Nirvana. La última pesadilla. Osho

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Nirvana. La última pesadilla - Osho Sabiduría Perenne

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amor no es lo contrario del odio. Si el amor es contrario al odio, en ese amor, el odio continuaría existiendo, seguiría fluyendo una corriente subterránea de odio. El auténtico amor no se opone al odio. El amor de un buddha no es lo contrario al odio. Es simplemente la ausencia de odio.

      La compasión no está contra la cólera. Cuando la cólera desaparece, aparece la compasión. No es necesario luchar por la compasión; no está contra la pasión. Cuando la pasión desaparece, la compasión es. La compasión es tu naturaleza.

      El estado de ausencia de deseo eres tú. Cuando desaparecen todos los deseos y te quedas solo, en esa hermosa emancipación –pura emancipación, emancipación cristalina– existe indeseabilidad. Ni siquiera un rastro de deseo… Sin meta, sin ningún sitio al que ir. Por primera vez vives lo que es la vida, por primera vez cantas a pleno pulmón, y tu canto se expande por toda la existencia. Por primera vez eres capaz de celebrar.

      Eso se llama iluminación, nirvana. El nirvana nunca puede ser un objetivo. Cuando careces de todo objetivo, el nirvana llega hasta ti. Tú nunca te diriges hacia el nirvana. Cuando no vas a parte alguna, el nirvana viene hacia ti. O, si prefieres utilizar el lenguaje de los bhaktas y devotos, puedes utilizar la palabra “divinidad”.

      Tú no vas hacia la divinidad. Uno nunca puede ir en esa dirección. ¿Adónde irás? O a ninguna parte o a todas partes. ¿Adónde?

      No puedes convertir la divinidad en un objeto. No puedes convertir tu deseo en una flecha lanzada hacia la diana del divino. O está en todas partes –y por lo tanto no puedes convertirlo en un blanco–; o no está en ninguna, y si es así tampoco lo puedes convertir en diana. No hay nadie que lo haya alcanzado nunca. Cuando detienes todos los intentos, cuando sueltas toda la tontería sobre lograr algo, entonces de repente la divinidad llega a ti. Y cuando llega, llega de todas partes, de todas las direcciones. Simplemente te penetra por todos los poros de tu ser. Tú nunca llegas a ella; siempre llega a ti.

      Cuando la gente viene a verme, y me cuenta que busca lo divino, yo digo: «Por favor, no os esforcéis. Habéis emprendido un viaje inútil. Lo que debéis hacer es descansar, relajaros, esperar y permitir que llegue a vosotros. Vuestra búsqueda creará una barrera».

      Una mente inquisitiva es una mente tensa. Una mente que busca no descansa. Una mente deseosa no está en casa… Siempre deambulando, itinerante, yendo a alguna parte. ¿Crees que te encontraré si voy a tu encuentro? Tal vez estés en otra parte. Siempre estás en otro sitio. Siempre que pareces estar, no acabas de estar ahí. Si te sientas en el templo, sólo estás ahí en apariencia. Tal vez estés en el mercado. O quizás en la tienda, en la fábrica o en la oficina. Cuando estás sentado en tu oficina o en tu tienda, sólo lo estás aparentemente…, pareces estar ahí. Tu mente pudiera estar en cualquier otro sitio… El mundo es vasto.

      Nunca estás donde estás. Quédate ahí. Estés donde estés, quédate ahí. Ésa es la puerta a lo divino, y así lo divino entra en ti.

      Si lo buscas, el nirvana se convierte en una pesadilla. Y entonces el nirvana pasa a ser la peor de las pesadillas. Puedes hacer dinero si buscas hacerlo. Puedes conseguir poder y prestigio si lo buscas. Sí claro, lleva tiempo, mucho esfuerzo y es casi inútil… Porque cuando lo has conseguido no encuentras nada. Pero puedes buscarlo.

      Si estás lo suficientemente loco puedes encontrar cualquier cosa en el mundo. Sólo tienes que estar lo bastante loco…, casi demente, tarado. Entonces, ganarás, porque nadie podrá competir contigo, a menos que aparezca alguien más loco que tú. En el mundo puedes hallar todo aquello que ansías. Será una pesadilla, pero tiene un final…

      Pero el nirvana es la última y la peor de las pesadillas.

      Una vez que empiezas a buscarlo puedes despedirte de que suceda, porque su propia naturaleza es tal que impide que lo alcances. Así que, cuando digo que estés aquí y ahora, estoy diciendo, por favor, ayuda a que el nirvana te alcance. Quédate en casa, espera… Tarde o temprano verás… Ha llamado.

      Jesús dice: «Llamad y se os abrirá la puerta».

      Yo os digo: «Esperad. La existencia llamará. Permaneced atentos y abrid la puerta cuando llame».

      La existencia no deja de llamar, constante y continuamente, pero no estás aquí para oírlo, para escuchar. No estás aquí para abrir la puerta. El invitado está siempre a la puerta, pero el anfitrión no aparece.

      Sé un anfitrión; eso es lo que quiero decir cuando digo «sé aquí y ahora». Eso sólo significa que seas anfitrión de la vida, que seas anfitrión de la existencia. Permanece disponible y te sucederá todo. Nada te faltará. No hay nadie entorpeciendo el camino excepto tu propio deseo, excepto tu propio correr de aquí para allá. Descansa un poco.

      Y cuando digo descansa, quiero decir descansa aquí y ahora. No lo pospongas, porque ¿quién puede descansar mañana?

      Y no dejaré de cantar las maravillas del éxtasis, pero no me malinterpretes. No intento convencerte de que has de alcanzar el nirvana. No es una meta. No puede convertirse en un objetivo. No puede convertirse en objeto del deseo. Está disponible. No tienes más que mirar, echar un vistazo atento. La vida es muy hermosa. Te llueve encima desde todas partes. A eso le llamo meditación. Eso es lo que el zen denomina zazen. Permanece sentado, en una espera infinita, observando, atento, consciente, sin ir a ninguna parte, y sucede el milagro de los milagros: lo que buscabas y no hallabas de repente sucede.

      No existe en ello contradicción alguna, pero tu mente la creará, porque si tu mente no crea una contradicción, carecerá de función que llevar a cabo. Primero crea un problema y luego intenta hallar una solución. No permitas que la mente cree un problema donde no existe ninguno.

      Me han contado algo sobre un médico. Llegó un hombre a verle; padecía un resfriado corriente. El médico le dijo:

      –Haga una cosa. La noche está bastante fría. A medianoche, diríjase desnudo al lago y zambúllase en él.

      El hombre contestó:

      –¿Se ha vuelto loco? Estoy resfriado, ¡y a medianoche el lago estará helado! Pillaré una neumonía doble.

      El médico dijo:

      –No se preocupe. Tengo el medicamento perfecto para la neumonía, pero ninguno para el resfriado corriente. Estoy seguro de que le curaré. No tiene más que seguir mis indicaciones.

      La mente no deja de crear problemas y luego intenta suministrar soluciones. ¿No te has fijado nunca en esa tontería? Extirpar la mente de cuajo. No permitas que cree un problema… Ésa es la solución.

      De otro modo, la mente te ofrecerá una solución. En primer lugar, el problema será falso. ¿Cómo entonces podrá ser válida la solución? Si solucionas un falso problema, la solución deberá ser falsa. Entonces te ves atrapado en una regresión infinita. En la solución, la mente volverá a hallar problemas. Y de nuevo, se suministrarán soluciones. Y no saldrás nunca de ahí.

      Si tu propia mente no puede ofrecerte una solución, entonces acudes a mentes más grandes; ellas pueden suministrar soluciones. Vas a filósofos, a gentes que sostienen teorías, doctrinas y escrituras en sus cabezas. Si no puedes hallar tu propia solución, busca con los expertos; y entonces ellos darán con una. Pero los expertos todavía tienen que ser de ayuda para alguien. Cincuenta siglos de historia de la filosofía no han ofrecido ni una solución para ningún problema. Por el contrario, no han hecho más que crear más… ¡Extirpa la raíz de cuajo!

      Siempre

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