Sentidos de ciudad. Alejandra García Vargas

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Sentidos de ciudad - Alejandra García Vargas Antropología, estudios culturales y relaciones de poder

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y/o a su crítica sistemática, y la tentación de reducir la tarea empírica a la ilustración de categorías o teorizaciones previas.

      San Salvador de Jujuy es la ciudad capital de una provincia argentina de frontera ubicada en la región surandina, a mil seiscientos kilómetros de la capital nacional (Buenos Aires). Su condición liminar permite pensar el poder y la cultura desde una posición “excéntrica” a la tradición dominante de los estudios sobre ciudades latinoamericanas, y potenciar la capacidad crítica del teorizar de los Estudios Culturales (Hall y Mellino, 2011, p. 30). La articulación de varias escalas en el espacio urbano de la capital jujeña –entre las que podemos mencionar la relación de exclusión del proyecto nacional que Manzanal (1999) describe como desarticulación profunda; las características de ser la capital de una provincia de frontera que recibe un flujo permanente (aunque fluctuante) de migrantes bolivianos (Sala, 2005); la dinámica excluyente con el conjunto provincial que Karasik (2005) describe como un proceso histórico de drenaje de la población de las tierras altas hacia las áreas de desarrollo capitalista más dinámicos; la profunda desigualdad social que se verifica en el territorio urbano (García Vargas, 2009); y la fuerte exposición a las dinámicas culturales globales vinculadas al turismo a partir de la declaración de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en 2003 (Troncoso, 2009)– la vuelve un sitio especialmente fértil para el análisis cultural, ya que esta serie de superposiciones de experiencias espacio-temporales en situación de frontera nacional multiplica la intensidad e historicidad de su desigualdad social y su heterogeneidad humana y, por lo tanto, de las disputas hegemónicas para representarla en clave de interculturalidad (Briones, 2008; Caggiano, 2005), diversidad o discrepancias (Carman, 2006; Massey, 2005a; Segura, 2015).

      El período durante el cual se produjeron o difundieron los programas televisivos (2011-2013), se realizó el trabajo de campo (2011-2016) y la tarea analítica (2011-2016) asocia la riqueza de tal liminaridad excéntrica y desigualada de esta ciudad a dos condiciones contextuales relevantes, vinculadas a la decisión de trabajar con estas narrativas en un momento en el que la televisión se apaga mientras se encienden otras pantallas.

      En primer lugar, aún en una ecología de medios caracterizada por la transmedialidad y la convergencia, la I Encuesta Nacional de Tecnologías de la Información y la Comunicación (ENTIC) realizada en 2011, señaló a la televisión como la tecnología de la información y la comunicación más presente en los hogares urbanos de Argentina, en todas las regiones y en todos los niveles de ingreso. En el caso específico de Jujuy, el relevamiento indicó que el 94,9% de los hogares poseía televisor, porcentaje que se elevaba a 96,9% para el aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá.3

      En ese sentido, es importante notar que en la idea del “fin de la televisión” (Gilder, 1992; Negroponte, 1995), e incluso en la de su mutación vinculada a las transformaciones en las experiencias interactivas de las audiencias (Islas, 2010; Scolari, 2008) suele generalizarse las prácticas ligadas a los usos de la audivisualidad4 y la audiovisualización5 de los y las analistas –o, al menos, los de quienes habitan áreas urbanas y acceden a formas de conexión fluidas– al conjunto de la sociedad y de las regiones geográficas. De ese modo, se invisibiliza6 la heterogeneidad y desigualdad de esas prácticas y –quizá, sobre todo– la distancia entre las situaciones desiguales en los momentos de producción y de reconocimiento de narrativas audiovisuales. Tal posición niega, por un lado, la pregnancia de los medios tradicionales; luego, la importancia determinante de las tecnologías vinculadas a la conexión entre los dispositivos digitales y las redes de telefonía o distribución de flujos de contenidos en ese tránsito sociotécnico y su relación con las condiciones de acceso a los circuitos que aseguran la distribución amplia de esos contenidos. Esto es, la problemática del acceso material a las tecnologías se inscribe en mapas históricos de desigualdades nacionales y regionales, y también en aquellos que se trazan diariamente en la lucha y resistencia contra ellas.

      En segundo lugar, ese proceso de multiplicación y transformación (desigual) de las pantallas y de los públicos convive con la inminencia del apagón analógico de la televisión (por entonces previsto para 2019 en Argentina). Durante el trabajo de campo, esas variaciones se sobrepusieron con el período de transformación normativa y organizativa de los medios operada por la conjunción de la sanción de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), el decreto 1148/09 regulatorio de la Televisión Digital Abierta (TDA) y las modalidades de implementación de ambos, asociados a numerosas políticas públicas.

      Tres de los programas analizados en este trabajo han sido financiados por fondos públicos destinados a la promoción de contenidos federales, y los cuatro inscriben su proceso productivo en la consideración del tiempo que va desde el anuncio y posterior sanción de la LSCA (en octubre de 2009) hasta las sustanciales modificaciones a esa norma que introdujeron los decretos 13, 236 y 267 en diciembre de 2015, completados luego con otros decretos durante 2016 y 2017.7

      Durante el período de realización y emisión de los programas analizados (2011-2013), las políticas de fomento de la producción asociadas a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) interpelaron las prácticas sedimentadas de la comunidad audiovisual local, tanto en términos de las condiciones generales de posibilidades de producción como en la reflexión sobre los contenidos producidos y su relación con los que circulan habitualmente en las pantallas televisivas. Esas interpelaciones se dieron en un marco también cambiante y crecientemente visibilizado sobre la definición, percepción y valoración estatales del lugar de los medios y los servicios de comunicación audiovisual (especialmente, la televisión) en relación con “la cultura nacional” (habitualmente, en singular) abiertamente politizado. Al mismo tiempo, esas mismas preocupaciones implicaron la generación de políticas de asistencia para acompañar la migración al entorno digital de la televisión de aire analógica y el visionado de la TDA en parte de las audiencias (aquella considerada como “población prioritaria”) (García Vargas y otrxs, 2014).

      Todas estas consideraciones sostienen la decisión de indagar los vínculos entre narrativas audiovisuales, configuraciones culturales y producción social del espacio urbano a partir de un corpus que combina tres importantes características en común –la audiovisualización de espacios públicos de San Salvador de Jujuy, la localización, y el período de registro y producción, en tanto dimensiones de la situacionalidad compartida–, con la heterogeneidad en géneros, en formatos y en otros componentes de las condiciones y situaciones productivas (por ejemplo, las formas del financiamiento o la relación con las instituciones que regulan los circuitos de distribución). Los programas seleccionados son la serie de ficción El viaje, 9 días buscando Norte (Vargas, 2011); el unitario documental San Salvador de Jujuy, Murmullo que aturde (Ricciardi, 2011); la serie documental Maestros del Norte (Ogando, 2011) y la temporada 2012 del magazine cultural semanal Jujuy Profundo (Calvetti, 2012).8

      La combinación de elementos homogéneos y heterogéneos en los programas seleccionados buscó concordancias y discrepancias significativas en el material, que permitiesen analizar un “sentido común” sobre la ciudad y las disputas hegemónicas en torno a su construcción, consolidación y sostenimiento.

      Las narrativas construidas por, o asociadas a, los programas seleccionados brindan, entonces, un interesante punto de abordaje situado de las dinámicas de la comunicación/cultura contemporánea en una coyuntura de transformación particular. En los términos indicados, permiten comprender tanto a la ciudad como a la cultura, pues interrogan las disputas en torno a qué significa estar ubicado o ubicada en lugares particulares, qué distintas modalidades de pertenencia son posibles y de qué diversas formas se vinculan las personas entre sí y con el mundo. Esa pregunta amplia, que recoge la inquietud de Grossberg (1996) sobre la dimensión espacial en los estudios culturales, consiente interrogar, a partir de materiales específicos:

      - El proceso de representación y definición de la ciudad (cómo se compone en cada caso la trama intertextual; cómo se muestra, define y representa la ciudad; quiénes muestran; quiénes dicen; cómo muestran y cómo dicen; cómo acceden estas

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