Terapia craneosacra I. John E. Upledger
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Inión: protuberancia occipital externa.
Lambda: convergencia de las suturas lambdoidea y sagital.
Pterión: convergencia de los huesos frontal, parietal, esfenoides y temporal.
Víscera: órgano que no es músculo ni hueso. El hígado, el corazón, los pulmones, etc., son vísceras.
Anexos: tejidos conjuntivos íntimamente relacionados con una víscera.
Eminencia tenar: porción muscular espesa y grasa de la palma de la mano por el lado del pulgar. La eminencia hipotenar está en el lado del V dedo.
Rotación interna: rotación de las extremidades hacia el interior; p. ej., los dedos de paloma.
Rotación externa: lo contrario de la rotación interna.
Bombeo linfático: cualquier técnica de tratamiento que colabora en el movimiento de la linfa por el cuerpo. La razón del uso de la técnica de bombeo linfático es mejorar la eliminación de las sustancias de desecho tóxicas del cuerpo, y mejorar la circulación de los anticuerpos. Esta técnica se recomienda como tratamiento para infecciones e intoxicaciones.
El bombeo linfático suele realizarse de una o dos formas, ambas con el paciente en decúbito supino. En una, el terapeuta coloca las palmas de la mano sobre las plantas de los pies del paciente. Se empujan los pies de modo intermitente con una frecuencia de aproximadamente 180 veces por minuto y con una excursión de 5-10 cm hasta que el abdomen del paciente parezca oscilar. Se mantiene la acción 5-10 minutos. Como alternativa, el terapeuta permanece de pie detrás de la cabeza del paciente con la mano sobre la porción anterior del tórax del mismo. Se le pide que respire un poco más hondo de lo normal. A medida que el paciente espira, el terapeuta sigue el movimiento posterior-caudal de la caja torácica. Sin embargo, se opone resistencia firme al movimiento anterior-cefálico durante la inhalación. Se repite durante 3-4 ciclos con una presión aplicada constantemente sobre el pecho. Luego, justo después de iniciarse la inhalación, el terapeuta retira las manos de repente. Debería oírse un ruido sibilante de distensión. La técnica puede repetirse 2 ó 3 veces.
Capítulo 3
Ritmo craneosacro: habilidades palpatorias
La mayoría de vosotros habéis pasado años estudiando ciencias y habéis aprendido a depender mucho de la razón y la mente. Probablemente estéis convencidos de que la información que puedan aportar las manos es poco segura. Tal vez consideréis seguros los hechos cuando están impresos en el ordenador, proyectados en una pantalla o leídos en el indicador de un aparato electrónico. Con el fin de usar las manos y empezar a desarrollarlas como instrumentos fiables para el diagnóstico y el tratamiento, hay que aprender a confiar en ellas y en la información que puedan proporcionarnos.
Aprender a confiar en las manos no es una tarea fácil. Hay que aprender a derivar la mente consciente y crítica mientras se aprecian mediante la palpación cambios sutiles en el cuerpo que se explora. Se debe adoptar una actitud empírica para aceptar temporalmente sin dudar las percepciones que llegan de las manos al cerebro. Aunque esta actitud sea inaceptable para la mayoría de los científicos, se recomienda hacer la prueba. Una vez que se haya desarrollado la habilidad para la palpación, se podrá someter a crítica lo que se aprecie con las manos. Si se ejercita la crítica antes de aprender a palpar, nunca se aprenderá a usar las manos con eficacia como instrumentos diagnósticos y terapéuticos altamente sensibles que son.
Recientemente, la función del cerebro se ha dividido por razones de conveniencia en actividades del hemisferio derecho y del izquierdo. Esta división puede resultar muy simple, pero es útil para el fin del desarrollo de un modelo conceptual sobre el cual fundar una explicación comprensible.
Se considera que el lado izquierdo del cerebro es el racional, razonador y crítico; el lado derecho, el creativo, fantaseador, imaginativo e intuitivo. El proceso educativo al que todos estamos sujetos, sobre todo en las ciencias, ha respaldado el desarrollo del lado izquierdo del cerebro. El lado derecho se ha dejado de lado excepto en el arte, la música y otras actividades creativas. A menudo, los estudios creativos se consideran de menos valor que las ciencias. Como resultado, el lado izquierdo del cerebro ha crecido hasta ser hipercrítico, egocéntrico, omnisciente, intimidador y casi autónomo. Por otra parte, el hemisferio derecho es silencioso, reservado, tímido, miedoso y tal vez inmaduro. Este hemisferio derecho es en gran medida virgen, dado que cuando una idea surge del lado derecho del cerebro y se hace consciente, el lado izquierdo de inmediato comienza a decir por qué esa idea es estúpida e irracional.
Con el fin de desarrollar las habilidades para la palpación y empezar a percibir los movimientos fisiológicos del sistema craneosacro, es necesario detener la llegada de información del lado izquierdo del cerebro durante un rato. Hay que dejar que las habilidades se desarrollen sin escuchar el mensaje de la conciencia del lado izquierdo que insiste en que lo que estás sintiendo no está realmente allí, sino que es producto de la imaginación. Hay que hacer caso omiso de la crítica. Deja que el lado derecho del cerebro tenga oportunidad de desarrollarse y aumentar su confianza. El talento e información que quedan suprimidos en el hemisferio derecho podrían dejarte atónito. El hemisferio derecho tal vez haya estado intimidado tanto tiempo que sea ahora muy tímido, por lo que es probable que los primeros mensajes que recibas conscientemente sean muy débiles, experimentales y fugaces. Hay que darles cancha, darles salida, ser favorables y considerados con nuestra intuición. Se desarrollará rápidamente si le das una oportunidad. Una vez desarrolladas las percepciones y sensaciones durante un tiempo, como empírico más que como científico, y después de que las habilidades para la palpación y el hemisferio derecho se hayan desarrollado y aumentado su confianza, tendrás todo el tiempo del mundo para asimilar con actitud crítica la información reunida por los sentidos. No queremos sugerir que frenes por completo la actividad del hemisferio izquierdo, sino que descanse mientras brindas al resto de tu cerebro una oportunidad de desarrollarse.
Es por eso que hacemos esta petición al principio: considera lo que sientes como real. No trates de comprenderlo de un modo racional. Date la oportunidad de aprender. El riesgo de jugar a «confío en mis manos» es mínimo para el perdedor. La ganancia potencial para los que tengan éxito es grande, mucho mayor de lo que puedas imaginar ahora. Recuerda que el potencial de la humanidad está limitado sólo por su propio concepto de los límites. Relájate y deja que suceda.
Solemos empezar enseñando a las personas a palpar el ritmo craneosacro partiendo de los movimientos más evidentes del cuerpo humano. Uno de estos movimientos con el que deberías estar ya familiarizado es el pulso cardiovascular. Tómate tiempo. Ponte cómodo. Si no estás cómodo, el estímulo aferente de tus propios músculos tensos y la incomodidad crearán un nivel de ruido que causará interferencias con la percepción.
Con el paciente tumbado cómodamente en decúbito supino, se toma el pulso radial. Repara en el pico evidente de la pulsación. Sintoniza también con el ascenso y descenso del gradiente de presión. ¿Cuánto dura la diástole? ¿Cuál es la calidad de la subida de la presión diferencial después de la diástole? ¿Es brusco, gradual, suave? ¿Qué anchura tiene el pico de la presión? ¿Desciende la presión de modo rápido, gradual, suave o pronunciado? Memoriza la percepción del pulso del paciente para reproducirlo en la mente después de interrumpir el contacto físico real con su cuerpo. Igual que se puede cantar una canción después de haberla oído varias veces, también deberías poder reproducir mentalmente la percepción palpatoria del pulso una vez interrumpido el contacto.
Ahora se toma el pulso carotídeo del paciente. Memoriza sus características igual que hiciste con el pulso radial. Compara