Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina. Rita Giacalone

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Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina - Rita Giacalone

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2015, p. 77).

      En todo caso, y como una contribución al entendimiento de la fase actual del sistema-mundo, es el debate que algunos de sus seguidores han propiciado alrededor del concepto de gobernanza global, el mismo que ha sido tan difundido en círculos académicos y medios decisores de política en las últimas tres décadas. Un concepto que ha sido objeto de cientos de conversaciones en instituciones y medios de distinta índole. Allí han confluido infinidad de académicos y funcionarios procedentes de múltiples universidades, centros de investigación públicos y privados, instituciones multilaterales del viejo y nuevo regionalismo, gobiernos del primer y tercer mundo tanto democráticos como autoritarios.

      En estos escenarios, se observa la ausencia de cuestionamientos al contenido del concepto y el proyecto multilateral en el cual se materializa. Será por eso que ha logrado su incondicional aceptación entre los decisores locales en política exterior, más los incentivos otorgados por las instituciones multilaterales de todo tipo, a su difusión e implementación. Un concepto que al ser analizado en clave decolonial, muestra serias limitaciones sobre su eficacia interpretativa, pues está enmarcado en la trayectoria del eurocentrismo como epistemología, y en las relaciones internacionales como disciplina

      que presume producir conocimiento sobre el mundo, [y] lo hace desde un profundo desconocimiento del mundo al silenciar a millones de personas que no comulgan con esos principios existenciales que se presumen y se imponen como universales. En la medida en que el otro no se comporta según esas expectativas creadas para él en Occidente, se lo mantiene al margen, por fuera de la racionalidad que hoy en día impera en las instituciones de la Gobernanza Global, [que] no da cuenta de la diversidad que existe en el mundo y restringe la posibilidad de pensar cuestiones globales desde otras posiciones que no sean aquellas legitimadas o habilitadas para hacerlo (Querejazu, 2017, p. 53).

      Al igual que muchos otros conceptos procedentes de la disciplina relaciones internacionales, el de gobernanza ha sido naturalizado como realmente necesario y abarcativo para el adecuado funcionamiento del sistema vigente. Es el mismo que sobre todo se legitima por su lugar de enunciación, y de donde proceden las ideas con las cuales se ha organizado y administrado el sistema-mundo en las últimas siete décadas. Un concepto escasamente confrontado en los centros decisores de política local e internacional, pero que igualmente muestra profundas fisuras cuando se hacen lecturas desde las particularidades que caracterizan las distintas regiones del planeta. Un caso a destacar es el análisis hecho en distintas publicaciones por la abogada boliviana Amaya Querejazu, donde hace notar que su indiscutida aceptación no toma en cuenta un conjunto de limitaciones epistemológicas, pero también implicaciones para el sostenimiento del vigente patrón de poder mundial. Según esta autora, el concepto:

      refleja una perspectiva predominante de la realidad, occidental y universalista, y se presenta como un proyecto positivo basado en los valores liberales que permite enfrentar los efectos negativos de la globalización; como fenómeno, se constituye a partir de las relaciones interestatales y de otros actores, con una agenda que está lejos de ser neutral o incluyente (Querejazu, 2016, p. 151).

      El concepto de gobernanza global se ha posicionado de manera neutral en la administración de la actual fase del sistema-mundo moderno colonial, y con sus muy sesgadas definiciones reinventa el eurocentrismo desde el momento en que opta por universalizarse, y continúa hablando en nombre de la humanidad. Esgrimiendo lo que el filósofo colombiano Pío García ha venido estudiando de manera reciente, la razón multilateral (2018), no sobra decir que durante las últimas décadas, y junto al ascenso de las propuestas conducentes a fortalecer la institucionalidad de la gobernanza global, además de ser multinivel, ha sucedido que un conjunto de bienes naturales muy apetecidos por el capitalismo contemporáneo, deben ser patrimonio de la humanidad o administrados según los términos contenidos en las definiciones más utilizadas para la gobernanza.

      Solo por dar un ejemplo que ubico en América Latina, el cual está relacionado con el manejo de una buena cantidad de recursos hídricos: la administración de la Amazonía y la Patagonia. Parte del institucionalismo neoliberal en la actual fase del sistema-mundo, ha venido argumentando que al comprobarse la incapacidad de las poblaciones y autoridades locales para administrar de manera racional los territorios y sus recursos, los ahora llamados bienes públicos globales deben pasar a manos de quien sí pueda administrarlos de manera correcta y responsable. Entonces, es más que necesaria la presencia del Estado uninacional y monocultural más las instituciones multilaterales, por medio de expertos formados en centros académicos de renombre para que aquellos recursos puedan ser puestos al servicio de la humanidad con su profesional participación.

      Asistimos entonces a que una tecnocracia formada en una academia que actualmente se piensa como de alcance global, más los funcionarios de las instituciones multilaterales actuantes en la actual fase del sistema-mundo, se hace cargo de los también llamados bienes públicos globales, pero sin responsabilidad política en las consecuencias que sus decisiones puedan traer. La mayor parte de ellos se presentan como técnicos de altísimo nivel, y que han llegado a serlo en la medida que sus créditos profesionales se legitiman en títulos otorgados por las universidades que siempre están, y estarán, en el top de la calidad académica. Debemos decir, una cuestionable posición, pues la mayor parte de las veces han llegado a ocupar tan importantes posiciones al utilizar en su favor las sesgadas mediciones que realizan con los estándares de calidad educativa existentes en sus países.

      De nuevo el particularismo de una trayectoria histórica y ahora académica que permanece como universal, continúa organizando y administrando la educación superior según los principios contenidos en su tradición a pesar de los alegatos que hablan de las perspectivas pluri y multiculturales en el contenido de sus propuestas y accionar. En las dos últimas décadas, se afianzó la idea de que son instituciones producto de la trayectoria histórica que dio forma al particularismo europeo y en su caso la universidad es parte importante en este proceso donde se modeló e instaló el espíritu científico, el mismo que a lo largo de su historia, y a través de un accionar ya institucionalizado, terminó por organizarse con la epistemología del eurocentrismo.

      En todo caso y teniendo de por medio un proceso dirigido a renovar la tecnocrática administración del sistema-mundo, ahora por medio de la gobernanza global, no se pueden dejar de mencionar los aportes de los técnicos nacionales. La mayor parte de ellos cuenta con una trayectoria de servicio a los agentes económicos privados del país, e igualmente siempre aparecen dispuestos a sacrificar los ingresos que obtienen en aquel sector, para colaborar con el Estado y la sociedad en el objetivo nacional de alcanzar el desarrollo. En la línea del pensamiento único, la idea dominante volvió necesaria la inserción del país en el sistema económico internacional, entonces, las opciones terminan siendo inexistentes. Ante el inevitable destino de ser parte subalterna en la globalidad contemporánea, solo queda la negociación con las instituciones y el grupo de Estados que mantienen el control de la gobernanza global.

      Con estos antecedentes en su accionar, se han elaborado muy serios argumentos para considerar que el concepto de gobernanza global no viene a ser sino la actualización de formas de violencia epistémica históricamente constituidas, la continuación en el dominio del eurocentrismo al interior del sistema-mundo moderno y colonial en su fase de la globalidad liberal. Esto sucede cuando, por ejemplo, se elaboran despolitizados discursos sobre los beneficios de la cooperación internacional, aquellos que en medio de costosas consultorías son elaborados por bien conocidas y rankeadas ONG, sean centros de pensamiento y todo tipo de organizaciones que ubican sus orígenes en el difuso concepto de sociedad civil. Parte de ellas adscritas a determinadas actividades que involucran al mundo entero, pero que al final de cuentas contribuyen con la reproducción de una relación basada en el desigual intercambio entre epistemologías: una entrega conocimiento o saber científico, mientras la otra sigue dando referentes empíricos.

      Siguiendo

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