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Seleccionar una música adecuada, en base a los gustos personales o rítmicamente acorde con los objetivos que se quieren lograr, y hacer que los participantes la escuchen antes de la actividad deportiva generará que el cuerpo se active para el ejercicio, aumentando la frecuencia cardíaca y variando algunas concentraciones hormonales en sangre.
Antes de una competición, cuando el estado de ansiedad es alto, lo cual constituye un handicap, también puede emplearse música más lenta que rebaje el estado de activación del organismo. En algunas actividades una activación alta puede ser positivo, pero en otras, por ejemplo en las que el movimiento requiere más precisión, no es recomendable sobrepasar determinada activación.
En caso de que el grupo de personas que realiza la actividad deportiva sea estable, o de constituir varias sesiones de entrenamiento, se puede utilizar siempre una misma música – que reúna las características necesarias para servir de estimulante y activador promoviendo un estado de activación óptimo – con el preentrenamiento, estableciendo así una asociación. En consecuencia, obtenemos un doble efecto: por el carácter de la música en sí y por la posibilidad de anticipar el entrenamiento al realizar una asociación clásica.
Esto mismo puede aplicarse momentos antes de concluir el entrenamiento para conseguir una recuperación más rápida. En este caso, es recomendable elegir una música lenta y relajante que disminuya las variables fisiológicas involucradas en el ejercicio y predisponga emocionalmente a un estado de relajación. De la misma manera, se puede condicionar la respuesta de relajación y recuperación con una música concreta o un tipo de música expuesta al final del entrenamiento.
Música durante el entrenamiento
La selección de la música depende siempre del tipo de actividad deportiva y las necesidades de cada momento. En actividades como yoga o pilates, por ejemplo, es preferible emplear una música más lenta; mientras que con ejercicios aeróbicos es mejor usar músicas más vigorosas. La música relajante también hacer disminuir la fuerza, por lo que es preferible no usarla antes o durante ejercicios de levantamiento de pesas o similares.
Por otro lado, los entrenamientos caracterizados por cambios de ritmo pueden apoyarse en la música utilizándola como presentación de esos cambios y como generadora de energía cuando se requiera aumentar el esfuerzo. El incremento de la intensidad y velocidad de la música anticipará la necesidad de aumentar el esfuerzo físico, motivando a la persona a llevarlo a cabo y potenciando en el cuerpo un estado de activación óptimo.
En caso de tener que realizar actividades deportivas repetitivas, la música sincrónica es muy eficaz, por lo que se recomienda introducirla para ejercicios como correr, pedalear, patinar, etc.
Visualización
La visualización e imaginería mental, técnicas muy usadas en psicología del deporte, han mostrado ser más eficaces cuando van acompañadas de música, siempre y cuando esta vaya acorde con las necesidades de la persona que está realizando la actividad.
Lesiones deportivas
Otra funcionalidad de la musicoterapia es contribuir en la recuperación de una lesión, ya sea de forma activa o pasiva: utilizar música motivadora relacionada con experiencias de éxito en la curación puede fomentar las emociones positivas y otros sentimientos internos, y si lo que se pretende es que la persona entrene determinado movimiento, pueden emplearse técnicas de musicoterapia más activas, como el uso de instrumentos, bien mediante la libre improvisación o con actividades semiestructuradas o estructuradas. Los instrumentos de percusión, por ejemplo, pueden motivar a la persona a la movilidad, a la vez que incorporan componentes emocionales.
En el caso de que existieran experiencias traumáticas relativas a la lesión, se trabajaría desde un plano más clínico.
Objetivos dirigidos al ámbito grupal
Si bien las técnicas de musicoterapia más utilizadas son las pasivas, es decir, las referentes a la escucha, también la libre improvisación puede emplearse para trabajar elementos que incidan indirectamente en la práctica deportiva. En deportes de equipo, por ejemplo, pueden realizarse dinámicas grupales con el objetivo de mejorar la cohesión grupal y la relación entre los diferentes miembros del equipo, además de mejorar el manejo emocional (objetivo que también puede abordarse en sesiones individuales).
Describir esta técnica de libre improvisación resulta complejo, pues requiere conocimientos técnicos musicales, pero, a modo de resumen, podemos decir que consiste en crear música con instrumentos, estableciendo como premisa base que la música y las conductas que acompañan el proceso reflejarán aspectos del mundo emocional y comportamental de la persona. En este caso, la comunicación no se produce a nivel verbal, sino a un nivel más primario, esto es, a nivel musical (Wigram, 2004).
Para utilizar esta técnica es fundamental que el terapeuta tenga conocimientos musicales y de improvisación con el instrumento en cuestión, con el fin de poder dirigir adecuadamente la actividad mediante el uso de la música. No obstante, también pueden realizarse otro tipo de actividades a un nivel más superficial, emocionalmente hablando, y utilizando instrumentos musicales, como se sugiere a continuación*:
Dinámica I
■ Objetivo: mejorar la cohesión grupal y el autoconocimiento personal en el grupo.
■ Descripción de la actividad: cada participante elige un instrumento. El líder, que irá rotando en el grupo, tendrá el instrumento más potente para establecer el ritmo, como un bombo, timbal o tambor. Así pues, este marca un ritmo que los demás deben seguir, aunque también pueden introducir pequeñas variaciones (contratiempos, duplicar o triplicar las percusiones en un tiempo…), pero sin variar la base, que solo será modificada cuando el líder lo decida, obligando al resto al cambio.
■ Desarrollo de la actividad: dependiendo del tipo de relación existente en el grupo y de los objetivos establecidos, puede proponerse, por ejemplo, una reflexión individual acerca de cómo se han sentido siendo líderes (hay personas que disfrutan más y otras que rechazan por completo esta función), cómo se han encontrado siguiendo a cada participante (por ejemplo, si la relación entre ellos no es buena, podría ocurrir que alguien se sintiera incómodo al tener que prestar tanta atención al otro), etc.
También puede realizarse a modo de comentario grupal si se considera oportuno.
Dinámica II
■ Objetivo: mejorar la interacción entre miembros del equipo y la cooperación grupal.
■ Descripción de la actividad: componer una canción en la que todos participen, cada uno con un instrumento diferente, por lo que todos los miembros del grupo tienen un lugar específico en la composición resultante. Esta es la clásica actividad de cooperación grupal.
■ Desarrollo de la actividad: deben cuidarse las formas mientras se desarrolla la tarea; el psicólogo ejercerá de moderador y hará que todas las propuestas se escuchen por igual, a la vez que procurará que se dirijan unos a otros con el debido respeto, etc.
Las actividades en las que se deba compartir un instrumento o se establezca una interacción entre personas mediante la música son recomendables para mejorar las relaciones interpersonales y aumentar los sentimientos positivos hacia