La cábala. Mario Saban

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La cábala - Mario Saban Psicología

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nos libera de las ataduras del Universo de Yetzirá. Es el Daat cosmogónico (más allá del Universo de Yetzirá) el que nos eleva desde nuestro Keter psicológico al campo cosmogónico, donde nuestra psique deja de ser el centro de observación de la realidad. Todo el Universo de Yetzirá se encuentra bajo el dominio del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, debido a que nos encontramos debajo del Universo de Briá que es el creador del Tiempo y del Espacio. La conciencia del Tiempo y del Espacio nos lleva a la conciencia de finitud (muerte física).

      Las energías operativas dentro de la Jojmá psicológica son intuitivas y las energías operativas dentro de la Biná psicológica son racionales, de modo que en Daat hacen confluencia ambas. Daat es considerado como el Keter psicológico que ha caído a un nivel inferior. Daat une por debajo lo que Keter une por arriba. El equilibrio entre las energías masculinas y las energías femeninas es la clave de la existencia del Daat. Si creemos que las energías del «Dar» son superiores, entonces no comprendemos que se «Da cuando alguien recibe», y que todo «Dar» (de la Jojmá) se revela cuando algo recibe (en la Biná). Daat es entonces el equilibrio y unión de lo masculino y lo femenino, entre la unificación y la diferenciación, entre la Alef y la Bet, es el núcleo de comprensión no solamente de la paradoja dentro de la Jojmá, sino también de el sostén y oscilación (que estudiaremos más adelante) entre la unidad absoluta del sistema (Jojmá) y de las formas existentes, tal como percibimos la realidad (Biná). Daat (el Conocimiento) conoce en todas las dimensiones. Daat es la energía de interconexión de todas las realidades dimensionales. El símbolo es la sangre que fluye por todo el cuerpo. Daat se asocia a Dam (sangre en hebreo). Si no fluye la sangre, no llega la información necesaria a los diferentes miembros. Daat se relaciona también con la letra Dalet (cuarta letra del alfabeto hebreo) que proviene del término Delet (puerta). El Conocimiento es la puerta de acceso a Keter. Por eso decimos que la «redención» proviene del conocimiento (no por la fe asociada a la ignorancia). Cuando «conozco» ejerzo el Daat, y abro así las puertas a mis dimensiones superiores.

      5. Jesed (la Misericordia)

      «El mundo está construido con Jesed», así comienza el Salmo 89:3. El nivel emocional comienza con esta dimensión. Tenemos tanto para «Dar», que puede sobrepasar nuestra estructura. Por lo tanto, debemos saber en primer lugar que existe el Jesed en el lado de la abundancia de la Luz divina que se restringe. La misericordia está conectada con la sabiduría. Es más, podríamos decir que la «misericordia» es la sabiduría dentro del ámbito emocional. Se debe aplicar la misericordia tanto a los demás como a uno mismo. Esta es la energía básica de la misericordia. Uno está diseñado para hacer el «Bien», porque el máximo bien que tiene es su propia existencia física, la posibilidad de materializar las energías ocultas. La existencia material es la oportunidad de revelar las energías más altas del Ein Sof dentro de los niveles de densidad más bajos de la materialidad. La primera «Misericordia» que hemos recibido es la «Gracia de la existencia». Hemos sido llamados a esta existencia por la misericordia del Ein Sof, y este nivel de misericordia no puede ser imitado de ningún modo en el campo de la finitud, siendo una misericordia de grado superior. En esta dimensión existe el «Perdón», no puedo vivir con la carga de la culpabilidad de la conciencia. La «Conciencia» también debe ser liberada de sus propias autoexigencias. Si me culpo de todo, entonces se produce una caída brutal de mi autoestima, pero si me absuelvo de todo, no soy responsable de nada de lo que hago. La verdadera misericordia me perdona, pero no anula mi responsabilidad. Tengo miles de oportunidades. Aunque miles de oportunidades de mi existencia las haya perdido, siempre existe la posibilidad de recuperarlas, esta dimensión es la energía de la Teshuvá, del retorno a la esencia bondadosa. El «Arrepentimiento» es una gracia divina que todos llevamos dentro. La culpa no debe existir como carga, sino como elemento de responsabilidad (ya veremos la dimensión de Guevurá, que restringe la misericordia). La Misericordia siempre nos otorga una nueva oportunidad de comenzar, y este retorno siempre nos lleva a autorreforzar la autoestima. Si debemos imitar los atributos divinos, decimos que así como Dios es misericordioso, así debemos serlo nosotros. Por supuesto, que existe mi autocritica y mi enjuiciamiento de conciencia, pero esto no me debe llevar a una culpa infinita que me haga insoportable mi existencia. La «Misericordia» no borra la transgresión, pero la repara, porque siendo el ser humano finito no puede cargar con la idea absoluta de una perfección imposible. Lo finito y fragmentario siendo incompleto transgrede por su naturaleza estructural (sin intencionalidad), y el misericordioso se absuelve después de reflexionar sobre su existencia. Obtiene responsabilidad para lograr su transformación, pero no para cargar con una culpa indefinida que jamás lo repara. Si no existe la «Misericordia», todos, como entes finitos, seríamos constantemente culpables de algo debido a nuestra imperfección básica. La Misericordia me libera de mi sufrimiento interior, y libera a los demás de su sufrimiento. Comprender mi finitud fragmentaria es el elemento clave para comprender el objetivo central de la Misericordia. Me otorgaron el máximo Jesed posible, que es darme la vida, pero a partir de ahí, ¿cómo devolver a los otros el nivel de misericordia que nos han otorgado? El «Dar» sin una retribución es la marca de la Misericordia, pero Dar jamás olvidándose de uno mismo. Si uno «Da» más allá de sus posibilidades, la mística judía advierte que podemos transgredir.

      6. Guevurá (la Fortaleza)

      No hubiera existido nada en la creación sin límites. El propio Ein Sof (Infinito) crea los primeros límites del vacío, y es entonces, cuando crea dichos límites, cuando crea algo fuera de sí mismo (y dentro de sí mismo).

      Por lo tanto, para otorgar Jesed tuvo que crear los límites estructurales de la Guevurá. El Ein Sof tuvo que autorrestringirse. Solo lo infinito pudo contener infinitamente su energía y volverla finita. Pero cuando se autorrestringió creó los límites. Los límites son las bases fundamentales de toda la creación. No existe nada dentro de la manifestación dentro del vacío que no tenga límites. Por eso nosotros nos hemos desarrollado dentro de esta existencia, dentro de un sinfín de límites. Los límites de mi materialidad (mi cuerpo), los límites sociales (en mi relación con el entorno), los límites del lenguaje (y la posibilidad que siempre se escape el sentido último), los límites para ascender hacia el Ein Sof (para no destruirnos). Todo opera sobre la base de los límites de la estructura, y nosotros como estructura subjetiva debemos aprender dentro de nuestra existencia cómo funcionan estos límites, porque si logramos aprender cómo operan estas limitaciones, entonces sabremos las formas de las transgresiones que son producto de una negativa relación con los elementos que limitan nuestra existencia.

      En Guevurá adquiero la conciencia de los límites. Ni puedo dar en exceso, ni puedo recibir en exceso, ni puedo no dar por defecto, ni puedo no recibir. Aquí aprendo los mecanismos de ajuste y corrección (Madirolas, 2005). Las fuerzas que operan en Guevurá son muchas veces destructivas porque imponen un mal para restablecer el equilibrio que se ha perdido. Quien no logra equilibrarse a sí mismo, entonces el mal aparece para reequilibrarlo. Si todas las formas tienen límites (y nuestra subjetividad es una forma mental), debemos reconocer cuáles son y dónde se encuentran. Esta dimensión se denomina como «Din» (el Juicio). El límite se impone aunque uno no quiera. El deseo debe ser canalizado a través del sistema predeterminado por los límites. La Guevurá (la Fortaleza) aparece cuando operamos las energías que establecen los límites al Dar misericordioso, porque las energías dadoras del Jesed deben ser siempre canalizadas por las limitaciones. Ser conscientes de los límites no debe hacernos creer que no existe nada más allá de ellos. Sin embargo, la conciencia de los límites no es lineal; en el misticismo judío sabemos que cada dimensión posee sus propios límites de energía. Cada dimensión tiene su propia magnitud energética. Entonces, no podemos operar con los mismos límites en todas las energías, y la sabiduría oculta se encuentra detrás de la energía de quien es verdaderamente «fuerte», porque debemos situar los límites de acuerdo con el tipo de energía con la que estamos operando. Guevurá representa la manifestación de la Torá exterior, que divide lo puro y lo impuro, mientras en Jesed todo el Dar es puro porque existen límites más extensos. En la «Fortaleza» también encontramos el «Poder». Si no tuviéramos un cierto poder, no podríamos marcar las

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