Desarrollo integral sustentable. Lucio Traverso
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A fin de continuar estableciendo acuerdos conceptuales con el lector, tomaremos las definiciones de “empresa” y de “fines de la empresa” de las tendencias anglosajonas y latinas mencionadas, y las relacionaremos con la RSE. Estas tendencias pueden ser encuadradas dentro de una corriente amplia que denominaremos aristotélico-tomista, dada la armonía de los principales postulados de estas corrientes con las premisas sobre las personas y las relaciones entre estas, planteadas por Aristóteles y Santo Tomás31.
Empresa: comunidad de personas que cooperan para la creación y distribución de riqueza, la satisfacción de necesidades reales a través de la provisión de bienes y servicios y el propio desarrollo personal, contribuyendo de esta manera no solo a su propia continuidad, sino también a la sustentabilidad de las comunidades y del medio ambiente en el cual realiza sus actividades.
En esa línea, para que un conjunto de personas se coordine, es necesaria antes la cooperación y la colaboración entre sí. Cooperar es operar en conjunto. Hay cooperación porque de esa manera se logran no solo mejores resultados, sino, especialmente, relaciones y resultados que no se lograrían operando de manera aislada32.
9. Misión o finalidad de la empresa y su relación con la RSE
De esta definición de empresa se desprende que es una institución que trasciende a las personas que la integran y que persigue cuatro finalidades:
1. La creación y distribución de riqueza o valor añadido.
2. La provisión de bienes y servicios que satisfagan necesidades reales.
3. El desarrollo de las personas que se relacionan con la empresa, empezando por quienes trabajan en ella.
4. La sustentabilidad en el tiempo y en el contexto (comunidad y medio ambiente en el que opera).
A partir de este concepto de empresa y de su misión o finalidad, podemos apreciar cómo este criterio permite no solo integrar, sino superar y dar sentido a la RSE.
Desde el punto de vista de la relación de la RSE con los fines específicos de la empresa, podemos afirmar que la empresa es socialmente responsable cuando33:
• Es eficiente (relación medio-fines) y eficaz (grado de alcance de los objetivos) en la creación de valor económico y lo distribuye entre las personas u organizaciones que contribuyeron a generarlo.
• Satisface demandas necesarias y reales de sus clientes, y lo hace a través de una mejora continua de sus productos y servicios.
• Crea las condiciones para el desarrollo de las personas que la componen produciendo un efecto multiplicador de la acción social de cada una de ellas.
• Impacta positivamente en la sociedad en la que opera, principalmente generando confianza y respetando el medio ambiente.
El cumplimiento de la misión, la responsabilidad básica de la empresa, puede tener inicio prioritario en el criterio de proximidad e incidencia. Este criterio se basa en las relaciones que se dan en las comunidades de carácter primario (familia, escuela, parroquia, clubes, comunidades locales) y establece que “un bien resulta tanto más valioso cuanto más próximo se encuentra a la persona y con mayor profundidad incida en ella”34.
Aplicando este criterio a la misión de la empresa, podríamos priorizar las acciones y responsabilidades empresariales en dos niveles.
El núcleo o primer nivel son las acciones y responsabilidades primarias, es decir, las relacionadas con aquellas acciones tendientes al alcance de las cuatro finalidades específicas de la empresa, empezando por las personas, pasando por las organizaciones y comunidades locales, y finalizando en las organizaciones y comunidades más allá de lo local que se encuentran alcanzadas directamente por las acciones empresariales. El criterio de proximidad e incidencia es aplicado tanto desde el punto de vista de las personas como del geográfico. Estas acciones incluyen la consideración de aspectos negativos en el desarrollo de las actividades, que no solo están centradas en la intencionalidad de los directivos (por ejemplo, realizar acciones con transparencia para alejarse de ocasiones de fraude), sino también en la consideración de efectos colaterales o externalidades negativas previsibles (por ejemplo, la contaminación visual o ambiental en la localidad en la que opera la empresa).
En un segundo nivel se encuentran las acciones y responsabilidades que la empresa puede realizar si cuenta con el tiempo y los recursos una vez realizadas las acciones del primer nivel. En este caso es difícil establecer prioridades, pero nuevamente el criterio de incidencia debe guiar prudencialmente el accionar directivo. Por ejemplo, dentro de las acciones por priorizar, según el contexto en el que se encuentre la empresa, se encuentran hacer partícipes a los empleados y dueños de la mayor disponibilidad de tiempo o beneficios que contribuyeron a crear, incrementar la proporción de fondos destinados a alinear la libre iniciativa de directivos y accionistas con causas sociales empezando con la comunidad local, reinvertir los excedentes a fin de crear más empleos, y destinar recursos a aquellas actividades en las que la empresa tiene la cultura o capacidades para satisfacer necesidades sociales específicas. En este último punto hay empresas que han desarrollado una cultura y capacidades directamente relacionadas con la disminución de la pobreza, la nutrición infantil, la inclusión laboral de personas con capacidades disminuidas, el cuidado del medio ambiente y la participación comunitaria, y, por lo tanto, podrían dedicar tiempo y recursos a estas áreas más allá de sus responsabilidades primarias.
La relación entre la misión de la empresa y el desarrollo integral como criterio integrador se focaliza en considerar a la empresa como realidad política.
“La RES plantea de qué manera la empresa –y los hombres de empresa– definen y establecen su relación con la sociedad (mercado, gobierno, sociedad civil, proveedores, clientes y empleados) en la cual y para la cual trabajan”35.
La naturaleza política de la empresa la podemos descubrir al menos por dos vías: la empírica y la conceptual.
Desde el punto de vista empírico, la naturaleza política se puede percibir en el hecho de que varias empresas manejan un capital equivalente al producto bruto interno de países enteros. A esto se suma el hecho de que, en muchos casos, las empresas son organizaciones internacionales que operan en diversos países y que tienen la capacidad de cambiar la vida de comunidades que viven de la radicación de una empresa en su localidad36. Además, así como con la Revolución industrial el rol de la familia en la economía fuera reemplazado por la actividad empresarial, en el siglo xx el proceso de globalización hizo que la dimensión económica y empresarial cobrara más peso que la dimensión política en sentido estricto (es decir, gobierno), debido a que, a diferencia de las empresas, no existen gobiernos multinacionales37.
Esta proactividad positiva de la empresa para influir en su entorno es clave. La empresa y la sociedad se imbrican mutuamente: si las instituciones de una sociedad son débiles, no surgirán empresas sólidas; y viceversa, si la empresa no influye positivamente en la sociedad, esta no logrará estados de desarrollo que su potencial le permitiría alcanzar. El desarrollo de dicho potencial es una tarea de los empresarios. Como sostienen Polo y Llano, “velar por el