Sentidos de ciudad. Alejandra García Vargas

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Sentidos de ciudad - Alejandra García Vargas страница 9

Sentidos de ciudad - Alejandra García Vargas Antropología, estudios culturales y relaciones de poder

Скачать книгу

      En esa misma y heteróclita biblioteca encontramos un conjunto de libros que se ocupan de la comunicación adscribiéndose explícitamente a este campo. Y en los estantes latinoamericanos de este grupo, una mirada rápida a los títulos revela que son numerosas las menciones que lo imaginan a través de metáforas espaciales y asociadas al movimiento. En ellos, la comunicación se ofrece como un mapa de rutas: caminos que unen puntos históricamente disciplinados y reconocibles de las ciencias sociales, desde y sobre Latinoamérica. Este mapa de rutas incluye tanto localizaciones particulares como trayectos y posiciones intermedias.

      Ahora bien, ¿qué significa que una parte de la investigación en comunicación social pueda pensarse como un mapa de rutas, y qué consecuencias o posibilidades teórico-metodológicas ofrece? Concretamente, ¿cuáles son las rutas que permitirían recorrer la conflictividad y el poder de Salvador de Jujuy desde el análisis cultural de narrativas televisivas locales?

      Vanina Papalini (2010) indica que, en términos prácticos, el conocimiento situado en el campo de la comunicación demanda resolver reflexivamente las tensiones que se producen al enfrentar los desafíos metodológicos. Deseo inscribirme en ese camino reflexivo, relatando conceptualmente cómo construí una aproximación teórico-metodológica interpretativa. Propongo la imagen del mapa de rutas, inspirada en los títulos de la biblioteca latinoamericana de la comunicación/cultura recién señalados, como figura que permite ordenar (relativamente) el relato sobre la producción de ese camino. Mapear el trayecto es una forma contextualista de explorar la biblioteca, de recorrer un estado de la cuestión articulando tales categorías, conceptos y líneas de abordaje en una reflexión situada sobre el conocimiento que se intenta producir, sin pretensiones de universalismo.

      La perspectiva teórica de este libro se basa en la literatura que enfatiza el carácter de producción social del espacio (Harvey, 2005 [1997]), resalta el carácter constituyente de la cultura en ese proceso (Williams, 1997) y vincula a ambos con específicas geografías del poder (Massey, 1995). Desde allí, especifico la mirada al espacio urbano y a la industria cultural contemporánea, para analizar la conflictividad de lo social en los sentidos de ciudad ofrecidos por narrativas audiovisuales locales circulantes en San Salvador de Jujuy. Ese marco permite trabajar en la zona de confluencia disciplinar que suele nombrarse como Estudios Culturales.

      Dentro de este piso fértil y amplio de los Estudios Culturales, propongo la elaboración de un conjunto teórico-metodológico que puede agruparse alrededor de la idea de configuración como principio clave de interpretación situada y contextual, y que me permitirá considerar a los procesos de significación del espacio urbano jujeño como parte constitutiva de la articulación de una serie de situaciones sociales de diverso tipo (económicas, políticas, culturales) que se acumulan y condensan en una coyuntura. Ese proceso configuracional y significativo puede interpretarse a través del análisis cultural de los “sentidos de ciudad” que se producen y reconocen en los procesos de comunicación de narrativas audiovisuales locales.

      La atención al espacio próximo de la ciudad capital de una provincia del noroeste argentino posibilita trabajar en las especificidades históricas o sociales en diálogo con procesos empíricos situados. Pero tal posibilidad no implica un “encapsulamiento” en tiempo y espacio, sino que la vincula a la problematización de la desigualdad en la intersección de escalas implicadas tanto en la capacidad de movimiento como en las posiciones relativas de actores y regiones, ya que implica considerar no sólo relaciones de copresencia, sino también aquello que se excluye o está ausente.

      Por la amplitud de experiencias que la denominación Estudios Culturales evoca (Richard, 2010), es necesario mencionar que recurro a la vertiente que se nombra habitualmente como Estudios Culturales Ingleses (Zubieta, 2000; Grimson, 1999) o Escuela de Birmingham (Hall y Grossberg, 1996 [1983] –quienes interponen cierta distancia irónica con la idea de “Escuela”–; Mattelart y Mattelart, 1997; Grimson y Varela, 1999; Mattelart, 2010; Grossberg, 2012).

      Preliminarmente, resulta necesario discutir al menos dos críticas recurrentes a la biblioteca y las investigaciones que se encuadran bajo ese espacio. En primer lugar, la posición crítica que ejemplifica la caracterización de Alexander (2000, p. 44) de esta línea de trabajo como “programa débil” de la Sociología Cultural. En segundo término, el debate en torno al “etiquetado” de las prácticas académicas y su vínculo con la colonialidad del saber (Mato, 2001; Rivera Cusicanqui, 2010).

      En el primer caso, Alexander (2000) critica a la Escuela de Birmingham la ambigüedad sobre el mecanismo a través del cual la cultura se vincula a la estructura y a la acción sociales. Al contrario, considero que esa caracterización no atiende al trabajo efectivo de estos teóricos. Lejos de concebir mecánicamente la cultura o sobresimplificar la acción cultural en dos posiciones dicotómicas (dominación/resistencia) previamente definidas y sin conflictos ni movimiento en cada una o entre ellas, la perspectiva ofrece algunas líneas definitorias que pretendo actualizar en este libro, y que podrían resumirse en la síntesis, propuesta por Hall (1996), de “marxismo sin garantías”. Esas líneas configuran un marco que puede pensarse a través de la figuras de la articulación (Hall y Grossberg, 1996; Slack, 1996), de la configuración cultural (Grimson, 2011; 2014) o de la dialéctica contexto/coyuntura (Grossberg, 2012). Se trata de las siguientes:

      a) La politicidad de la cultura en clave de hegemonía (Grimson y Caggiano, 2010; Hall, 1996). Puede definirse a la hegemonía como un proceso social dominante (aunque nunca exclusivo) que Williams (1997) describe como “un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene límites y presiones específicas y cambiantes” (p. 134).

      El autor (Williams, 1997) señala que la hegemonía “es siempre un proceso (…) jamás puede ser individual (…) [y] (…) no se da de modo pasivo como una forma de dominación” (p. 134). Esa calidad de proceso continuo y conflictivo implica que deba ser “continuamente renovada, recreada, defendida y modificada. Asimismo, es continuamente resistida, limitada, alterada, desafiada por presiones que de ningún modo le son propias”, por ello la hegemonía lleva consigo la necesidad de agregar “los conceptos de contrahegemonía y de hegemonía alternativa, que son elementos reales y persistentes de la práctica” (Williams, 1997, p. 134).

      La hegemonía es, entonces, un juego de límites y presiones de carácter continuo y su análisis no cancela, niega ni omite las específicas tensiones entre estructura y agencia que allí se producen, sino que demanda abordarlas en las específicas relaciones que ofrecen en determinada coyuntura.

      b) La noción de articulación como concepto crítico de dimensiones teóricas, metodológicas y epistemológicas (Hall y Grossberg, 1996; Morley, 2005; Slack, 1996;) que podríamos definir algo rápidamente como un juego situado, conflictivo y desigual de correspondencias y contradicciones entre los elementos heterogéneos y no infinitos de una configuración hegemónica. La noción de articulación permitió la transformación de “los estudios culturales desde un modelo de comunicación (producción – texto – consumo; codificar/decodificar) hasta una teoría de los contextos” (Grossberg, 1993, p. 4).

      Entiendo que las “mediaciones” propuestas por Jesús Martín-Barbero (1998) realizan operativamente ese movimiento en Latinoamérica. Es decir, producen un tipo de análisis que reúne conjuntos de actores, de objetos, de momentos comunicacionales, en espacios y tiempos precisos para dar cuenta de una configuración cuyas conexiones no son naturales ni tampoco inevitables, por lo que pueden ser rearticuladas. La articulación no es sólo una conexión, sino el proceso de crearla (Slack, 1996; Howley, 2010). Como todo proceso, es histórico y conflictivo. Se trata de la posible unión de dos elementos que no se ignoran completamente aunque tal vinculación no se produce exclusivamente como efecto de la mirada o el punto de vista de un observador o intérprete (como acontecería

Скачать книгу