Las mentiras del sexo. Antonio Galindo Galindo

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Las mentiras del sexo - Antonio Galindo Galindo Psicología

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      1 La falta de experiencia sexual da lugar a inopia sexual, es decir, a la ignorancia y los prejuicios (fantaseo al respecto de lo que no conozco a través del morbo).24

      2 Lo que no se experimenta como propio se convierte en asignatura pendiente, dado que no tenemos desarrollo ni maduración al respecto.

      3 La falta de desarrollo hace que nos limitemos en nuestro crecimiento como personas.

      4 Por otra parte, cuando carecemos de algo, lo buscamos incesantemente. El dinero es un tema constante de preocupación (y un problema) para quien no lo tiene. Y la salud lo es cuando falta. En muchas ocasiones no nos acordamos de la salud hasta el momento en que nos enfermamos. Psicológicamente hablando suele ser la carencia de algo, el no tenerlo, lo que hace que busquemos ese algo.

      5 Al prohibir el acceso a algo provocamos inconscientemente que se busque con ms fuerza: la represión vive de la tentación.

      6 La ley de la represión sera: veto el tema, creo la necesidad de buscarlo, entonces, ya tengo asegurada su incesante búsqueda. Cuanto más reprimo algo, más lo busco después.

      7 Por eso la sexualidad es un tema que nos preocupa: lo que intento disimular o evitar me vuelve, tarde o temprano, una y otra vez en forma de cualquier tipo de problema sexual.

Moraleja: si llamamos felicidad a estar en conexin con nuestras necesidades, las relaciones sexuales conscientes nos acercan a la felicidad.

      3. ¿CUÁNTOS SEXOS HAY?

      Mi conclusión en este capítulo será que, más allá de las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la vivencia del sexo (que puede deberse a una cuestión cultural), las diferencias existen entre seres humanos, independientemente de su sexo. El hilo general de mi argumentación son las personas más que los sexos, es decir, que entre dos hombres ya hay conductas sexuales diferentes y entre dos mujeres también. Por lo tanto, el problema de que haya un modelo sexual imperante afecta a unos y a otros, y ambos están sometidos a un estereotipo cultural (y sexual) que se espera que cumplan para considerárseles hombres y mujeres según la división de roles que nuestra sociedad tiene establecida. Lo que remarcaré es que cada cual (sea hombre o mujer o lo que se considere) viva su sexualidad con la conciencia más grande posible de lo que quiere y puede hacer y hacia dónde quiere ir, independientemente del sexo al que pertenece. La pertenencia a un sexo biológico u otro (ser varón o hembra) puede explicar algunas conductas sexuales, pero lo que explica más cosas en profundidad es el hecho de sentir o percibir como seres humanos diferentes.

      No obstante, aunque el contexto de mis palabras sea hablar de personas y no de sexos diferentes, considero importante dedicar un espacio en este capítulo a plantear si hay diferencias de conductas y manifestaciones diferentes debido a que nuestra genética, nuestra educación y nuestra cultura aborda a ambos sexos de manera distinta. Sigue vigente el esquema de que, en temas psicológicos, se espera de las chicas conductas diferentes a las de los chicos, lo cual afecta la propia salud emocional y mental, así como el comportamiento sexual.

      Las consecuencias de la falta de igualdad todavía pueden verse claramente en cualquier tipo de manifestación educativa o cultural, desde el tipo de juguetes que se anuncian a los niños (que en algunos casos son sexistas). Y en las empresas los cargos directivos siguen siendo mayoritariamente destinados a hombres y no tanto a mujeres.

      Si existen o no diferencias entre hombres y mujeres –en general y sexuales en particular– es un tema trillado y arduo. Hay quienes piensan que hay diferencias sexuales entre hombres y mujeres, otras personas dirán que no tantas. Es decir, cada cual tendrá su propia percepción de los hechos, lo cual quiere decir que éste es un tema controvertido, como lo es la sexualidad en sí. Mi propuesta será presentar algunas paradojas y datos que pueden ilustrar estas diferencias para luego concluir que disfrutar de una sexualidad sana es aceptar las diferencias, no para usarlas en contra de uno u otro sexo, sino para vivir una vida plena, libre y consciente.

      Pero antes de abordar las diferencias quiero hacer mención al propio título que estamos tratando: ¿realmente hay dos sexos o deberíamos mejor hablar de dos realidades sexuales?

      ¿DOS SEXOS O MÁS DE DOS?

      Siempre me llamó la atención que en los carnets de identidad españoles –y en los de otros países también– figurase un epígrafe dedicado a señalar el sexo de la persona, para el que entiendo que sólo hay dos opciones, V o H, en función de si se es varón o hembra. Ahora se usa también M o F para distinguir masculino de femenino.

      Cuando decimos que una persona es de sexo varón, ¿qué quiere decir esto exactamente? ¿Que tiene pene y testículos? ¿Sirve para definir a un ser humano el atribuirle un sexo en base a los genitales? Las investigaciones demuestran que hay excepciones a esta regla, tanto a nivel físico como a nivel mental:25

Síndrome de la insensibilidad androgénica El caso de Anne S. (citado por Pinel, 2001, pág. 343) Anne S., una atractiva mujer de 26 años, solicitó trata­miento debido a dos trastornos relacionados con el sexo: ausencia de menstruación y dolor durante el acto sexual. Solicitó ayuda porque ella y su marido, a lo largo de cuatro años, habían intenta­do, sin éxito, tener hijos, y ella asumía que una parte del problema era la ausencia del ciclo menstrual. Un examen físico reveló que Anne era una mujer joven y sana. Su única particularidad evidente en principio era la escasez y debilidad del vello púbico y axilar. Un examen de sus genitales externos no reveló ninguna anormalidad. Sin embargo, había algunos problemas con los genitales internos. La vagina medía sólo cuatro cen­tímetros de longitud y el útero no estaba desarrollado. Los médicos de Anne llega­ron a la conclusión de que era un hombre. No, esto no es una errata de imprenta. Llegaron a la conclusión de que Anne, la atractiva y joven ama de casa, era en realidad un hombre felizmente casado .Y Anne tiene lo que se llama síndrome de insensibilidad androgénica. Síndrome androgenital (citado por Pinel, 2001, pág. 344) El síndrome androgenital es un trastorno del desa­rrollo que da como resultado una hiperactividad adrenal compensatoria y un exceso de liberación de andróge­nos adrenales. Esto tiene poco efecto en el desarrollo de varones, aparte de acelerar el inicio de la pubertad, pero tiene efectos importantes sobre el desarrollo de hembras genéticas. Las hembras que sufren el síndro­me andrenogenital suelen nacer con un clítoris agranda­do y los labios especialmente fusionados. Si el síndrome androgenital se diagnostica en el momento del nacimiento de la niña, las anormalidades de los genitales externos pueden ser corregidas por medio de cirugía y cortisol, que se administra para reducir los niveles de los andrógenos adrenales circu­lantes.

      Los casos expuestos ilustran que la propia naturaleza tiene excepciones en cuanto a la regla aparente de definirse varón o hembra en base a los genitales o atributos sexuales que tenemos. Es decir que la clasificación de dos sexos, hombre o mujer, chico o chica, tiene sus cuestionamientos. Y no sólo a nivel físico, sino a nivel mental, lo cual es aún más apasionante:

       ¿Todos los seres humanos con pene y testículos se sienten hombres?

       ¿Todos los seres humanos con vagina se sienten mujeres?

La identidad de género (concepto desarrollado por Willerman,26 entre otros) no tiene que ver con la orientación sexual. Se refiere al sentimiento interno de la persona y es individual: sentirse hombre, mujer o ambivalente.Existen aparte atributos sexuales masculinos y femeninos que sólo explican el envoltorio físico, pero no lo que hacemos sexualmente. A ello le llamaremos sexo biológico.Finalmente, la orientación sexual

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