Desarrollo integral sustentable. Lucio Traverso
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Es de vital importancia comprender que la persona con discapacidad intelectual es un individuo con características propias como tal, que tiene virtudes y defectos a raíz de su educación, de la influencia de su entorno familiar, de su entorno social, o simplemente de su personalidad; defectos y virtudes no necesariamente imputables a su pertenencia a un grupo de personas con discapacidad. Por eso, ha de ser valorada y aceptada por ser hombre, mujer, ciudadano, vecino, trabajador, persona con intereses individuales y no solo por su condición de persona con discapacidad intelectual.
Los mitos y prejuicios irán desapareciendo en la medida en que las personas, las instituciones y las sociedades aprendan a generar espacios de convivencia en la diversidad, a crear sistemas integrados donde cada individuo pueda funcionar según sus potencialidades y no de acuerdo con normas generales y rígidas.
La clasificación psicopedagógica de la discapacidad intelectual propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se basa en cincos tipos, los cuales refieren a funciones y capacidades: límite, leve, moderada o media, severa.
3. Clasificación de la discapacidad intelectual
3.1. Discapacidad intelectual leve CI 50-55 a 70
Se denomina así a las personas que transitan la “etapa educable”. Son alrededor del 85% de las personas afectadas por el trastorno. Suelen desarrollar habilidades sociales y de comunicación durante los años preescolares (0-5 años de edad), tienen insuficiencias mínimas en las áreas sensorio motoras y con frecuencia no se diferencian de otros niños sin discapacidad cognitiva hasta edades posteriores. Adquieren habilidades sociales y laborales adecuadas para una autonomía mínima, pero pueden necesitar supervisión, orientación y asistencia, especialmente en situaciones de estrés social. Contando con apoyos adecuados, los sujetos con discapacidad cognitiva leve viven sin inconvenientes en la comunidad.
3.2. Discapacidad intelectual moderada CI 35-40 a 50-55
El grupo de personas con discapacidad cognitiva moderada constituye alrededor del 10% de toda la población con discapacidad cognitiva. Adquieren habilidades de comunicación durante los primeros años de la niñez. Pueden alcanzar una formación laboral y, con supervisión moderada, adquieren destrezas para su propio cuidado personal. También pueden beneficiarse de entrenamiento en habilidades sociales y laborales, pero es improbable que progresen más allá de un segundo nivel en materias escolares. Pueden aprender a trasladarse independientemente por lugares que les son familiares. En su mayoría, son capaces de realizar trabajos no calificados o semicalificados, siempre con supervisión, en talleres protegidos o en el mercado general del trabajo. Se adaptan bien a la vida en comunidad, usualmente en instituciones con supervisión.
3.3. Discapacidad intelectual grave CI 20-25 a 35-40
Incluye el 3-4% de los individuos con discapacidad cognitiva. Durante los primeros años de la niñez la adquisición de un lenguaje comunicativo es escasa o nula. Durante la edad escolar pueden aprender a hablar y pueden ser entrenados en habilidades elementales de cuidado personal. Se benefician solo limitadamente de la enseñanza de materias preacadémicas, como la familiaridad con el alfabeto y el cálculo simple, pero pueden dominar ciertas habilidades como el aprendizaje de la lectura global de algunas palabras imprescindibles para su autonomía e independencia. Los adultos pueden ser capaces de realizar tareas simples estrechamente supervisadas en instituciones. En su mayoría se adaptan bien a la vida en la comunidad a no ser que sufran alguna discapacidad asociada que requiera cuidados especializados u otro tipo de asistencia.
3.4. Discapacidad intelectual profunda CI 20-25
Incluye aproximadamente en el 1%-2% de las personas con discapacidad cognitiva. La mayoría de los individuos con este diagnóstico presentan una enfermedad neurológica identificada que explica su discapacidad intelectual. Durante los primeros años desarrollan considerables alteraciones del funcionamiento sensorio motor. Puede predecirse un desarrollo óptimo en un ambiente altamente estructurado con ayuda y supervisión constantes, así como con una relación individualizada con el educador. El desarrollo motor y las habilidades para la comunicación y el cuidado personal pueden mejorar si se las somete a un adiestramiento adecuado. Algunos de ellos llegan a realizar tareas simples en instituciones protegidas y estrechamente supervisados.
3.5. Discapacidad intelectual de gravedad no especificada
Se utiliza cuando existe claridad sobre la discapacidad, pero no es posible verificar mediante los test. Dependiendo del nivel de gravedad de la discapacidad cognitiva, el sujeto se puede educar, capacitar y aprender a vivir en la sociedad; puede dominar ciertas habilidades de lectura global (como señalizaciones de tránsito), puede trasladarse a lugares desconocidos o familiares, puede aprender un oficio y trabajar en él, siempre y cuando la sociedad le dé la oportunidad de hacerlo46.
Nosotros, en estas páginas, nos enfocaremos en la discapacidad intelectual media o moderada, que se define con un coeficiente Intelectual que se sitúa entre 35-55. Como pudimos leer en las definiciones de la clasificación presente, las personas con esta condición pueden adquirir hábitos de autonomía personal y social. Pueden aprender a comunicarse mediante el lenguaje oral, pero presentan con bastante frecuencia dificultades para hacerlo, lo mismo que para la comprensión de los convencionalismos sociales (Stefanini, 2004).
4. Terminología de discapacidad intelectual y su perspectiva histórica47
Cuando se habla de discapacidad intelectual, se suele incurrir a una suerte de repertorio de eufemismos. La idea que subyace es que, se diga como se diga, puede percibirse como un insulto. Los términos “retraso mental” y “retrasado mental” se inventaron a mediados del siglo xx para reemplazar el conjunto anterior de términos, que incluía “imbécil”48,49,50 y ahora se consideran ofensivos. A finales del siglo xx, estos términos fueron considerados como despreciativos, políticamente incorrectos y necesitaban ser reemplazados51. El término “discapacidad intelectual” es preferido por la mayoría de los defensores e investigadores en los países de habla inglesa52,53. El término “retraso mental” se utilizó en el DSM-IV de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association) y en el ICD-10 de la Organización Mundial de la Salud (códigos F70-F79). En la próxima revisión, la CIE-11, este término fue reemplazado por el término “trastornos del desarrollo intelectual” (códigos 6A00-6A04; 6A00.Z para el código de diagnóstico “no especificado”)54 55. A partir de 2013, “discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual)”, que se utiliza en el DSM-5 (2013)56, es el término que se ha generalizado entre los profesionales de la educación, la psiquiatría y otros profesionales. Debido a su especificidad y para evitar cualquier confusión con otras afecciones, el término “retraso mental” se usa a veces en entornos médicos de todo el mundo, como la investigación científica formal y el papeleo del seguro de salud.
Es claro que, en la evolución de las ciencias, los términos otrora utilizados, que pueden verse en formas, documentos y censos de inicios del siglo pasado, pueden considerarse hoy agresivos y abusivos. Por ejemplo, el censo británico de 1901 tiene un encabezado de columna que incluye los términos “imbéciles” y “débiles”.
Las connotaciones negativas asociadas con estos numerosos términos para la discapacidad intelectual reflejan la actitud de la sociedad sobre la condición. Hay quienes buscan términos científicos que resulten neutros, y otros que aprovechan su discurso como canal para expresar su agresión.
Hoy, nuevas expresiones, como “discapacitados del desarrollo”57 o “especiales”, están reemplazando el término “retraso mental”.