Desarrollo integral sustentable. Lucio Traverso
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Desarrollo integral sustentable - Lucio Traverso страница 9
La dimensión política de la empresa implica, entonces, que los dirigentes de empresas pueden ser considerados “dirigentes de la sociedad”. Ello significa que el empresario debe preguntarse si su actividad ayuda a desarrollar el bien común y la consecución de ideales valorables, en orden a contribuir a la estabilidad, al fortalecimiento y a la armonía de la sociedad. En resumen, la empresa tiene que ser un factor real de desarrollo humano, lo cual supone la libertad del empresario, una actitud ética frente al entorno y una vocación por la excelencia en los planos económico, sociocultural y político.
La visión política de la empresa como criterio superador de la RSE aporta el conocimiento del sentido de la relación recíproca entre la empresa y la sociedad en la que realiza su misión. Cuando no se considera esta dimensión esencialmente política de la empresa, es fácil caer en el individualismo competitivo, lo que torna difícil que la empresa desarrolle relaciones de colaboración a distintos niveles. Y, para poder actuar colaborativamente y lograr un desarrollo sostenido, son necesarios ciertos hábitos (valores y virtudes), que se adquieren y fortalecen obrando.
Además de las aportaciones de desarrollo de personas y de creación y distribución de riqueza mencionados anteriormente, las siguientes son aportaciones empresariales que resaltan la naturaleza sociopolítica de la empresa y, por lo tanto, fortalecen el criterio de relación entre la misión y el desarrollo integral:
• Su capacidad técnica para resolver problemas socioeconómicos. Efectivamente, las empresas cuentan con personal instruido y capacitado, y con expertise para la dirección de personas y la administración de recursos materiales que pueden aportar conocimiento y experiencia en el ámbito público.
• La capacidad de cohesión humana y social que logra este tipo de organización, en función, en primer término, de su condición de dadora de empleo y posibilitadora de inclusión, pero también en su relación con los más diversos stakeholders (desde esos mismos empleados, pasando por la multiplicidad de proveedores, hasta el Gobierno local y las instituciones intermedias).
• La natural cooperación público-privada e interempresarial que las empresas realizan comúnmente en función de sus actividades, fomentando la participación, el diálogo y el consenso entre las partes.
• La posición de institución intermedia y, por ello, privilegiada, que la empresa posee en relación con el Estado y la comunidad civil40.
• El carácter formativo y sociocultural con que cuenta, en principio, a través de la capacitación de recursos humanos, pero también alrededor de otros intereses comunes a la sociedad, como pueden ser el cuidado del medio ambiente o el fomento y el estímulo a la educación en el ámbito local.
En síntesis, sobre la base de los criterios provistos por Aristóteles y continuados por Tomás de Aquino, la empresa es receptora de las demandas sociales de participación y cooperación. La perspectiva aristotélica-tomista lleva a ver a la empresa como comunidad dentro de la sociedad. Surgen en la sociedad, se nutren en la sociedad y proporcionan bienes y servicios a la comunidad. Por ello, lo razonable es que la empresa contribuya con el bien común de la sociedad.
28. Ver Ghoshal (2005), Ghoshal y Moran (2005), Rocha y Ghoshal (2006:586; 596). Para una revisión y propuesta, ver Cortright y Naughton (2002), Handy (2003), Rocha (2008).
29. Ver Pérez López (1993), Llano (1994; 1997), Elegido (1998), Martínez-Echevarría (2005), Alvira (1999).
30. Martínez-Echevarría (2005:300).
31. Para un análisis detallado de las premisas de distintas corrientes sobre la naturaleza humana, las relaciones interpersonales y las organizaciones, consultar las referencias anglosajonas y latinas mencionadas anteriormente, además de las fuentes de información mencionadas en este capítulo. El capítulo 4 retomará el tema de las premisas, pero aplicado a los paradigmas existentes para la transición de la RSE al desarrollo integral local.
32. Nahapiet, Gratton y Rocha (2005), Rocha y Ghoshal (2006).
33. Llano (1994), Rocha (2006; 2008).
34. Llano (1994:42).
35. Paladino (2004).
36. Paladino (2004).
37. Alvira (1999).
38. Ver Polo y Llano (1997).
39. Juan XXIII (1963).
40. Paladino y Delbosco (2010).
02
Perspectiva gubernamental: del crecimiento económico al desarrollo integral sustentable41
1. Definición
El desafío del desarrollo ocupa el tiempo y los esfuerzos de directivos del sector público, del sector empresarial, del tercer sector (organizaciones sin fines de lucro), de organismos internacionales e instituciones, quienes tienen al desarrollo como un punto prioritario en sus agendas, fieles al planteo de Pablo VI de ver al desarrollo como “el nuevo nombre de la paz”. Estos líderes trabajan tanto en forma independiente como conjunta.
Las premisas y el concepto de desarrollo sobre los que se realizan los diagnósticos y las consecuentes propuestas varían.
Desde el sector público, se hace referencia a dimensiones del desarrollo, tales como el crecimiento del producto bruto interno, la inflación, el empleo, la reducción de la pobreza, el superávit fiscal y comercial, la seguridad física y jurídica, la educación, la distribución de la riqueza, el respeto de las instituciones y la salud.
Desde el sector empresarial, existe una tendencia creciente a relacionar la empresa con el desarrollo, a través del concepto de RSE.
Desde las organizaciones internacionales surgen términos como “crecimiento económico”, “desarrollo económico”, “desarrollo sustentable” y “desarrollo humano”.
Existe una enorme variación en la forma