Terapia craneosacra I. John E. Upledger
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La respuesta del cuerpo al sistema craneosacro se basa en el concepto de la continuidad de la fascia por todo el cuerpo. El movimiento del cuerpo está relacionado probablemente con el efecto de la fluctuación del líquido cefalorraquídeo sobre el sistema nervioso, lo que a su vez influye en el tono de los tejidos corporales.
PALPACIÓN
La palpación suele definirse como una exploración por el tacto. Al desarrollo de esta habilidad está dedicado en gran medida este libro. La palpación es un arte que dejan mucho de lado los profesionales sanitarios. Incluso los «terapeutas corporales» usan con frecuencia un solo tipo de palpación y sólo desarrollan una parte pequeña de su potencial como instrumentos de palpación.
La mayoría han aprendido a practicar la palpación o tacto con las yemas de los dedos. Se supone que es el método preferido porque las yemas de los dedos son las partes más sensibles de la mano, si bien nosotros animamos a practicar la palpación con toda la mano, brazos, estómago o cualquier parte del cuerpo que entre en contacto con el cuerpo del paciente. La idea es «fundir» la porción de tu cuerpo que practica la palpación con el cuerpo del paciente. Al producirse esa fusión, la zona de tu cuerpo que palpa hace lo mismo que el cuerpo del paciente. Se sincronizan. Una vez conseguida la fusión y la sincronización, se emplean los propioceptores para determinar lo que está haciendo la parte de tu cuerpo con la que estás palpando. Los propioceptores son receptores sensoriales localizados en los músculos, tendones y fascia que te dicen dónde están las partes de tu cuerpo sin usar los ojos.
La clave para este tipo de palpación es resultar lo menos amenazador e intrusivo posible. El objetivo es conseguir que la parte de tu cuerpo que está practicando la palpación y la exploración haga exactamente lo que hace el cuerpo del paciente, o lo que estaría haciendo si no estuvieses allí. Sabemos que es imposible no causar una mínima turbación, pero hay que intentarlo. Con un contacto palpatorio suave y pasado un tiempo breve, el cuerpo del paciente parece relajarse y comportarse como si no lo estuvieras tocando. Hay que ser todo lo pasivo posible. Hay que dejar que la mano, brazo o parte del cuerpo que practica la palpación se sincronice con el cuerpo del paciente. Hay que hacer más profundo el límite entre practicante y paciente en el cuerpo del primero. Por ejemplo, si se está palpando con toda la superficie palmar de la mano la porción superior del abdomen del paciente, se posa la mano con suavidad sobre el punto de la exploración. Pronto la mano comenzará a moverse con el cuerpo del paciente. Ahora se desplaza la línea de demarcación entre paciente y practicante a la muñeca o el antebrazo. Mientras se produce esta transición, los propioceptores están aportando información procedente de la mano, muñeca y antebrazo que parecen situarse dentro del cuerpo del paciente.
Si trabajas con los ojos cerrados en un estado de concentración, es posible que la mano comience a sentir el movimiento peristáltico dentro de la porción superior del tubo digestivo del paciente. Recibirá información sobre el grado de pilorospasmo presente. Se tornará evidente la actividad del sistema de la vesícula biliar y las vías biliares, así como otros muchos fenómenos fisiológicos que están en curso debajo de tu mano. La clave del éxito en el empleo de este tipo de palpación es la fusión pacífica y poco molesta con el paciente.
Hay otro requisito que debemos mencionar. Se debe aceptar que la información que aportan los receptores sensoriales es real. Como principiante, acepta lo que parece ser sin una evaluación crítica. Una vez que hayas desarrollado en cierto grado la habilidad para la palpación, tendrás mucho tiempo para evaluar críticamente la información que te llega al cerebro a través de los sentidos.
TÉCNICAS DE TRATAMIENTO
Las técnicas empleadas en la terapia craneosacra suelen ser poco molestas e indirectas. En ciertas situaciones tal vez pases a técnicas de tratamiento directas aplicadas contra barreras de resistencia, pero sólo después de que el cuerpo del paciente haya mostrado la necesidad de ese método directo.
Una técnica indirecta, tal y como lo definimos, es aquella que libera una restricción o barrera anormal al movimiento mediante otro movimiento colaborador en la dirección de la liberación (que suele ser opuesta a la dirección de la restricción). Es un tipo de principio de «desenganche». A menudo, para liberar una traba, debemos primero exagerar el cierre. Lo mismo ocurre con la técnica craneal indirecta. El terapeuta sigue la estructura que padece restricción hasta su límite en la dirección hacia la cual se mueve con facilidad, es decir, la dirección hacia la que muestra mayor amplitud de movimiento inherente. Cuando la estructura trate de invertir esta posición extrema, el terapeuta permanece inmóvil. No se empuja contra la estructura ni se intenta aumentar el límite de la amplitud de movimiento, sino que se impide que haya movimiento alguno. Es el movimiento inherente de la estructura cuando trata de recuperar la posición neutra el que ejerce tirón contra el terapeuta. Cuando el movimiento inherente de la estructura deja de ejercer tirón contra ti, se desplaza aún más en la dirección de la amplitud libre de movimiento, a menudo llamada «dirección de la liberación». A medida que se produce este movimiento de alejamiento, el practicante lo sigue, llega al límite articular pero sin empujar. Al final de un ciclo, el movimiento se iniciará de nuevo contra el practicante. Una vez más, el terapeuta se mantiene inmóvil. Se repite el procedimiento en varios ciclos más de ritmo craneosacro inherente. Finalmente, se produce un ablandamiento o liberación del tejido. Es éste el efecto terapéutico que estábamos esperando. El tejido se ha «destrabado» solo. Se siguen unos pocos ciclos y se vuelve a evaluar si se aprecia facilidad y simetría en el movimiento.
Mientras se aplica este tratamiento, tal vez cambien las vías de movimiento. Nuestra regla es dejar que la estructura se mueva por cualquier vía nueva que desee. No se deja que la estructura vuelva a la posición neutra por la misma vía que la de ida. Este procedimiento es lo que llamamos técnica indirecta.
La técnica directa es en esencia lo contrario de la técnica indirecta. Una vez identificada la barrera al movimiento fisiológico normal, el terapeuta ayuda con suavidad a que la estructura o membrana que presenta la restricción avance y rompa la barrera de restricción anormal.
Durante la prueba del movimiento, que es un método primario usado cuando se buscan barreras de restricción anormales, el terapeuta induce el movimiento; en cuanto la estructura comienza a moverse en la dirección de la urgencia, el terapeuta adopta el papel de monitor pasivo. El propósito es determinar hasta dónde y con qué grado de facilidad o restricción se mueve la estructura como respuesta a la inducción. El propósito no es ver hasta dónde y a través de cuántas barreras puede empujarse la estructura. En el proceso de tirón tal vez no se encuentre nunca el problema inicial real, que tal vez sea compuesto al causar nuevos daños o barreras de restricción.
Hablamos del restablecimiento de la flexibilidad autónoma como un efecto positivo de la terapia craneosacra. La flexibilidad autónoma es un término usado para describir una mejoría en la capacidad del sistema nervioso autónomo para responder con eficacia a la tensión y el estrés.
El sistema nervioso autónomo mantiene las funciones vitales y ayuda a sobrevivir sin necesidad de un pensamiento consciente. Presenta dos divisiones principales: simpática y parasimpática. La división simpática hace que el cuerpo responda al peligro, la adversidad, la tensión, la rabia y el placer aumentando la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, el volumen de intercambio respiratorio, el riego sanguíneo de los músculos y todo lo necesario para iniciar una acción. La división parasimpática controla las funciones corporales durante momentos de reposo, sueño, digestión y eliminación de la comida, etc., cuando el cuerpo no se prepara