Desarrollo integral sustentable. Lucio Traverso
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Desarrollo integral sustentable - Lucio Traverso страница 6
6. La década del 2000
El nuevo milenio trajo consigo un avance exponencial en los temas de RSE en los planos de los organismos internacionales, empresarial y académico.
Los organismos internacionales y empresariales aportaron tres desarrollos principales: la creación del Pacto Global en el año 2000, la Declaración de New York en el año 2010, y el lanzamiento de la ISO 26000 en el año 2010.
El Pacto Mundial-Global Compact (2000). El Pacto Mundial es una iniciativa voluntaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la cual las empresas se comprometen a alinear sus estrategias y operaciones con diez principios universalmente aceptados en cuatro áreas temáticas: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anticorrupción. Por su número de participantes, varios miles en más de 100 países, el Pacto Mundial es la iniciativa de ciudadanía corporativa más grande del mundo. Aquellas empresas que se adhieren al Pacto Mundial comparten la convicción de que las prácticas empresariales basadas en principios universales contribuyen a la construcción de un mercado global más estable, equitativo e incluyente que fomentan sociedades más prósperas.
La Declaración de Nueva York (2010). En la Declaración de Nueva York, las Naciones Unidas presentan un nuevo modelo de liderazgo empresarial y renuevan los compromisos empresariales con 10 afirmaciones clave relativas a los principios de derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y anticorrupción que benefician a las empresas y a la sociedad en general. Estos 10 mensajes del Pacto Mundial fueron reforzados tras la presentación de un modelo de liderazgo empresarial sostenible, denominado “Blueprint”, que recoge el legado del marco normativo internacional “Proteger, Respetar y Remediar”. La Declaración hace también un llamamiento para que las empresas contribuyan de forma sustancial a la paz y al desarrollo mundial, especialmente en áreas de alto riesgo y áreas de conflicto.
La ISO 26000. La International Organization for Standardization (ISO) lanzó, el 1 de noviembre del 2010, una guía sobre comportamientos sociales responsables y posibles acciones, denominada ISO 26000. A diferencia de las otras normas ISO, no es un sistema de certificación, sino una guía puesta al servicio de las empresas para que, voluntariamente, la utilicen para potenciar sus acciones de RSE. Por tal motivo es de uso voluntario.
7. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
En el plano académico, surgen una serie de modelos y estrategias que permiten alinear las necesidades de la sociedad con los objetivos del negocio (Rocha 2006; 2008). Por ejemplo, estrategias verdes tales como tecnologías limpias y de manejo de productos (Hart y Milstein, 2003) se alinean con necesidades ambientales; las estrategias de la base de la pirámide (Prahalad, 2005), microcréditos y modelos de microemprendimientos (Yunus, 2003) para alinear a las empresas con la erradicación de la pobreza; modelos y estrategias de desarrollo endógeno tales como mejorar sus capacidades nativas e insertar a MNC (multinational corporation) en los clusters locales y de emprendedores (Rocha, 2004; 2006) para alinear a las empresas con el desarrollo local, y modelos para alinear motivaciones personales con objetivos organizacionales y necesidades sociales (Cadbury, 2000; Rocha, 2006; 2008). Finalmente, Michael Porter propone el desarrollo de modelos de negocio de creación de valor compartido (shared value), definido como políticas y prácticas operativas que aumentan la competitividad de la empresa a la vez que crea las condiciones para el progreso social y económico de las comunidades en las que operan (Porter y Kramer, 2011).
A nivel iberoamericano, Bernardo Kliksberg, el padre de la gerencia social, impulsa la fundación de la Red Iberoamericana de Universidades por la Responsabilidad Social Empresarial (REDUNIRSE) que pretende, entre otros objetivos, ser un nexo entre los distintos actores sociales involucrados en la RSE, fomentar el capital social, promover el desarrollo humano ético, difundir y sensibilizar sobre RSE y fomentar la formación, investigación y extensión en RSE en Iberoamérica.
A nivel mundial, se destaca la Agenda Global 2030 de Desarrollo Sustentable, un plan de acción conformado por 17 objetivos y 169 metas que deberán ser cumplidos en el 2030. Fue aprobada por los estados miembro de las Naciones Unidas (ONU) en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, el 27 de septiembre de 2015, en la sede de la ONU en Nueva York.
Los 17 objetivos emanan de concentrar los esfuerzos en cinco áreas principales de trabajo: personas, prosperidad, planeta, paz y partenariado (“las cinco P”). Engloban, entre otras cuestiones, el compromiso de los Estados para erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía sustentable; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz; facilitar el acceso a la justicia y fortalecer una alianza mundial para el desarrollo sostenible.
El vínculo de los ODS con las empresas lo realiza el Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact). El Global Compact es una iniciativa internacional que promueve implementar 10 principios universalmente aceptados para promover la RSE (Anexo 1). Es la mayor iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresaria en el mundo, incluyendo más de 13.000 entidades firmantes en más de 145 países.
Resumiendo, la idea de RSE incluye una gama de actividades y conceptos que van desde actividades de beneficencia hasta la creación de valor compartido, a partir del corazón de la actividad de la empresa. Esta última tendencia se apoya en la idea de que la empresa contribuye a la sociedad no solo con sus aportes económicos, sino, principalmente, con sus competencias tecnológicas y capacidades gerenciales26, como políticas de personal de avanzada –que incorporan la inclusión de personas con capacidades disminuidas–, productos confiables y saludables, políticas proverde, integridad y compromiso con la comunidad, basado en la valoración de la dignidad humana.
A partir de la revisión histórica y actual de las ideas y prácticas relacionadas con la RSE, en la sección siguiente intentamos identificar criterios y paradigmas que permitan integrar los elementos esenciales de la RSE y preparar las bases para el desarrollo integral con foco en la inclusión.
8. RSE, ¿una visión integradora?
Todo intento de integración en fenómenos como la RSE, en los cuales no hay acuerdo unánime, tanto en las definiciones como en las acciones, recorre, como mínimo, dos caminos: el conceptual y el tipológico.
No seguiremos el camino conceptual que toma las dimensiones clave de cada una de las definiciones aportadas por las distintas visiones y trata de integrarlas en una definición más abarcativa, pues si bien la RSE es actualmente un concepto aceptado por académicos y empresarios, no está debidamente fundamentado y la palabra “social” tiene una connotación restringida, generalmente asociada a la lucha contra la pobreza o a la inserción social de la empresa. Por lo tanto, esta concepción invita a la creación de bipolaridades y situaciones de compromiso tales como rentabilidad económica vs. desarrollo social o desarrollo de funciones clave en la localidad donde opera la subsidiaria o en el país donde se encuentran las oficinas centrales.
Creemos que el criterio de redescubrir la misión o finalidad de la empresa es un camino superador al de redefinir la RSE.
El camino tipológico, por su parte, integra las distintas visiones conceptuales y prácticas vistas en la sección anterior dentro de un marco previamente definido27. Por ejemplo, en la RSE podemos citar dos ejemplos de integración aplicando tipologías.
El primero, siguiendo a Paladino y Milberg (2004), es el desarrollado por la Corporate Citizenship Company, el cual representa las distintas formas de RSE en un diagrama mediante una pirámide (figura 1.1), donde las iniciativas discrecionales de la empresa corresponden al vértice superior de la pirámide y en la base de la pirámide se ilustran las prácticas y estrategias para la gestión de las relaciones de los stakeholders, principalmente