Las mentiras del sexo. Antonio Galindo Galindo

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Las mentiras del sexo - Antonio Galindo Galindo страница 7

Las mentiras del sexo - Antonio Galindo Galindo Psicología

Скачать книгу

es una parte de la vida. Hay seres humanos que lo conciben como algo integrado y otros como algo separado. En definitiva, sexo es lo que tú decides y sientes que es. Y tú puedes investigar cómo se expresa y surge dentro de ti.

      ¿Se puede decir que dentro de ti existe ese espacio que evoca sensaciones sexuales y que esas sensaciones empiezan en un punto determinado? ¿Empieza y acaba, o siempre está ahí? ¿Cómo te das cuenta de que eres sexual? ¿Lo eres o no lo eres? Hay personas para las cuales todo es sexo y otras para quienes nada lo es. ¿Cuál es tu situación?

      Sugiero que existe una especie de umbral interior (para lo que iré dando datos para facilitar una investigación personal) que dirime, en un momento dado, en una situación dada, lo que para cada uno es sexo o no lo es.

      ¿En dónde vemos o sentimos el sexo?, ¿dónde está tu percepción del sexo? ¿En la excitación sexual?, ¿en el placer?, ¿en todo el cuerpo o en algunas partes concretas?, ¿en el punto en el que se acaba el daño o empieza el daño?, ¿en el momento en que te desinhibes y todo fluye dentro de ti?, ¿en una obligación a la que responder en función de quién tienes delante? ¿Es un espacio permanente o a veces lo que en un momento es sexo en otro diferente ya no lo es? ¿Dónde comienza para ti lo que percibes y empiezas a llamar sexo? ¿Qué situaciones o circunstancias –cosas que ves o sientes– se acoplan para ti a lo que en tu manera de ver se trata de sexo?

      Unos pueden ver sexo estrictamente en la penetración o el sexo anal, o en hacer una orgía o hacer el amor con su pareja; otros, en el modo de caminar de un hombre o una mujer que les gusta físicamente, en el contoneo de un cuerpo, en la simple visión de las nalgas de una mujer mientras pasea por la calle o en los genitales de un hombre apretados en el pantalón. Otros pueden ver sexo en cada manifestación de la vida, en una boca con labios carnosos, o en la gota de agua que destila de esos labios después de beber. Otros pueden sentir que entran en su dimensión sexual cuando están cerca de una persona que les recuerda a un amante que hace tiempo que no ven. Para otros el sexo puede ser una manera de compadecerse de un ser humano o el único modo de relacionarse. Hay quienes sólo se vinculan a través del sexo y aquéllos que lo último que harían es ver sexo cuando de personas se trata. Y dicen de santa Teresa de Jesús que entraba en éxtasis con Cristo… ¿Era eso sexo?

      El ámbito del sexo es libre, personal e intransferible. No guarda lógica objetiva alguna, si bien está sometido a las historias personales y los condicionamientos culturales. Pero aunque un grupo de personas que pertenecen al mismo grupo social y cultural hayan sido educadas en las mismas pautas de comportamiento, las vivencias y sensaciones con relación al sexo son tremendamente diferentes. Y eso no excluye que las mismas cosas puedan hacernos sentir o vivir lo mismo a muchas personas.

      Pero si llegamos a ejercer la libre elección y emprendemos un camino de investigación personal sobre nuestra sexualidad, podremos comprobar que nuestras maneras de vivir y sentir el sexo a veces responden a patrones ajenos a nuestra voluntad, que somos presas de automatismos y dinámicas casi involuntarios… Que estamos prácticamente programados para responder de manera inconsciente a lo que se suele considerar un símbolo sexual en general, sin haber accedido a la oportunidad de vivir el sexo que realmente queremos para nosotros. Imagina que nunca te hubiesen contado nada acerca de prácticas sexuales ni hubieses visto películas o revistas eróticas o pornográficas, ni hubieses visto a nadie practicando sexo, ¿cómo expresarías tu sexualidad sin comparaciones ni clichés anteriores?

      Existe además una perspectiva evolutiva en la percepción del sexo: para un adolescente el sexo suele tener connotaciones estrictamente asociadas a las prácticas sexuales relacionadas con los genitales (masturbación, felación y, sobre todo, penetración), mientras que en edades adultas –si se han vivido etapas genitales–10 tenemos más probabilidad de que el sexo se viva como algo más global o dimensional; más allá de las prácticas sexuales que involucran genitales hay personas que buscan la sensualidad en gestos, caricias, tacto, reconocimiento del otro, miradas, si bien estos datos no dejan de ser generalidades que a lo mejor sientes que no te representan.

      EL PROPIO UMBRAL INCONSCIENTE DEL SEXO

      A través de los sentidos puedes tener pautas específicas para reconocer tus entradas y salidas del espacio que estamos denominando sexo. ¿De qué color es el sexo cuando surge como sensación, idea, intuición o expresión en ti?

      ¿Te evoca sexualmente alguna de la siguientes situaciones?

       Los sonidos del sexo: tus propios gemidos, los jadeos de una persona anónima, los de tu pareja sexual, sentir al vecino cuando hace el amor, cuando te hablan al oído, que te seduzcan con voz baja, cuando escuchas una canción de amor…

       Los gustos del sexo: el sabor del chocolate, de una boca que ya has besado antes, la de tu pareja actual, el sabor a tabaco en la boca de quien compartes sexo, de la última copa, del helado de fresa…

       El tacto del sexo: los pezones tuyos o de otros, los dedos, el cuello, la lengua, los besos superficiales o profundos, los pies, los genitales, las caricias, las manos en cualquier parte o mejor sin manos… La felación, la penetración, la masturbación, el roce de la piel…

       El olor del sexo: las axilas, el perfume, alguien recién duchado o alguien sudoroso tras una carrera, el olor a café, el olor a tabaco de pipa, el olor a gasolina o el olor a limpio…

       La visión del sexo: un gesto de alguien, una camiseta ajustada marcando el pecho de una mujer o de un hombre, mirar profundamente a los ojos mientras haces el amor, dos animales que copulan, entrar en una tienda de lencería, ver el escaparate de una tienda de moda, el top less, el desnudo en el arte: los cuadros de Botticelli, una película erótica o pornográfica…

      ¿Es sexo lo que ves? ¿Es sexo lo que tú haces con tu cuerpo? ¿Es sexo lo que hacen los demás cuando tú lo ves? Y cuando no lo ves, ¿sigue teniendo valor de sexo para ti en tu cabeza? ¿Es sexo para ti lo que hace un exhibicionista o –según tus propios criterios– eso entra ya en la mala educación? ¿Es sexo la paz o la energía universal? ¿Podemos hacer el amor con el universo y a ello lo podemos denominar sexo? ¿Dónde está tu umbral? ¿Dónde empiezas y acabas en cuestiones de sexo? ¿Dónde empiezas y acabas tú? ¿Acabas en algún momento o quizás nunca empezaste?

      2. LO QUE HAY DETRÁS DE QUE EL SEXO SEA UN TEMA APARTE

      Quiero proponer en este capítulo dos razones básicas de por qué la sexualidad es un tema que no se trata con la misma naturalidad que otros temas en nuestra cultura. Estas razones son: primero, el origen de las familias, en las que el fin básico del sexo ha sido culturalmente el de la reproducción, y segundo, lo que llamaré de manera general la represión sexual. Y sugiero por lo tanto que la consideración social del sexo que tenemos (la distinción entre cosas permitidas y cosas prohibidas) es sólo una de las alternativas posibles. Así pues, todas las posibilidades son reales –y no las juzgo como buenas o malas–; es decir, todas las posibilidades existen, se dan. Cualquier manifestación sexual es en sí posible. Para hablar de lo normal o anormal de unas determinadas prácticas sexuales, hace falta entenderlas en el contexto en el que se producen y referirlas al propósito al que sirven. Veamos:

Estar desnudos en un espacio público es una práctica normal en algunas tribus de África o Nueva Zelanda,11 pero en las calles de las ciudades de España, México o Estados Unidos se considera anormal. En algunas tribus12 el cuñado puede relacionarse sexualmente con la esposa de su hermano cuando éste no está. En nuestra cultura llamaríamos a eso “ponerle los cuernos” y sería anormal y hasta una traición. En países árabes existe como pauta cultural admitida la poligamia (un hombre puede tener varias mujeres), pero no

Скачать книгу