Fútbol infantil. Endré Benedek

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del adversario. El individuo es formado por el equipo. Tiene una función instructiva de la personalidad, que influye tanto en cualidades positivas como negativas del carácter, y necesita la mano del entrenador que la dirige.

      Las actividades de juego y entrenamiento se efectúan respetando las reglas de juego. Si se educa a los jugadores desde su infancia a cumplir con las reglas honradamente, el juego para ellos gana en interés y se llena de contenido. Si las reglas no se respetan, el juego pierde en valor educativo. Cumplir conscientemente con las reglas requiere autodisciplina y autodominio, para cuya formación el proceso de entrenamiento así como el juego en sí ofrecen puntos de arranque en abundancia. Autoestimando su propio rendimiento, los jóvenes jugadores necesitan una ayuda; primero tienen que darse cuenta de sus capacidades y de cada situación para asimilar psicológicamente mejor tanto victorias como derrotas u otras experiencias de fracaso.

      Aunque el juego tiene reglas fijas, ofrece, sin embargo, la suficiente libertad para actuar activamente, pensar autónomamente y encontrar resoluciones de problemas de juego originales. El juego educa a la creatividad, a la percepción rápida de una jugada y a una adecuada, inmediata y práctica ejecución (resolución de la situación de juego - respuesta motriz). Estas cualidades tienen en el fútbol moderno una importancia decisiva para el desenlace de un partido, ya que las respectivas situaciones de juego permiten múltiples posibilidades de resolución táctica. La selección de la resolución óptima condiciona una inmediata estimación y decisión, lo que a su vez exige de cada uno y de todo el equipo imaginación y creatividad.

      El desarrollo de una moral consolidada es una parte esencial de la labor educativa. Los niños son curiosos por naturaleza y se caracterizan por un afán de rendir. Para despertar el interés por nuestro deporte, mantenerlo y consolidarlo, el entrenamiento tiene que ser variado y ofrecer muchas posibilidades para que los niños puedan experimentar siempre sentimientos de éxito.

      Las experiencias de éxito y fracaso son inmanentes al fútbol. Mientras que el jugador adulto los asimila mejor, pueden tener consecuencias a largo plazo en los niños, incluso trastornos en el desarrollo de la personalidad. A tiempo, el entrenador o instructor tiene que preparar a los niños para fracasos que son de esperar. Si un niño sabe estimarse con realismo, supera mejor eventuales fracasos.

      El trabajo con elogio y reprensión es un método probado del experimentado pedagogo de fútbol. El individuo, un grupo o todo el equipo pueden ser elogiados. Un elogio por buenos rendimientos de entrenamiento, pronunciado delante de todo el equipo, estimula también a los otros niños. Pero hay que prestar atención a no destacar y elogiar solamente a los que más rinden, sino también a los más débiles que han evolucionado y progresado.

      De no acatar los jugadores las reglas de juego, o si así lo exige su comportamiento, la reprensión o el castigo son también un medio educativo efectivo. Restar tantos o goles; en caso de repetidas faltas, también la descalificación temporal y, en casos aislados, la exclusión del equipo.

      Al aplicar sanciones hay que tomar en cuenta que el castigo corresponda a la respectiva falta. Pronunciar una reprensión debe, en primer lugar, surtir un efecto educativo y no hacerse de una manera humillante. En todo caso hay que mostrar y considerar la falta a la hora de fijar una sanción; no importa si se cometió consciente o inconscientemente o incluso intencionadamente.

      CAPÍTULO 2

       ENTRENAMIENTO DE FÚTBOL CON NIÑOS

      La educación y formación básica es una actividad continua de varios años. Los niños y adolescentes recorren distintas fases de desarrollo. Cambian y se desarrollan permanentemente. Para el entrenador de la cantera es importante, en el interés de una labor eficaz, conocer los principios y métodos de un moderno trabajo educativo y de entrenamiento, las peculiaridades típicas de cada edad y los factores determinantes del rendimiento que hay que tomar en cuenta en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

      El entrenamiento de base y particularmente el entrenamiento con niños es una fase de formación en la que se construyen los fundamentos para un alto rendimiento posterior en la élite; o sea que tiene como objetivo una buena formación técnica y táctica así como el perfeccionamiento de las cualidades físicas y psíquicas. Con todo eso no se puede hablar de unas tareas separadas, sino que hay que considerar el proceso de construcción del rendimiento a largo plazo siempre como una unidad, del principiante al deporte de alta competición. El objetivo del entrenamiento con niños, como componente de este proceso, consiste en educar al niño para ser un deportista, un futbolista. La tarea principal para las edades comprendidas entre 6 y 14 años es la transmisión amplia de los fundamentos del fútbol, la expresión individual de las cualidades técnico-tácticas así como la garantía de una formación polifacética. Por eso, la aspiración al rendimiento adquiere en esta fase un carácter distinto que en años posteriores. Los objetivos del equipo se deben colocar razonadamente entre los de la formación de esta etapa de entrenamiento, o sea subordinar al objetivo principal. Ni los equipos escolares ni los equipos de los clubs de la federación deberían tener el éxito como meta a toda costa. Esta ambición se venga más tarde cuando el niño no puede adquirir las bases correspondientes a su edad. Para la fase de formación de 14 a 18 años hay que plantear otros objetivos y tareas principales. Esta etapa está caracterizada por el desarrollo específico de las bases del fútbol preparando el empleo en la categoría sénior.

      Las tareas principales son las siguientes:

      –formación específica técnico-táctica

      –aplicación de lo aprendido de forma variada y competitiva

      –el desarrollo de las cualidades psíquicas

      –acondicionamiento físico específico

      –aspirar a la mejora del rendimiento

      Las cualidades psíquicas se ponen al servicio del objetivo general. Con una edad de 19 a 22 años ya pueden alcanzar la élite. El objetivo de esta fase específica consiste en obtener un aumento constante del rendimiento. A partir de la edad de 22 años se aspira al mantenimiento del nivel máximo de rendimiento, o eventualmente aumentarlo, y al refinamiento de la técnica.

      Un niño no es una persona mayor “en miniatura”. Por eso estamos en contra de aplicar métodos y formas de ejercicios del entrenamiento de alto rendimiento de una forma esquemática también en el entrenamiento de base, un procedimiento que muchas veces todavía se observa en la práctica. Incluso dentro del entrenamiento de base (de 8 a 14 años) hace falta una diferenciación metodológica considerable, ya que se entiende que entre 8 y 14 años existen unas diferencias considerables en la madurez física y psíquica. Por eso hay que fijar objetivos y tareas para las distintas etapas de formación, así como emplear principios, métodos y ejercicios que tengan en cuenta las peculiaridades típicas de cada edad. Solamente así se puede conseguir que los niños jueguen con alegría al fútbol y garantizar un desarrollo continuo en su rendimiento. De esta manera se les pueden proporcionar sentimientos de éxito y delegar a los más dotados a escuelas deportivas, para que puedan participar ahí en una formación dirigida e intensiva.

      “¡Juguemos al balón!” Con niños ya se puede empezar muy temprano con juegos de balón y enseguida ya no quieren dejarlo. Se puede empezar a partir del cuarto año de vida con las formas más simples y básicas de manejar el balón, aprovechando hábilmente el instinto lúdico innato de los niños para familiarizarlos con el balón. Con todo, da igual si se

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