El libro de medicina oriental (Bicolor). Clive Witham
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Comer demasiado de una sola vez puede hacer que la comida se estanque por falta de espacio suficiente, literalmente, para que circule. Ello provoca dolor e incomodidad en el estómago, mal aliento, hinchazón, estreñimiento y cansancio. También se puede generar humedad y calor en el Estómago, ya que el estancamiento genera calor y acumula líquidos. Eso puede causar dolor de cabeza frontal, náuseas, sensación de pesadez, dolor estomacal e incomodidad y diarrea.
Lo ideal es parar de comer justo el momento antes de sentirse lleno, cuando la comida ocupa sólo dos terceras partes del estómago.
Cuidado con las dietas
Las dietas para perder peso que exigen comer menos pueden debilitar el Estómago, generando calor y dañando el yin. Si se sigue este tipo de dieta, probablemente se pierda grasa, pero a menudo el efecto en el Estómago y el Bazo supone que, una vez que se deja la dieta, se recupera lo perdido. Las dietas basadas en comer un solo tipo de alimento en cantidad también desequilibran el Estómago y el Bazo, y a menudo provocan una acumulación de humedad.
Atención a cómo combina los alimentos
Si se tiene el Estómago débil, lo mejor es evitar tomar alimentos calientes (cocinados) y fríos (refrigerados) a la vez. La razón es simple: el estómago tiene que trabajar más para procesarlos.
Igualmente, combinar demasiados tipos de alimentos, sabores y cualidades muy diferentes en un espacio de tiempo breve puede ser excesivo para un Estómago débil, y provocar estancamiento y humedad. En este caso, lo mejor es preparar comidas sencillas.
La fruta puede aportar mucha humedad al cuerpo, es fácil de digerir y ayuda a mantener un movimiento regular en el intestino. Sin embargo, si se toma con las comidas, en combinación con otros alimentos, muchos de estos beneficios se diluyen. Para que la fruta aporte todos sus beneficios, debe tomarse sola, fuera de las comidas principales, si es posible.
Una dieta ideal
Un estudio realizado en Grecia y publicado en 2009 constataba que muchas características de la dieta mediterránea tradicional favorecen la longevidad. Algunas de ellas son un consumo moderado de alcohol, un consumo bajo de carne y productos cárnicos, un alto consumo de verduras, frutas, frutos secos y legumbres, y una proporción alta de grasas monoinsaturadas frente a las saturadas.5
La dieta mediterránea favorece unos hábitos dietéticos que tienen mucho en común con los considerados beneficiosos para reforzar el Estómago y el Bazo. Si estos dos órganos digestivos están fuertes y reciben alimentos que favorece la producción de Qi y sangre, todo el cuerpo se ve beneficiado.
Según la medicina oriental, la dieta ideal es la que incluye los cinco sabores: amargo, dulce, picante, ácido y salado (ver el capítulo anterior). Pero como todos tenemos distintos cuerpos con desequilibrios, preocupaciones y vidas diferentes, la combinación adecuada exacta de sabores y temperaturas varía de una persona a otra. Lo que es saludable para una persona puede dañar a otra. Los individuos con un Qi débil, por ejemplo, pueden sentirse hinchados con productos lácteos, mientras que a los que tienen un yin débil les favorece su efecto humectante.
Para la mayoría de las personas, una dieta equilibrada puede consistir en:
35 % APROX.: cereales integrales, como arroz, mijo, cebada, trigo, avena, maíz, centeno, quínoa y amaranto.
35 % APROX.: fruta fresca y verdura de la temporada.
20 %: legumbres, semillas o frutos secos, entre ellos judías, lentejas, pipas, almendras y nueces.
10 % O MENOS: proteínas animales, entre ellas lácteos, carne, pescado, aves y huevos.
La mayor cantidad posible de comida debería ser de la máxima calidad y producida orgánicamente, ya que los productos animales comerciales pueden contener hormonas del crecimiento, antibióticos y esteroides, sustancias que no deberían entrar en nuestro cuerpo con frecuencia.
Las directrices anteriores son la base de una dieta equilibrada, y ésta debería adaptarse según las necesidades individuales.
Grasas
En general, las ideas convencionales sobre los alimentos saludables y no saludables han estado dominadas por conceptos sobre las grasas y sobre cómo su cualidad puede hacer enfermar.
Por lógica, un consumo de grasas saturadas y grasas hidrogenadas (a veces llamadas «grasas malas») aumenta claramente nuestra propensión a sufrir todo tipo de trastornos graves, como enfermedades cardíacas o un nivel de colesterol alto. Las grasas saturadas se encuentran en muchos tipos de carnes, lácteos, helados y algunos aceites, como el de palma y el de coco. Las grasas hidrogenadas, o trans, se encuentran en la mayoría de los alimentos procesados y envasados, como las galletas, las patatas fritas, los donuts, los pasteles, los productos basura fritos, y la mayoría de las barritas de caramelo o chocolate.
A menudo, se anima a la gente a reducir las grasas saturadas e hidrogenadas y a consumir más «grasas buenas» (monoinsaturadas y poliinsaturadas), porque se cree que en general son beneficiosas para la salud del corazón y para el nivel de colesterol. Las grasas monoinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 9) se encuentran en alimentos como los aceites de oliva, de girasol, de cacahuete y de sésamo, aguacates, aceitunas, almendras, cacahuetes, nueces de macadamia, avellanas, pacanas y anacardos. Las grasas poliinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 3 y 6) contienen «ácidos grasos esenciales», y están en los aceites de soja, maíz y cártamo, en las avellanas, pipas, semillas de sésamo, de calabaza y de lino, pescados grasos (salmón, atún, caballa, arenque, trucha y sardinas), verduras de color verde oscuro, leche de soja y tofu.
Existe una estrecha correlación entre la medicina convencional y la oriental en este ámbito, en particular en la necesidad de evitar las «grasas malas», que entorpecen la digestión y causan una acumulación de humedad y flemas en el cuerpo. No obstante, el problema con este enfoque es que muchos de estos alimentos contienen otros constituyentes, aparte de los ácidos grasos, o que en ocasiones tienen una clasificación algo distinta en la medicina nutricional oriental tradicional.
Por otra parte, si bien es cierto que mucha gente consume sistemáticamente demasiadas «grasas malas» con su dieta –grasas que generan humedad y flemas o mucosidad en el cuerpo–, estas grasas no son malas para todo el mundo y en todo momento. Para las personas delgadas, con un yin muy débil, por ejemplo, los alimentos altos en grasas saturadas pueden ser beneficiosos, siempre que sean de buena calidad y tomados con moderación.
Un consumo excesivo de «grasas buenas» también puede ser problemático. Muchas de ellas parecen tener un efecto beneficioso en el movimiento del Qi y la reducción de la mucosidad y la humedad, pero su exceso altera por completo la situación. Demasiadas avellanas, por ejemplo, aumentan la mucosidad en los Pulmones y el calor en el Corazón. El tofu puede debilitar el yang del Bazo porque es muy refrescante. La sal de las anchoas puede debilitar el Qi del Riñón y los huesos. Las sardinas pueden incrementar la mucosidad, y los cacahuetes y aguacates son fuente de humedad y pueden dañar el Qi del Bazo. Por lo tanto, es aconsejable considerar las grasas en el contexto más amplio de la dieta y los hábitos alimentarios.
Vegetarianos
Ya que el consumo de productos animales no debería llegar a más del 10 % del total en una dieta saludable normal, los vegetarianos no deberían preocuparse demasiado por carecer de las ventajas nutritivas de