese adaptar a una realidad de orden superior. Cuando la psique alcanza a comprender la realidad de orden superior, en cierto sentido se encuentra dentro de dicho nivel en términos de abstracción. Al alcanzar la mente niveles más elevados de comprensión fuera de su propias proyecciones interiores, se ajusta dentro de la realidad existencial, de modo que alcanza una comprensión de sí misma completamente diferente si realiza un reduccionismo a la estructura propia de la psique.

      La relación 1/10 es la que marca la representación inicial con la cual trabaja la cábala para comprender cómo funcionan los dos mundos. La letra que representa al 1 es la Alef y al 10 es la Iod.

      La letra Iod representa la parte superior de la letra Alef, como letra (la Iod) constituye una sola unidad y representa una sola energía unificada. Por ese motivo podemos decir que en el nivel del Adam Kadmón (del plan general de la creación) todo era una unidad de luz fundida (el Or Ein Sof). Nosotros, cuyas estructuras espirituales (las almas) nacemos dentro del Universo de Briá, no podemos captar la realidad en su unidad y, por ese motivo, nosotros captamos la energía de la Iod de forma múltiple, y por esta razón visualizamos las diez Sefirot (Dimensiones). Es más, Abraham Abulafia dice que existe lo que se conoce como el misterio del número 111, porque nosotros en el Keter Cosmogónico del Adam Kadmón operamos con el 1 de la Alef, en la Jojmá cosmogónica de la Iod operamos con el 10 (Atzilut) y en la Biná cosmogónica con la Kuf donde operamos con el 100 (Briá). Nosotros, que somos fragmentos del Ein Sof (y como almas, Neshamot), operamos visualizando la realidad en el orden fragmentario del 100, lo cual obedece a que no solo ya visualizamos las Sefirot, sino las sub-Sefirot, es decir, las 10 subdimensiones que se encuentran dentro de cada una de las 10 Sefirot. El Misterio del 111 de Abraham Abulafia hace referencia a la capacidad de la mente de unificar desde 100 a 10 y desde 10 al 1, donde el 1 se mantiene en todos los niveles a pesar de la fragmentación. Imaginemos que si ya comprendemos la realidad fragmentada, a partir del nacimiento de nuestra alma en el nivel de 100, lo que sucede dentro del Universo de Yetzirá donde operamos por debajo del nivel de fragmentación 100, algunos autores dicen que ya operamos sobre el nivel de fragmentación 1000. Cada nivel de fragmentación provoca mayor confusión con el fin de lograr las unificaciones necesarias que nos permitan elevarnos hacia el mundo superior.

      Entonces podemos decir que la letra Iod es, al mismo tiempo, una y diez (porque en realidad todo es 1 y algo mas), es una como luz unificada dentro del nivel proveniente desde el Or Ein Sof, y es diez desde nuestra percepción inferior. Pero, pese a nuestra percepción inferior (la Iod es diez), somos conscientes de que la Iod es una sola letra que en términos superiores (del Universo de Atzilut) es una luz unificada. Porque sabemos que los colores pueden ser diferenciados desde el Universo de Briá, pero que dentro del Universo de Atzilut no existen los colores porque todos se unifican dentro de una luz unificada. Esta luz unificada no posee tiempo ni espacio, y reduce toda la realidad dentro de sí misma. Por ese motivo, Atzilut no posee tiempo ni espacio, porque los niveles son tan altos que tiempo y espacio desaparecen al operar en magnitudes tan elevadas.

      Por eso, cuando el Tetragrama como modelo de manifestación de toda la realidad cosmogónica ya opera en un nivel más bajo de la realidad se manifiesta en diferentes magnitudes.

      Primera manifestación del Adam Kadmón (plan general de la manifestación). La primera manifestación interior dentro del Ein Sof es el punto; este punto representa el propio plan general del Adam Kadmón todavía no desplegado y que corresponde a la sefirá de la Keter cosmológica.

      La segunda manifestación interior dentro del Ein Sof es la extensión del punto original, donde el 1 pasa a ser 10, y las 10 dimensiones de la letra Iod se encuentran completamente unidas dentro de una unidad, a esto lo denominamos como el Universo de Atzilut (la Emanación). Allí no existe el tiempo ni el espacio y corresponde a la sefirá de la Jojmá cosmológica.

      La tercera manifestación ya se encuentra dentro del vacío, es decir, la Iod interior del Ein Sof ahora se va a desplegar dentro del mundo del vacío y entonces las diez Sefirot se van a duplicar dentro del mundo de la dualidad; en un primer nivel, la primer Hei quedará como el futuro y se formará el tiempo, y en otro segundo nivel, la segunda Hei establecerá el punto material del espacio. Así, cuando se produce la tercera manifestación del Universo de Briá (la Creación), correspondiente a la sefirá de la Biná cosmológica, este tercer universo se expande seis veces (los seis días de la creación) provocando la aparición de la cuarta manifestación universal (o como se denomina en el misticismo judío, el Universo de Yetzirá-la Formación), y, finalmente, la última manifestación de la segunda Hei o quinta manifestación universal, denominada como el Universo de Asiá (la Acción), correspondiente a la Maljut cosmológica.

      Así tenemos la extensión cosmológica del Tetragrama que corresponde a la expansión de los universos desde las primeras dos manifestaciones dentro del mismo Ein Sof, y las tres grandes manifestaciones dentro del vacío. Los cinco universos que tienen dentro de sí mismos la luz del infinito (Or Ein Sof).

      Ahora bien, manifestados todos los grandes universos generales, nos encontramos ya en el segundo nivel de manifestación; en este momento el Árbol de la Vida se encuentra operativo dentro de todo el sistema de manifestaciones del universo de la fragmentación. Ahora, cada dimensión (Sefirá) posee una resonancia energética diferente una de otra y entonces el Tetragrama (que representa el despliegue de toda la información existente dentro de la manifestación) operará de una forma diferente. Dice el sabio cabalista Iejiel Bar Lev en una de sus obras:45

      «Cada sefirá posee también numerosos nombres y apelativos los cuales se dividen en dos: Toda sefirá corresponde a una variante del nombre de las cuatro letras pero con diferente puntuación. Por ejemplo, la sefirá de Keter, es Iud, Hei, Vav, Hei, mas con la puntuación denominada kamatz, Jojmá con la puntuación denominada pataj; Biná con trire; Jesed con segol, Guevurá con

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