Sentidos de ciudad. Alejandra García Vargas

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Sentidos de ciudad - Alejandra García Vargas Antropología, estudios culturales y relaciones de poder

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ciudades del campo de la comunicación/cultura13

      La vinculación entre ciudad, cultura y política, germinal en la experiencia iberoamericana por el papel de las ciudades en la estructuración del territorio de uno y otro lado de la relación colonial, se reflexiona desde los proyectos intelectuales que acompañaron los procesos emancipatorios y el lento camino de organización de los estados nacionales latinoamericanos hasta nuestros días, en un recorrido continuo de diálogo cambiante con la producción sobre ciudades de otros continentes.14

      En este apartado tomaremos una parte de esa experiencia de reflexión sobre lo urbano, recortada en el tiempo, en el espacio y en el tipo de abordaje, y la relacionaremos con el campo de la comunicación social, para abordar críticamente sus potencialidades, límites y alcances. Al hacerlo, ponemos en acto un ejercicio interpretativo que da cuenta de la forma de operar que planteamos como método. Esto es, partimos de la lectura de un conjunto de textos en los que encontramos puntos en común para relacionarlos a través de ejes específicos que nos permitan atender al sentido que producen para esta investigación y para el campo de la comunicación/cultura. El recorte temporal elige detenerse en textos que se produjeron durante los procesos de recuperación democrática en los países latinoamericanos y la primera parte de la década de 1990. El recorte espacial se limita a los países hispanoparlantes, en la convicción de que la traducción tardía e incompleta de autores brasileños al habla hispana y la escasa circulación de textos en esa lengua en nuestro país nos llevaría necesariamente a omitir partes significativas de su producción. El recorte por énfasis de interés se limita a ciertos tópicos que percibimos como transversales en los estudios culturales urbanos, y que a su vez conectan con nuestra propuesta de abordaje a través de los sentidos de ciudad.

      a) Mapas clásicos para un campo en formación

      Entre los textos hispanoamericanos que han circulado vastamente por el continente, y a partir de esa trascendencia han sido traducidos a otros idiomas, se encuentran: Latinoamérica, las ciudades y las ideas (1977) de José Luis Romero, La ciudad letrada (1984) de Ángel Rama, De los medios a las mediaciones (1987) de Jesús Martín-Barbero, Culturas híbridas (1992) y Consumidores y ciudadanos (1995) de Néstor García Canclini, y Una modernidad periférica (1988) de Beatriz Sarlo. En poco tiempo, esos textos adquirieron categorías de “clásicos” en los estudios del campo de la comunicación social dedicados a la ciudad y lo urbano, trabajos que acompañan y enriquecen la renovada intensidad que el tema adquirió para las ciencias sociales en general a partir de los procesos de restauración democrática de las dos últimas décadas del siglo XX.

      Luego, ingresan dos autores que se inscriben en el filo de lo clásico, con circulación inmediata y lectura recurrente entre los estudiosos de la comunicación latinoamericanos. Se trata de Armando Silva, con Imaginarios urbanos (publicado por primera vez en 1992), y Rossana Reguillo Cruz con En la calle otra vez. Las bandas: identidad urbana y usos de la comunicación (1991), y su posterior La construcción simbólica de la ciudad (1996), de menos circulación y lectura que el primero. Ambos, se inscriben abiertamente en el campo de la comunicación.

      Hacia y desde el 2000, es casi imposible resumir la enorme cantidad de textos sobre la ciudad y lo urbano que pueblan el continente. Esa fertilidad quizá sólo pueda abordarse en clave nacional. Por ejemplo, entre los aportes que se produjeron en Argentina que resultan de especial interés para mi abordaje se cuentan los libros de Gorelik (1998), Lacarrieu (1998), Svampa (2001), Carman (2006) y Segura (2015). Se trata de producciones de distintos ámbitos disciplinarios que se incorporan rápidamente a la discusión del campo de la comunicación.

      Por otra parte, durante todo este tiempo y hasta la actualidad, los autores y autoras que hemos mencionado como “clásicos” –excepto José Luis Romero– siguieron produciendo textos sobre ciudades.

      Como anuncié, me detendré en este apartado en los dos primeros grupos mencionados, retomando algunos aportes de los demás en el transcurso del análisis, ya que sistematizarlos requeriría un proceso de lectura y descripción dentro de marcos nacionales que abra el diálogo a la comparación continental o regional.

      b) Mapas urbanos en el pensamiento latinoamericano durante la restauración democrática

      Mirados en conjunto, los estudios “clásicos” del primer período de trabajo sobre ciudades en el campo de la comunicación presentan varios puntos transversales, de los que me interesa destacar la periodización, la localización y la idea de mezcla o encuentro cultural. Como veremos, esas preocupaciones adquieren diferentes matices en distintos autores, pero se retoman continuamente.

      Periodización histórica

      Latinoamérica, las ciudades y las ideas, cuya primera edición data de 1976, se constituye en una suerte de punto de partida ineludible en este período de estudios sobre ciudades del continente. La centralidad original del libro de José Luis Romero puede rastrearse, entre otras vías, por la manera en que se retoma en los demás autores citados. Por ejemplo, Jesús Martín-Barbero (1998) reconoce este estatuto mediante el largo diálogo que emprende con este libro en la tercera parte de De los medios a las mediaciones (titulada “Modernidad y massmediación en América Latina”).

      El texto de Romero propone una historia en tiempo largo de las ciudades del continente, a partir de ciertos puntos de contacto en la forma de vivir-juntos en las ciudades que atraviesan las diversas historias nacionales. Luis Alberto Romero, en el prólogo a la edición de 1986, señala que la clave interpretativa principal del libro reposa sobre la posibilidad de pensar a América Latina en conjunto a partir de “la unidad del estímulo, derivada del hecho colonial, y la diversidad de las respuestas” (Romero, 1986, p. XV). En ese sentido, este libro es una historia de América Latina, que en todo caso se escribe a partir de sus ciudades.

      Romero (1986) sistematiza formas de lo urbano latinoamericano desde la conquista hasta mediados del siglo XX. Para hacerlo, propone una tipología cronológica que ordena a las ciudades del continente en base a seis períodos (desarrollados en seis de los siete capítulos del libro). Esos tipos son: ciudades “de las fundaciones” (siglo XVI); “ciudades hidalgas de Indias” (siglo XVII); “ciudades criollas” (últimas décadas del siglo XVIII-primeras del siglo XIX); “ciudades patricias” (desde las independencias hasta 1880); “ciudades burguesas” (1880-1930) y “ciudades masificadas” (1930-1964).

      La periodización propuesta por Romero (1986) se reproduce en buena parte de los textos posteriores sobre ciudades latinoamericanas sin demasiada discusión. La única que escapa relativamente a estas etapas es Sarlo (1999), ya que trabaja sobre el período 1920-1930, alterando el corte que toma Romero (1986) –y recupera Martín-Barbero (1998)– de 1930 como clave de una “unificación visible” vinculada al proceso de incorporación de los países de la región a la modernidad industrializada y al mercado internacional.

      Pero estos textos ya también clásicos realizan el movimiento contrario al emprendido por el historiador argentino, ya que desagregarán, para cada ciudad o para un conjunto, las características que vuelven únicos estos procesos, prestando atención a determinados períodos (el de las “ciudades masificadas” en el caso de Martín-Barbero [1998], el de 1920-1930 en el de Sarlo [1999], el de la contemporaneidad en el de García Canclini [1990 y 1999]). Ya no es una historia social que aborda procesos económicos, sociológicos y culturales en conjunto en tiempo largo, si no que se trata de intereses más localizados y en un lapso acotado.

      Localización metropolitana en capitales nacionales

      También permeó hacia la producción latinoamericana “clásica” (salvo el caso específico de Sarlo [1999], que con persistencia heredada de los Estudios Culturales ingleses se ocupa sólo de Buenos Aires,

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