Videojuegos y conflictos internacionales. Antonio César Moreno Cantano
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En la misma línea temática, pero con una clara intencionalidad crítica hacia el desconocimiento y despreocupación de gran parte de los medios occidentales de esta realidad, se encuentra Find Me, cuya versión beta (nunca se llegó a comercializar) nació en mayo de 2014 en el encuentro Newsgames Hackathon, celebrado en Colonia. Detrás de ese proyecto se encontraba un equipo interdisciplinar integrado por diseñadores y periodistas independientes, como la española Maruxa del Árbol, que arremetió duramente contra el olvido de gran parte de los medios de comunicación ante una cuestión tan polémica como fue el secuestro de las referidas menores de Chibok, en Nigeria. En este juego el usuario tiene que asumir el papel de un agente del FBI que debe localizar a las niñas secuestradas por Boko Haram. Se trataba de encontrar pistas, gestionar las diferentes informaciones y transmitirlas a las principales agencias informativas con el propósito de centrar las miras internacionales en dicho asunto (Newsgames Hackathon, 2014).
1.1 La guerra de Uganda y los niños soldados: contextualización histórica e internacional
Conseguir un arma de gran calibre en Uganda no supone un problema. En 2001, por ejemplo, un AK-47 (el fusil de asalto soviético por antonomasia) tenía el mismo precio que una gallina (Arellano, 2008, p. 33). Este hecho posibilitó que miles de niños, secuestrados de sus familias o huérfanos por los efectos de la guerra, englobasen durante décadas las filas del Ejército de Resistencia del Señor (o LRA en sus siglas inglesas, Lord Resistance Army, denominación que seguiremos en este texto a partir de su utilización en el newsgame Child Soldier’s Uganda). Tal y como establecimos en la introducción general de la obra al referirnos a la metodología y análisis a seguir de los títulos seleccionados, se reservará en cada capítulo un apartado para la contextualización, origen, desarrollo y situación actual del conflicto que se refleja en su narrativa, poniendo la atención en los puntos de confluencia y discrepancia entre ambos relatos: el real y el ficcional. En este caso nuestro estudio se enfocará en varios conceptos claves: la guerra de Uganda en su contexto amplio, el referido LRA y la utilización de niños con fines bélicos, motivos centrales en el nombrado juego de Serious Games Interactive.
Es difícil resumir la complejidad de la crisis de Uganda, tal y como aparece en Child Soldier’s, en únicamente dos páginas. Por supuesto no es un aspecto criticable del juego, pues un exceso de texto lo convertiría simplemente en un libro digital interactivo y no en una plataforma transmedia con caracteres informativos pero también lúdicos. Por esa razón, en todos y cada uno de los títulos que analicemos daremos una visión general y detallada del conflicto en sí, sin caer en la mera recopilación de datos, intentando poner las bases de la que será la narrativa del juego que estudiaremos con detalle a posteriori.
Retornando a la creación del estudio Serious Games Interactive, en las pantallas de información previa a su inicio, se subrayan varios conceptos que nosotros completaremos, tanto en su desarrollo, como en su origen y situación actual: la presencia del LRA (se incluye una fotografía de su líder, Joseph Kony), los millones de desplazados, la presencia de los niños de la guerra y la intervención de la Corte Penal Internacional (a la que citaremos en sus siglas inglesas, ICC: International Court Criminal). Además, y como preámbulo, se marca como punto de partida una larga guerra civil con más de veinte años de duración (hay que tener en cuenta que este título es del año 2009).Completemos este relato para poder comprender en páginas posteriores los propósitos y matices que caracterizan el mensaje de este reseñable videojuego.
Captura de pantalla de una de las cinemáticas de Child Soldier’s (Uganda) en la que se destaca la presencia de niños armados.
Uganda es un claro ejemplo de lo que en las teorías sobre desarrollo y cooperación internacional se conoce como «desigualdades horizontales»3. Al igual que otros países africanos (por ejemplo, Ruanda), Uganda —antigua colonia británica— heredó rivalidades internas que han moldeado las estrategias políticas basadas en la manipulación de las identidades étnicas y regionales. La política ugandesa ha acentuado a su vez esas divisiones y ha convertido la violencia personal y directa en un recurso ordinario en la búsqueda y mantenimiento del poder político y económico por parte de cada grupo en el poder, desde su independencia en 1962 (Uribe, 2018, pp. 42-43). El conflicto tiene sus orígenes directos en el golpe de Estado que llevó a Yoweri Museveni (líder de una coalición-grupo llamada National Resistance Movement/Army, NRM/A, apoyada desde entonces incondicionalmente por Occidente) al poder en 1986. Desde un primer momento se produjo, como contestación, una rebelión popular encabezada por Alice Auma Lakwena (especie de médium o vidente, con «poderes espirituales») y el movimiento profético Holy Spirit Mobile Forces en la región de Acholi, que fue desmantelado por el Gobierno un año después tras sufrir una grave derrota cerca de Kampala. En el seno de esta facción, y más tarde como un elemento propio e independiente, surgió Joseph Kony (familiar de Alice Lawkena) y su LRA (denominación que adquiere en 1992). Los objetivos de este movimiento son la caída del Gobierno de Museveni, el restablecimiento del orden y la legitimidad en el Estado de Uganda, la imposición de un régimen fundamentalista cristiano basado en los Diez Mandamientos de la Biblia y la restauración de la cultura acholi4. El grupo se caracteriza por su violencia armada y el uso de menores (a los que tiene atemorizados y anulados tras haberles hecho padecer duros castigos y premios para crear alrededor de la figura de Kony un clima de amor incondicional y terror) para su imposición (Royo, 2008, pp. 7-10).
La guerra civil entre el LRA y las Fuerzas Armadas Ugandesas, bautizadas como Uganda People´s Defense Force (UPFD) devino, rápidamente, en un conflicto de mayor alcance con la implicación de Sudán tras apoyar a las milicias de Kony. A estos actores se incorporarían posteriormente la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, cuando miembros del LRA se refugiaron en estos puntos tras la dura persecución en el interior de su país. En 2001, el Departamento de Estado estadounidense incluyó al LRA en su lista de organizaciones terroristas, y en diciembre de 2003 el Gobierno de Uganda remitió los nombres de cinco de los altos líderes del LRA a la Corte Penal Internacional (ICC). En consecuencia, dos años después la ICC dictó órdenes de detención de Joseph Kony (fugitivo), Raska Lukwiya (fallecido), Okot Odhiambo (fallecido), Dominic Ongwen (preso) y Vincent Otti (fallecido). El 14 de diciembre de 2007, se firmó un acuerdo entre la República Democrática del Congo (RDC) y Uganda con objeto de ampliar la acción militar conjunta contra el Ejército de Resistencia del Señor. Este acuerdo fue respaldado por la UE a través de una declaración de la Presidencia en la que instaba al LRA a que pusiera fin a sus ataques a civiles y procediera a un desarme inmediato e incondicional. Desde 2009 y autorizado por el presidente de la República Centroafricana, el Ejército ugandés viene llevando a cabo operaciones contra el LRA en dicho país, contando con un importante apoyo de los Estados Unidos (logístico, inteligencia y despliegue de asesores militares en el terreno) desde finales de 2011. En octubre de ese año, en el contexto de la Ley de los EE. UU. de desarme del Ejército de Resistencia del Señor y recuperación del norte de Uganda de 2009, sancionada por el presidente Barack Obama, el Gobierno estadounidense anunció el despliegue en África Central de cien asesores militares equipados para el combate a fin de prestar asistencia a las