Tóxicos invisibles. Ximo Guillem-Llobat

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Tóxicos invisibles - Ximo Guillem-Llobat

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fumigación cianhídrica reaparecía en otro documental agrícola de la década de 1930. Concretamente lo hacía en el documental «Fumigación del Naranjo» del ingeniero agrónomo Francisco García Fernández-Pacheco. Este agrónomo sería uno de los impulsores del Servicio Central de Cinematografía Agrícola dependiente de la Dirección General de Agricultura con el que trató de suplirse las deficiencias en la formación de un campesinado con una elevada tasa de analfabetismo (Camarero Rioja, 2014). La iniciativa surgía en el contexto de la Segunda República y pese a las numerosas dificultades que se plantearon a los dos años de su creación, tuvo una cierta continuidad gracias al empeño de sus impulsores. En el marco de este proyecto García Fernández-Pacheco produjo en 1935 el documental sobre el naranjo con el que mostraba la producción local de ácido cianhídrico líquido (concretamente por Fumigadores Químicos S.A.) y diferentes métodos de aplicación de la fumigación cianhídrica en cítricos.

      En cuanto a la comunicación de los riesgos asociados a las fumigaciones, en este documental no se observan grandes diferencias respecto a lo observado en el documental de Navarro. En uno de los bidones de ácido cianhídrico líquido que aparecen en la primera parte del documental se puede leer con dificultades «gas venenoso» y la recomendación de «consérvese en sitio fresco». Mientras que cuando muestra cómo se debe llenar la máquina con la que se fumigará con el ácido cianhídrico líquido, se puede leer que esta deberá llenarse «teniendo la precaución de operar de espaldas al viento». Pero ya no habrá ningún comentario o recomendación adicional que tenga en cuenta la cuestión de la seguridad. Al contrario, nuevamente lo que se observa son algunas inconsistencias con las medidas de seguridad ya exigida en los manuales para la formación de capataces fumigadores. Como ya ocurría en el documental de Navarro los operarios aparecen manipulando el cianuro de calcio sin protección en las manos y se observa también como al añadir cianuro en polvo en la máquina fumigadora, parte de este cianuro cae en el suelo. Pero, además, hay que tener en cuenta que el método de fumigación que aparece destacado en este documental es aquel con ácido cianhídrico líquido, que justamente era el más duramente criticado por su gran peligrosidad por aquellos vinculados a la fumigación sanitaria con cianhídrico (Cebrián Gimeno, 1930). Ni el incremento en la visibilidad de los accidentes en la prensa diaria, ni la inclusión de los accidentes acontecidos en la práctica agrícola entre aquellos que podían ser calificados como accidentes de trabajo afectaron, aparentemente, las inercias observadas en la divulgación. El citado documental nos sugiere que continuó la invisibilización del riesgo en este ámbito en términos muy similares a los observados en 1914.

      Sin embargo, cabe destacar que la toxicidad del cianhídrico en su uso agrícola no fue siempre invisible en aquellos años. Se han documentado algunos episodios en los que se explicitó dicha toxicidad de manera muy clara. Esto ya ocurrió, por ejemplo, a los pocos años de introducirse las fumigaciones en el contexto ibérico cuando Casa Grima, una de las principales empresas valencianas dedicadas a la fumigación cianhídrica, denunció sistemáticamente en la prensa diaria la peligrosa y fraudulenta aplicación de la fumigación por empresas competidoras. En aquel momento, Grima no tuvo inconveniente en destacar los peligros asociados a dichas fumigaciones para así justificar su monopolio y frenar el crecimiento de las empresas competidoras (Guillem-Llobat, 2019).

      Ya en la década de 1950 empezaron a desarrollarse tratamientos químicos alternativos a la fumigación cianhídrica para combatir el arañuelo del olivo. Estos incluyeron la aplicación de diversos plaguicidas organofosforados y organoclorados. Y en aquel momento, aunque la argumentación favorable al cambio fue en ocasiones fundamentada en base al menor coste y la mayor accesibilidad de estos plaguicidas alternativos, también se reivindicó su menor toxicidad. Entonces sí que fue más fácil que se hablara de los peligros relativos a la fumigación cianhídrica, justo cuando los agrónomos parecían inclinarse por afianzar los nuevos tratamientos. Emergía así, puntualmente, una cierta sensibilidad hacia el riesgo asociado a la fumigación pero lo hacía en base a intereses particulares.

      Reflexiones finales

      Con el presente texto hemos tratado de reflexionar sobre los procesos que llevan a visibilizar o invisibilizar la toxicidad de una substancia. Nuestro estudio de caso nos ha llevado a concluir, que en todos estos procesos intervienen diferentes actores históricos que pueden tanto producir conocimiento sobre los riesgos asociados a una u otra sustancia como producir ignorancia. Y tal y como ya planteábamos en la introducción de este libro, los mecanismos por los cuales se genera ignorancia son muy diversos.

      Esta ignorancia podía ser el resultado de la ausencia de investigaciones previas o de la construcción consciente de ignorancia por parte de determinados agentes sociales que en base a sus intereses particulares ocultaban información e incluso creaban falsas controversias. Pero en este caso parece que los procesos de invisibilización o de construcción de ignorancia que operaron fueron más sutiles a la vez que más estructurales. No tenemos constancia de que los autores de los documentales comentados y especialmente Navarro, en el que nos hemos detenido más tiempo, ocultaran o manipularan de manera consciente la información relativa a los riesgos asociados a la fumigación cianhídrica. Y sin embargo la consecuencia de su actividad fue sin duda la invisibilización de estos riesgos. Podemos por tanto evaluar este proceso en base al segundo tipo de construcción de ignorancia al que se refería Robert Proctor en aquella taxonomía de ignorancias que comentábamos en la introducción (Proctor, Schiebinger, 2008).

      Los marcos cultural e institucional, en los que desarrolló su actividad Navarro y el resto de agrónomos implicados en el desarrollo inicial de la fumigación cianhídrica, pudo determinar su contribución a la invisibilización del riesgo. La aprobación de la ley de accidentes de trabajo creaba una definición estándar de accidente que invisibilizaba los accidentes por intoxicación y aún más aquellos ocurridos en el medio agrícola. Se establecía un estándar que sería una pieza fundamental en la construcción de ignorancia; tal y como, en general, ha ocurrido y sigue ocurriendo en los procesos de estandarización (Elliot, 2015).

      Aquella definición estándar no solo hacía invisible, en los juzgados, los accidentes ocurridos en la fumigación agrícola sino que además vendría a impedir que se diera la recogida de datos sobre dichos sucesos. Por tanto, los datos estadísticos sobre accidentes laborales que se generaron (sin tener en cuenta estos últimos) también contribuyeron a invisibilizar el riesgo. A esto aún deberíamos añadirle que tal y como ya denunciaron autores coetáneos como Jordana de Pozas (1921) la prensa fue instrumental en la infrarrepresentación de los sucesos acontecidos en el medio rural.

      Aquella cultura científica que compartieron los ingenieros agrónomos de la época también pudo tener un papel importante en la invisibilización de los riesgos. La constante preocupación por la eficacia de los métodos de control no tuvo parangón en la evaluación de los riesgos. Así se puede constatar en las numerosas publicaciones dedicadas a estas fumigaciones y otros métodos químicos de control. Y posiblemente este hecho fue fundamental para que continuara la invisibilización del riesgo en la divulgación de este método plaguicida cuando, ya en la década de 1930, tanto la legislación como los medios de comunicación no fueron tan activos en la construcción de ignorancia (se extendía la regulación de los accidentes laborales al medio agrícola y aparecían puntualmente breves noticias sobre accidentes en la fumigación agrícola).

      En la introducción de este libro se hacía referencia a la divulgación científica como una vía para la invisibilización de los riesgos y en el caso de las fumigaciones cianhídricas este punto ha quedado corroborado. Los ingenieros en sus estudios podían hacer más énfasis en la eficacia que en la seguridad de los plaguicidas, pero en la divulgación la cuestión de la seguridad desaparecía completamente. A este punto ya nos referíamos en relación a los documentales pero si, por ejemplo, analizamos la conferencia sobre el arañuelo del olivo impartida por Navarro en la Asociación de Labradores de Zaragoza y publicada en 1913, la ausencia de cualquier referencia a la seguridad todavía resulta más manifiesta (Navarro, 1913). Y teniendo en cuenta que los cambios introducidos por Navarro en la fumigación comportaron el paso a fumigar

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