En palabras del Buddha. Bhikkhu Bodhi
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу En palabras del Buddha - Bhikkhu Bodhi страница 6
El Cullavagga, uno de los libros del Vinaya Piṭaka pali, da cuenta de cómo fueron compilados los textos autorizados en el primer concilio buddhista, que tuvo lugar tres meses después del Parinibbāna del Buddha. Según este informe, poco tiempo después de la muerte del Buddha, el anciano Mahākassapa, el cabeza de facto del Saṅgha, seleccionó a 500 monjes, todos ellos Arahants o liberados, para ocuparse de compilar una versión autorizada de las enseñanzas. El concilio tuvo lugar durante el retiro de lluvias en Rājagaha (el moderno Rajgir), la capital de Magadha, el entonces estado dominante de la India Media.4 Mahākassapa pidió en primer lugar al venerable Upāli, el principal especialista en asuntos disciplinarios, que recitara el Vinaya. Sobre la base de esta recitación se recopiló el Vinaya Piṭaka, la Colección sobre la disciplina. Mahākassapa le pidió entonces al venerable Ānanda que recitara «el Dhamma», es decir, los discursos, y sobre la base de su recitación fue recopilado el Sutta Piṭaka, la Colección de los discursos.
El Cullavagga expone que cuando Ānanda recitó el Sutta Piṭaka, los Nikāyas tenían el mismo contenido que tienen hoy, con los suttas ordenados en la misma secuencia en la que aparecen hoy en el Canon Pali. Esta narración recoge sin duda la historia pasada a través del prisma de un periodo posterior. Los Āgamas de las escuelas buddhistas distintas de la Theravāda corresponden a los cuatro Nikāyas principales, pero clasifican los suttas de una forma diferente y ordenan su contenido en un orden también distinto de los Nikāyas pali. Esto sugiere que si la disposición de los Nikāya-Āgama no surgió en el primer concilio es que éste no asignó aún los suttas a sus lugares definitivos dentro de este esquema. De forma alternativa, es posible que este esquema surgiera en un momento posterior. Puede haberlo hecho en algún momento después del primer concilio, pero antes de que el Saṅgha se dividiera en distintas escuelas. Si hubiera surgido durante la época de las divisiones sectarias, podría haber sido presentado por una escuela y, más tarde, cedido a las demás, de modo que las diferentes escuelas habrían asignado sus textos a diferentes lugares dentro del esquema.
Aun cuando el relato que hace el Cullavagga del primer concilio puede incluir material legendario mezclado con hechos históricos, parece que no hay razón para dudar del papel de Ānanda en la preservación de los discursos. Como ayudante personal del Buddha, Ānanda había aprendido los discursos de él y de otros grandes discípulos, los había retenido en su memoria y enseñado a los demás. Durante la vida del Buddha, había sido elogiado por sus capacidades retentivas y fue designado el «principal de aquellos que han aprendido mucho» (etadaggaṃ bahussutānaṃ).5 Pocos monjes podrían haber tenido recuerdos que pudieran igualar a los de Ānanda, pero, ya durante la época de la vida del Buddha, monjes individuales debieron de empezar a especializarse en textos particulares. La estandarización y simplificación del material habría facilitado la memorización. Una vez que los textos fueron clasificados en Nikāyas o Āgamas, el reto de preservar y transmitir el legado textual se resolvió organizando a los especialistas en textos en grupos dedicados a colecciones específicas. Los diferentes grupos dentro del Saṅgha podían así centrarse en memorizar e interpretar las distintas colecciones y la comunidad en su conjunto evitaba tener que aplicar una demanda excesiva sobre la memoria de determinados monjes. De esta forma, las enseñanzas pudieron continuar siendo transmitidas durante los siguientes tres o cuatro siglos, hasta que, finalmente, fueron consignadas en escritura.6
En los siglos siguientes a la muerte del Buddha, el Saṅgha se dividió por asuntos disciplinarios y doctrinales de modo que, hacia el siglo tercero después del Parinibbāna, había al menos 18 escuelas de Buddhismo sectario. Cada secta tenía probablemente su propia colección de textos considerados más o menos canónicos, aunque es posible que varias sectas de una filiación próxima compartieran la misma colección de textos autorizados. Mientras que diferentes escuelas buddhistas pudieron haber organizado sus colecciones de forma diferente y aunque sus suttas mostraran diferencias de detalle, los suttas individuales son a menudo extraordinariamente similares, a veces casi idénticos, y las doctrinas y prácticas que definen son esencialmente las mismas.7 Las diferencias doctrinales entre las escuelas no surgirían de los suttas mismos, sino de las interpretaciones que los especialistas en textos imponían a partir de ellos. Tales diferencias se agravaron después de que las escuelas rivales formalizaran sus principios filosóficos en tratados y comentarios que exponían sus puntos de vista distintivos sobre aspectos doctrinales. Hasta donde podemos determinar, los sistemas filosóficos refinados tuvieron sólo un mínimo impacto sobre los propios textos originales, que las escuelas parecían poco dispuestas a manipular para satisfacer sus programas doctrinales. En lugar de ello, por medio de sus comentarios, se esforzaron en interpretar los suttas de tal manera que explicitaran ideas que apoyaran sus propios puntos de vista. No es inusual que estas interpretaciones aparezcan como defensivas y artificiosas, contrarias a las palabras de los propios textos originales.
EL CANON PALI
Tristemente, las colecciones canónicas pertenecientes a la mayoría de las principales escuelas buddhistas indias tempranas se perdieron cuando el Buddhismo indio fue devastado por los musulmanes que invadieron el norte de la India en los siglos XI y XII. Estas invasiones hicieron sonar de forma efectiva la sentencia de muerte para el Buddhismo en la tierra de su nacimiento. Sólo una colección de textos perteneciente a una de las escuelas buddhistas indias tempranas consiguió sobrevivir intacta. Ésta es la colección preservada en la lengua que conocemos como pali. Esta colección pertenecía a la antigua escuela Theravāda, que se había implantado en Sri Lanka en el siglo III a.C. y así consiguió escapar de los estragos causados al Buddhismo en la madre patria. Casi al mismo tiempo, el Theravāda se extendió también hacia el sudeste asiático y en siglos posteriores se convertiría en dominante en toda la región.
El Canon Pali es la colección de textos que el Theravāda considera como Palabra del Buddha (buddhavacana). El hecho de que el texto de esta colección haya sobrevivido como el único canon no significa que pueda ser datado en su totalidad como del mismo periodo; tampoco significa que los textos que conforman su núcleo más arcaico sean necesariamente más antiguos que sus homólogos de otras escuelas buddhistas, muchos de los cuales han sobrevivido en traducciones chinas o tibetanas como parte de cánones completos o, en algunos casos, como textos aislados en otra lengua india. De cualquier modo, el Canon Pali tiene una especial importancia para nosotros y esto es así por, al menos, tres razones.
Primera, se trata de una colección completa perteneciente a una única escuela. Aunque podemos detectar signos claros de desarrollo en el tiempo entre diferentes porciones del canon, esta convergencia con una única escuela le da al texto un cierto grado de uniformidad. Entre los textos con origen en el mismo periodo, podemos incluso hablar de una homogeneidad de contenidos, un único sabor subyacente a las expresiones múltiples de la doctrina. Esta homogeneidad se hace más evidente en los cuatro Nikāyas y en las partes más antiguas del quinto Nikāya y nos da razones para creer que con estos textos –teniendo en cuenta la reserva expresada anteriormente de que tienen homólogos en otras escuelas buddhistas extintas– hemos alcanzado el sustrato más antiguo de la literatura buddhista que se puede encontrar.
Segunda, la colección completa ha sido preservada en una lengua indo-aria media, una lengua estrechamente relacionada con la lengua (o, más probablemente, los distintos dialectos regionales) que el mismo Buddha habló. Llamamos a esta lengua pali, pero el nombre para esta lengua surgió en realidad a partir de un malentendido. La palabra pāli significa propiamente «texto», es decir, el texto canónico a diferencia de los comentarios. Los comentaristas se refieren a la lengua en la cual se han preservado los textos como pālibhāsā, «la lengua de los textos». En un momento dado, el término fue malinterpretado