Poderes y democracias. Grisel Salazar Rebolledo
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La estrategia empírica que aquí se adopta para contestar las preguntas planteadas al inicio del capítulo es la de ofrecer en las siguientes páginas los resultados comparados entre Argentina y México de seis importantes aspectos de la democracia, los publicados para el caso argentino en Gervasoni (2010b). Para cada uno de ellos se analizan dos indicadores (= ítems de encuestas) en forma gráfica a través de dos diagramas de dispersión, uno por país. La ubicación de cada indicador que se analiza en el mapa conceptual desagregado puede consultarse en la última columna del cuadro 1.1.
Para analizar comparativamente la posición de las unidades subnacionales argentinas y mexicanas se presentan sendas gráficas de coordenadas (con un ítem en el eje X y otro en el eje Y) que despliegan información sobre aspectos de la democracia tales como el fairness de la competencia electoral (gráficas 1.1 y 1.2), la inclusión (gráfica 1.3), la libertad de expresión (gráfica 1.4), los pesos y contrapesos legislativos y judiciales (gráfica 1.5) y la prevalencia de prácticas estatales represivas o discriminatorias (gráfica 1.6). Cada provincia y estado son representados en la gráfica correspondiente mediante sus coordenadas en ambos indicadores. Los valores en cada eje son el promedio o la media aritmética de las respuestas dadas por todos los expertos que contestaron el par de ítems en cuestión para cada provincia/estado. En todos los casos, las escalas son normalizadas para que varíen entre un mínimo de cero (autoritarismo) y un máximo de 1 (democracia). En consecuencia, el cuadrante superior derecho de cada gráfica representa la región más claramente democrática, mientras que el cuadrante inferior izquierdo es la región menos democrática.[4] El texto de las preguntas y las respuestas (en la versión de la Eeppa[5]) se transcribe debajo de cada gráfica.
Fraude electoral “clásico” (subdimensión: competencia)
La competencia es la única nota distintiva de la democracia en la que todas las definiciones, incluidas las minimalistas (Schumpeter, 1947; Alvarez et al., 1996), coinciden. Las elecciones libres y justas para los principales cargos ejecutivos y legislativos son el elemento central de esta subdimensión. ¿Cuán libres y justas son las elecciones provinciales en Argentina y México? La gráfica 1.1 muestra los resultados de dos preguntas que miden la limpieza de las últimas elecciones para gobernador: qué tanto hubo exclusiones arbitrarias de votantes y qué tanto se fraguó el conteo de votos en favor de un determinado partido.
De acuerdo con la gráfica 1.1, no existen casos importantes de fraude electoral. La mayoría de las provincias y los estados se ubica dentro del cuadrante superior derecho (el más democrático), mientras que el inferior izquierdo está vacío en ambos subgráficos. En los dos países se observa también significativa heterogeneidad interestatal dentro del cuadrante democrático (Formosa, Jujuy y La Rioja tienen más dificultades que Chubut, Córdoba o Tierra del Fuego; Baja California y Oaxaca, más que el D. F. o el Estado de México). Incluso algunas unidades subnacionales aparecen levemente fuera del cuadrante democrático (Misiones, en Argentina; Chiapas y Yucatán, en México). Pero la imagen general es la de un nivel razonable de limpieza en la competencia electoral subnacional. Evidentemente hay problemas —ninguna unidad se ubica en el vértice superior derecho— pero no demasiado grandes ni demasiado extendidos geográficamente. Una explicación razonable para este estado de cosas es que en el contexto de un régimen nacional democrático es riesgoso para los gobiernos subnacionales incurrir en prácticas abiertamente antidemocráticas. El fraude electoral “clásico” —el que ocurre en el momento de votar o en el de contar los votos— es el más fácilmente detectable y el que más atención política y mediática genera. Las élites políticas subnacionales tienen incentivos para utilizar estrategias menos visibles y más sutiles cuando se proponen restringir la competencia democrática (Gervasoni, 2010a). No es extraño, entonces, que el panorama de la democracia subnacional sea menos positivo en ambos países cuando se adopta, como en el apartado siguiente, una visión más amplia del proceso electoral.
Fraude electoral “sofisticado” vía sesgos en la cobertura mediática de campaña (subdimensión: competencia)
La gráfica 1.2 muestra indicadores acerca del sesgo de los medios de comunicación provinciales/estatales en favor del oficialismo en las últimas elecciones para gobernador (tv en el eje X y los periódicos locales en el eje Y). Nuevamente aparece un claro paralelismo entre ambas naciones, ya que en las dos hay una mucho mayor dispersión y una tendencia diagonal en la que una mayoría de las unidades subnacionales se alinea en el eje que va del vértice superior derecho al inferior izquierdo. Estos ítems muestran entonces un nivel de variabilidad interestatal mucho mayor al del apartado anterior: en algunas provincias/estados los candidatos oficialistas y los opositores tienen un acceso semejante a los medios de comunicación, mientras que en otras el oficialismo obtiene más y mejor cobertura. En este último caso, las elecciones no pueden ser consideradas justas y libres, aun si el conteo de votos lo es. Otra conclusión importante de ambos subgráficos es que, aunque las variables observan una clara asociación positiva, la correlación dista de ser perfecta (r = 0.56 y r = 0.72 para Argentina y México, respectivamente), debido a la existencia de varias unidades “fuera de la diagonal”, notablemente La Pampa (en donde la televisión está muy sesgada, pero los periódicos no lo están en lo más mínimo) y, en menor medida, Tucumán, Sinaloa y Yucatán. Es interesante notar además lo despoblado de ambos cuadrantes inferiores derechos: resulta rara la combinación de periódicos sesgados con una tv imparcial.
En ambos países se registran casos extremos, esto es, sistemas políticos subnacionales en los que tv y diarios son esencialmente apéndices del oficialismo, por una parte, y otros en los que los medios están lejos de ser pro oficialistas. Entre estos últimos se encuentran Córdoba y Mendoza y Chiapas y Michoacán,[6] ubicados exactamente en el vértice superior derecho (varias otras unidades no están muy lejos de allí). Una parcial explicación de los favorables resultados en estos dos estados mexicanos podría provenir del hecho de que en ambos gobernaban partidos opositores al gobierno federal del Partido Acción Nacional (pan) y a veces enfrentados con las dos grandes cadenas televisivas mexicanas (que suelen adoptar posturas cercanas al gobierno federal), Televisa y tv Azteca. Entonces, es posible que los medios locales cubran adecuadamente a candidatos opositores locales (pero oficialistas a nivel nacional) por ser repetidoras o franquicias de estos grupos. En el otro extremo, en las cercanías de la esquina inferior izquierda, se ubican Formosa, San Luis y Jujuy, y Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.
En resumen, el acto electoral en sí mismo no resulta en general fraudulento, pero el sesgo de los medios de comunicación locales a favor del oficialismo varía entre nulo y muy alto. Tanto en Argentina como en México hay provincias/estados con “fuentes alternativas de información” y provincias/estados con un fuerte sesgo pro oficialista en su sistema de medios. La competencia, entonces, está restringida en varias provincias y estados en una de las arenas más importantes de la política moderna, la de los medios masivos de comunicación.
Inclusión electoral de votantes y candidatos (subdimensión: inclusión)
La gráfica 1.1 mostró diferencias pequeñas entre provincias/estados en términos de inclusión de votantes (entendida allí como táctica de fraude electoral). La gráfica 1.3 presenta esta variable nuevamente, pero cruzada ahora con otro indicador de inclusión: la proscripción de candidatos a gobernador. Todas las provincias argentinas, excepto una, se ubican en el cuadrante superior derecho, no habiendo prácticamente evidencia de prácticas proscriptivas. Tanto en términos de votantes como de candidatos, estas unidades subnacionales pueden caracterizarse en general, como McMann (2006) lo hizo para las de Rusia y Kirguistán, como “fuertes en participación,