La cábala. Mario Saban

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La cábala - Mario Saban Psicología

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como autolimitarme. Si puedo limitar a los demás, siempre lo tengo que hacer con misericordia. La Fortaleza y la Misericordia no son excluyentes, sino complementarias. Justamente, cuando soy extremadamente misericordioso, sin límites, entonces me autodestruyo. La Fortaleza del «Rigor» que me otorga la Guevurá es la que hace que pueda canalizar adecuadamente la Misericordia, no existe un equilibrio real de la misericordia sin los límites. Si soy más misericordioso con los demás que conmigo, entonces no le he puesto límites a los demás, y si soy más misericordioso conmigo que con los demás, no he autoimpuesto límites a mi subjetividad. Así que la verdadera fortaleza paradójicamente aumenta la misericordia, y la falsa regulación desequilibrada de no saber poner los límites termina por afectar a los equilibrios necesarios del Jesed. La buena exteriorización del Jesed proviene del nivel de límites que puedo lograr en Guevurá. Porque el verdadero «Poder» no es el ejercicio autoritario de la energía de Guevurá, sino la posibilidad de limitar hasta el propio poder personal para canalizarlo de la forma más adecuada. Porque hasta los límites se deben limitar, ya que podemos idolatrar a los mismos límites transformando la canalización de la energía misericordiosa en una represión de la misericordia y una idolatría de la fuerza de imposición de los límites. Aceptar mi finitud estructural es aceptar los límites de mi propia subjetividad. Uno puede llegar (con su esfuerzo personal) hasta donde los límites le advierten no transgredir. Limitar una energía específica en una dimensión determinada no implica que la energía excesiva no sea utilizada, sino que puede ser utilizada en las dimensiones que requieren de mayor nivel energético. ¿Por qué motivo vamos a utilizar las energías mayores para las dimensiones inferiores? Las energías de mayor magnitud deben ser utilizadas en las dimensiones superiores, e ir analizando cada energía que vamos a utilizar de acuerdo con cada magnitud dimensional.

      Cada vez que uno estudia las limitaciones estructurales puede intentar comprender en los niveles dimensionales superiores nuevas formas más expansivas, y al comprender estas formas más amplias entonces podemos operar sobre otro tipo de limitaciones. Muchas veces, las limitaciones que percibimos no tienen relación con las formas limitadas existentes en la realidad objetiva, sino con las limitaciones subjetivas de nuestra percepción subjetiva. Debemos liberarnos de las limitaciones subjetivas para comprender las limitaciones objetivas. Por lo tanto, el sujeto de acuerdo con sus limitaciones (su ignorancia, falta de Daat) puede percibir límites que no son objetivos, sino producto de su propia percepción. En definitiva, cada vez que ascendemos hacia Keter, debemos saber que aunque existen límites objetivos (porque nos encontramos dentro del vacío limitado), muchas veces no avanzamos dentro del Daat (el Conocimiento) por nuestras limitaciones subjetivas anticipadas. Por lo tanto, no es lo mismo operar sobre los límites dimensionales objetivos que auto-imponerse limitaciones subjetivas anticipadas, que reprimen las energías expansivas y que son las que nos deben llevar a los límites objetivos naturales de una dimensión determinada.

      7. Tiferet (la Belleza)

      Esta es la dimensión de la interioridad. Nosotros la denominamos como «el Yo interior», frente a la dimensión de Yesod, a la que denominamos como el «Yo exterior». Por ese motivo, la «Tiferet» representa la energía de la interiorización o de la introspección personal. Najmán de Bratslav dice que la «verdad de uno muere con uno». Este espacio privado es el ser interior incomunicable. Otras definiciones posibles sobre la Tiferet: cuando decimos que logramos equilibrio en la coordinación de Jesed con Guevurá, entonces es cuando logramos alcanzar la «Tiferet». ¿Qué es la belleza interior? ¿Eres bello en tu interioridad? ¿Realmente alcanzas a disfrutar de ti mismo? Si respondes afirmativamente que disfrutas con tu interioridad, entonces decimos en el misticismo judío que has alcanzado la máxima virtud de la Tiferet, la paz interior. La palabra hebrea que define esta dimensión es Shalom (paz), palabra relacionada con Shalem (quien se siente completo). Aquel que se encuentra completo tiene paz interior. Si no hay paz interior, entonces no existe completitud. Por supuesto, no debemos confundir la insatisfacción constante para elevarnos hacia el Ein Sof con el sentimiento de paz interior, porque uno vive insatisfecho para ascender mientras disfruta de forma simultánea de quién es.

      El núcleo de la felicidad «trascendente» de la interioridad se encuentra dentro de esta dimensión. Es el «ser feliz en su interior» y la relación de no-dependencia de la felicidad de los acontecimientos exteriores. La no-dependencia de los acontecimientos exteriores de ningún modo produce una «apatía» con relación a la exterioridad del Yo, sino que se logra controlar que el Yo no caiga en la idolatría de la exterioridad. Por supuesto, no podemos caer en la idolatría del propio Yo (la jactancia como transgresión de la Tiferet), porque sabemos que una de las peores idolatrías es la auto-idolatría. Esta sería la desviación del Yo. La felicidad del Yo interior consigo mismo no implica el narcisismo del Yo. La interiorización del Yo produce la aceptación de las zonas oscuras que se deben corregir de forma permanente, pero esas zonas oscuras aceptadas dejan de ser oscuras, y entonces se logra el comienzo de la capacidad de corrección personal. El Yo en la Tiferet no es el Yo perfecto, porque el Yo perfecto no existe, es un Yo en movimiento constante hacia el Ein Sof. Cada movimiento del Yo hacia el Ein Sof produce indudablemente dificultades en el proceso de construcción del Yo, siendo el Keter psicológico el Yo ideal o la proyección de todas las energías potenciales del Yo hacia el Ein Sof.

      Me gustaría explicar los arquetipos con los que el misticismo judío trabaja las tres dimensiones de la tríada emocional. En Jesed, el arquetipo es Abraham, porque se dice que el primer patriarca hebreo era un hombre muy misericordioso, y el arquetipo de Guevurá es Isaac; este segundo patriarca hebreo asumió con dignidad la posibilidad de ser sacrificado, y sabemos que no existía misericordia ninguna en este pedido divino, hasta que finalmente llegó la misericordia que detuvo dicho sacrificio. En Tiferet, el arquetipo es el tercer patriarca Jacob. Ahora bien, Jacob heredaba la misericordia de su abuelo Abraham y el rigor de su padre Isaac. ¿Acaso el abuelo no debe ser misericordioso con el nieto y el padre no debe ser riguroso? Cada uno de los arquetipos (Abraham e Isaac) cumple una función específica que tiene una influencia determinada sobre el arquetipo de la Tiferet (Jacob). Jacob, en cuanto su rol de nieto, debe ser misericordioso como su abuelo Abraham y, en cuanto a su rol de hijo, debe aprender a ser riguroso como su padre Isaac. Sin embargo, ¿quién es realmente Jacob? Es simplemente un producto de la educación de sus padres y sus abuelos. Jacob desea saber quién es Jacob. Quizás, en la primera etapa de la existencia Jacob asume la tradición, pero cuando Jacob se transforma porque conoce a Dios cara a cara, entonces ya no hereda la tradición de la creencia en Dios, sino que ahora lo conoce de forma directa. Cuando se cree que la existencia es lo que hemos heredado, uno es Jacob, sin embargo, cuando uno experimenta por sí mismo la existencia, entonces Jacob se transforma en Israel. La dimensión de la Tiferet es la única que posee dos arquetipos, el de Jacob y el de Israel, y ambos arquetipos sobre la misma personalidad física. Mi Tiferet es hija de Jesed y de Guevurá, o mi Tiferet puede ser construida a partir de mi mirada hacia Keter. Jacob debe conquistar su propia Guevurá y su propio Jesed, entonces ya la herencia no le funciona, ahora funciona su propia experiencia personal, y es cuando Jacob desde su interioridad se pregunta ¿Quién soy? Entonces realmente se transforma en Israel. Israel representa el arquetipo de la Tiferet cuando extrae sus potencialidades interiores para ascender hacia Keter. Cuando mi Tiferet recibe y acepta la herencia, no experimenta la existencia por sí misma, sino tal como los otros me han explicado que funciona; pero cuando es mi experiencia personal en Tiferet la que se eleva hacia Keter, entonces alcanzo realmente mi verdadero Daat (mi autoconocimiento), y así elevo la Tiferet a la posición en que se encuentra Daat. Y si Daat (ya sabemos) es el Keter caído, entonces alcanzo a través de mi auto-conocimiento mi Keter subjetivo (Daat).

      Al aceptar quién soy, comienza el inicio de mi liberación interior, porque ya no cargo con las culpas de mi finitud, sino con la responsabilidad de mi propia autoconstrucción. ¿Cómo se responde entonces a la pregunta sobre quién soy? En primer lugar, no existe situación estática en el orden espacio-temporal, ya que todo es dinámico, soy el que estoy siendo. Entonces, ¿quién estoy siendo dentro del proceso de construcción permanente? Si Tiferet mira hacia Keter (de forma ascendente), entonces la pregunta es: ¿Quién quiero ser? Pero si la Tiferet mira hacia Maljut/Yesod (de forma

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