Reforma educativa ¿Qué estamos transformando?. Francisco Javier Miranda

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efectividad del SPD, a la manera de un servicio civil de carrera, está en función no sólo de su puesta en marcha, si no de la revisión de algunos de sus contenidos relacionados con la intención de premiar el mérito profesional y no la respuesta al control gubernamental. En este sentido, queda pendiente en la agenda de discusión cómo hacer compatible lo laboral y lo profesional, en beneficio de un cambio sustantivo en la calidad educativa, ¿es posible y factible generar cambios en las condiciones de los docentes sin que ello implique tensiones, movilizaciones y resistencias? O mejor dicho, ¿de qué forma la movilización política no pone en riesgo la reforma misma?

       –Encontramos coincidencias en la necesidad de un cambio de la envergadura de la reforma de 2013, en el sentido de que se busca fracturar la vieja lógica discrecional en los procesos de ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia, a favor de la objetividad e imparcialidad en los procesos, con lo cual se incrementan las posibilidades de ascenso vía el reconocimiento. También hay grandes coincidencias en que la manera en cómo se ha diseñado e implementado el cambio no asegura resultados e impactos en la calidad, en este sentido, permanece hasta 2015 el Programa Carrera Magisterial.

       –Queda pendiente la discusión y debate en torno a los nuevos contenidos de la gobernabilidad ante la persistente lógica del centralismo y el control y, en consecuencia, sigue vigente la pregunta: ¿hasta cuándo privará la lógica política sobre la educativa y no a la inversa? Todavía se vislumbra lejos la construcción de una nueva gobernabilidad del sistema educativo mexicano en el que prive la colaboración y la confianza, y el control sea un medio, no un fin en sí mismo.

      Notas de “El Servicio Profesional Docente...”

      María del Carmen Pardo

      Dividiré mis comentarios en dos partes: en la primera haré una breve referencia a los presupuestos que deben contener esquemas de carrera, llamados clásicos; en la segunda me referiré a algunos aspectos de la Ley que discutiremos en este seminario, en términos de su caracterización como sistema de carrera:

       1.El supuesto de la vía profesional en cualquier esquema de carrera debe tener como su centro neurálgico el criterio del mérito para ingresar, ascender y permanecer.

       2.Los sistemas de carrera privilegian mejores desempeños individuales, pero para garantizar mejores rendimientos institucionales.

       3.El desempeño individual debe someterse a prueba desde el ingreso, pero debe volverse un comportamiento sistemático.

       4.El comportamiento se da en una doble vía: se mejora el desempeño para favorecer el logro de los objetivos individuales, pero se favorece el logro de esa mejoría al establecer la posibilidad de una carrera que tenderá a ir en ascenso para que los funcionarios —en lo individual— logren mejorar sus capacidades.

       5.Esta vía profesional tiene un trazo propio, pero paralelo a la vía de los derechos laborales.

       6.Estas dos vías no se tocan, pero se influyen recíprocamente.

      Cómo se han “materializado esos supuestos en la realidad mexicana”:

       1.A partir de la promulgación en 1938 del Estatuto Jurídico de los Trabajadores al Servicio de los Poderes de la Unión, se abortó la posibilidad de la profesionalización de los trabajadores al servicio del Estado por la vía profesional.

       2.Las razones, analizadas para los funcionarios que trabajan en la administración pública son múltiples, entre otras, la decisión del presidente Lázaro Cárdenas de no continuar por la senda de su antecesor, Abelardo Rodríguez, quien había aprobado un acuerdo para normar el funcionamiento del servicio civil, buscando quitar a los funcionarios “leales” al expresidente Calles. El presidente Cárdenas, al aludir al tema de servicio civil, expresó: “se han producido ciertas reacciones de opinión adversas entre distintos grupos populares que consideran el intento de inamovilidad de los empleados del Estado, o sea el establecimiento del servicio civil, como una oportunidad afortunada para que algunos elementos no identificados con la Revolución y un tanto antagónicos a las tendencias sociales del poder público, logren una situación privilegiada que ningún esfuerzo les costó”.[1]

       3.El Estatuto Jurídico empalma esa doble vía: la profesional y la laboral. Primero: la nomenclatura trabajadores al servicio del Estado. Segundo: División entre trabajadores de confianza y de base. Los primeros podrían ser “nombrados”, pero, sobre todo, “removidos” por los funcionarios que ocuparon los altos puestos en la jerarquía burocrática, notablemente el presidente. Los de base quedarían regulados por las disposiciones de ese Estatuto, pero, sobre todo, por lo dispuesto en la Ley de los Trabajadores al Servicio del Estado reglamentaria de la Ley Federal del Trabajo y, notablemente, del apartado B del artículo 123 constitucional.

       4.Los maestros corrieron la misma suerte, se les identificó como trabajadores de la educación y su normatividad se estableció en el Estatuto Jurídico y en las Condiciones de Trabajo expedidos por la SEP, pero debiendo acordarlos con el sindicato, ya para entonces, constituido como SNTE.

      Estas condiciones establecen un régimen laboral en el que se garantizó la estabilidad, que para afectos prácticos se transformó en “inamovilidad” en el empleo. De dicha inamovilidad se transitó gradualmente a comportamientos disfuncionales, favorecidos por la permanente presencia sindical para diseñar mecanismos de ingreso, movilidad y permanencia, a partir de la operación de las llamadas Comisiones Mixtas de Escalafón, integradas de manera paritaria.

       5.A partir del gobierno de Lázaro Cárdenas, Alberto Arnaut dice que en el debate, pero sobre todo en la realidad, ganó la idea y la balanza se inclinó del lado de que el magisterio era un trabajo, no una profesión.

       6.El impulso profesionalizador, sin embargo, no desapareció, pero sus acciones quedaron intermediadas por la vía de los derechos laborales y, por tanto, por la participación del sindicato.

       7.Al confundirse las dos vías y al volverse prácticamente una sola, el sindicato dejó de tener injerencia sólo en lo laboral y empezó a tenerla en lo profesional, y de ahí, casi

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