Innovación pública: Experiencias y retos en Colombia. André-Noël Roth Deubel

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Innovación pública: Experiencias y retos en Colombia - André-Noël Roth Deubel

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el cambio. Por ello, el propósito de este capítulo es explorar algunas dimensiones que podrían hacer que el término innovación pública comience a ser significativo entre quienes lo usan para describir una nueva práctica de innovación pública. Para ello hemos encontrado útil el aporte reciente de Vargo y Lusch (2016), quienes se han esforzado para dar forma a un discurso emergente sobre la lógica de un nuevo servicio basada en la cocreación y se lo presenta como teoría de alcance medio, que tiene el efecto de dar sentido a los fenómenos y prácticas que son más persuasivos que los conceptos existentes.

      

      Con este objetivo intentamos evitar cualquier definición prematura sobre innovación pública y, más bien, ofrecer un marco dentro del cual los investigadores y funcionarios de Gobierno puedan discutir los aspectos y las características que están comenzando a caracterizar un discurso emergente sobre las capacidades de transformación para innovar en el sector público. En segundo lugar, al igual que Vargo y Lusch (2016), proponemos una posible inversión conceptual. El discurso emergente en la academia y las intervenciones públicas sobre la innovación pública, centrado en procesos de cocreación, todavía parece novedoso y se basa en establecer una distinción con respecto a lo que es normal. Sin embargo, sugerimos tentativamente que sería valioso invertir esas suposiciones y promover una reflexión para avanzar en el desarrollo de una teoría y práctica de rango medio que explique y guíe los abordajes de innovación pública. Con otras palabras, entender las barreras y los puntos de apalancamiento (tipping points) (Meadows et al., 1972) para catalizar y alimentar procesos de transformación pública que puedan provocar, impulsar y diseminar el cambio sistémico.

      En este proceso, un primer desafío es hacer dialogar el paradigma de la transformación, que incluye aportes de la ciencia de la sustentabilidad (Miller et al., 2014) y el pensamiento de resiliencia (Folke, 2016) de las transiciones sociotécnicas (Geels y Kemp, 2006) así como la innovación social (Manzini, 2015; Westley et al. 2013), con los nacientes enfoques de diseño (Peters, 2017) y experimentación en política pública (Ansell y Geyer, 2017), enfoque que tienen en común con uno de sus precursores, John Dewey (1927; Zurbriggen, 2017). Estos abordajes nos invitan a aprender a vivir con el cambio y la incertidumbre, aumentar la diversidad de todos los componentes de un sistema (como la diversidad de actores involucrados), combinar diferentes tipos de conocimiento y aprendizaje, y crear oportunidades para la transformación social a pesar del poder de las estructuras que perpetúan las inequidades sociales. Por tanto, reflexionar sobre la innovación pública dentro del paradigma de la resiliencia de la transformación y el rol de los laboratorios nos puede aportar una brújula que identifique las capacidades para desarrollar una infraestructura más robusta de innovación pública.

      

      Innovación pública: cocreando políticas

      y servicios públicos

      Si bien encontramos diferentes aproximaciones entre las investigaciones académicas y las intervenciones sobre innovación pública (por ejemplo, Pestoff, 2009; Boyle, 2010; Bason, 2010; Bovaird y Loeffler, 2012; Manzini y Staszowski, 2013), todos reconocen que la cocreación de conocimiento y el cambio impulsado por la intervención en situaciones de alta complejidad social son inevitablemente funciones de múltiples actores y múltiples perspectivas, que ayudan a abordar los problemas desde las necesidades de los ciudadanos.

      Una de las definiciones más difundidas de innovación pública es la desarrollada por Christian Bason (2010, p. 8), quién define la innovación pública como el proceso de crear nuevas ideas y convertirlas en valor para la sociedad. El impulsor del cambio es el proceso de cocreación, entendido como un proceso creativo que involucra a las personas e implica una forma diferente de generar conocimiento para innovar en el sector público y para la toma de decisiones. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha convertido la innovación pública en el tema central de muchas conferencias recientes e investigaciones, y define la innovación pública como “nuevas ideas que crean valor público para los individuos y la sociedad”, para lo cual sugiere el enfoque de diseño abierto (open design approach) como el medio para fortalecerla (OCDE, 2017a; 2017b).

      Uno de los debates terminológicos se centra en diferenciar la cocreación de la coproducción. Mientras que Bason (2010, p. 157) señala que la cocreación concierne a cómo las soluciones son diseñadas y la coproducción a cómo son ejecutadas, otros investigadores no se adhieren a esta distinción, como por ejemplo Boyle (2010). Voorberg, Bekkers y Thomas (2014), quien lidera el proyecto sobre innovación pública Learning from Innovation in Public Sector Environments (Lipse, 2019), abandona el intento de distinguir entre coproducción y cocreación en su revisión de la literatura sobre innovación pública; afirma que parecen estar relacionadas e incluso se podrían usar de forma intercambiable.

      

      En América Latina, la discusión en torno a la innovación pública toma como bases conceptuales la innovación abierta (Chesbrough, 2003), la innovación social (Mulgan, et al., 2007), los procesos co-laborativos de cocreación de servicios y políticas públicas (Bason, 2010; Nesta, 2016), los laboratorios de innovación pública como el MindLab de Dinamarca (Bason, 2010; Nesta, 2014, 2016; Acevedo y Dassen, 2016) y los datos abiertos.

      Sin embargo, estas conceptualizaciones no nos ayudan a identificar dónde están las dinámicas de cambio que dan sentido a estos fenómenos. Por ello, consideramos útil reflexionar con responsabilidad y criterio sobre los aportes del pensamiento resiliente en la transformación de nuestras organizaciones públicas, en un mundo complejo, dinámico e incierto.

      Pensamiento resiliente, ciencia

      de la sostenibilidad y nueva forma de pensar

      El pensamiento resiliente forma parte de un movimiento más amplio: la ciencia de la sostenibilidad. Esta última ha surgido como una solución orientada a trascender los límites disciplinarios, busca involucrar a científicos y no científicos con un compromiso ético y tiene el fin de buscar soluciones a los problemas que enfrenta la humanidad: pobreza, cambio climático, migraciones, desigualdad social, entre otras tantas. Desde este enfoque se critica el arraigo de las perspectivas disciplinarias tradicionales que alimentan conceptualizaciones atomizadas de la realidad, en las cuales los aspectos económicos, sociales, biofísicos y sociales se analizan de forma separada en lugar de fomentar la interacción. Una de las características comunes de tales encuadres es la crítica a considerar los problemas de sostenibilidad sin incorporar la cultura, los valores y las relaciones de poder que sustentan las causas más profundas de los problemas socio-ambientales.

      Si bien el abordaje sistémico no es nuevo, podemos encontrar aportes de la economía (por ejemplo, Arthur, 1994), la administración pública (por ejemplo, Kickert et al., 1999) y las ciencias sociales (por ejemplo, Ostrom, 2009). El pensamiento resiliente (Folke, 2016), el enfoque de la gestión de las transiciones (por ejemplo, Pahl-Wostl, 2007) y la investigación sobre la sostenibilidad transformacional (Wiek y Lang, 2016) han dado un fuerte impulso a las ciencias de la sostenibilidad con un nuevo paradigma, en el cual el compromiso ético de los investigadores desempeña un rol fundamental en los procesos de transformación hacia un mundo más sostenible.

      

      En este proceso, es importante reconocer que nos encontramos en medio de una profunda transformación de paradigma: hay un tránsito de una cosmovisión del mundo mecanicista, lineal y determinista, a una cosmovisión sistémica, que es compleja, adaptativa, dinámica, emergente, interdependiente y nunca en equilibrio (Meadows et al., 1972; Folke et al., 2002). La narrativa dominante proviene del mundo industrial y explica el mundo como una máquina newtoniana, a la manera de un mecanismo de relojería perfectamente previsible, racional, lineal, determinista, capaz de descubrir una fórmula para calcular y prever todo proceso de cambio. Estas ideas son la base de la concepción determinista del paradigma positivista. Esta

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