El curioso caso de la especie sinnombre. Luis Javier Plata Rosas

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El curioso caso de la especie sinnombre - Luis Javier Plata Rosas

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es santosoma) y -ura (brachyura es brakiura).

      5 Las palabras de tres o más sílabas son esdrújulas si la vocal de la antepenúltima sílaba es larga, lo que ocurre cuando:a) la vocal de la antepenúltima sílaba es seguida de otra vocal (Scorpioides es scorpioides);b) la vocal de la antepenúltima sílaba es seguida de una consonante (volubilis es volubilis);c) en la antepenúltima sílaba hay un diptongo ae, oe, oi, ei, ai o au (amoyensis es amoiensis).

      6 Las palabras de tres o más sílabas son esdrújulas en palabras terminadas en -cera, -coris, -donax, -dytes, -grapha, -gnatus, -monas, -phaga, -phylla, -ptera, -pterix, -poda, -spora, -stoma, -toma, -coma, -ula (Campanula es campanula, Archaeopteryx es arkeopterics).

      —Los chicos prefieren el queso a las espinacas verdes fritas (Kids Prefer Cheese Over Fried Green Spinach).

      —¿Cómo dijo?

      —Es un acrónimo para los siete niveles de la taxonomía: reino, filo, clase, orden, familia, género y especie (Kingdom, Phyllum, Class, Order, Family, Genre, Species).

      —Impresionante.

      Quizás más impresionante es que el diálogo no proviene de Plaza Sésamo ni de un documental, sino de un capítulo de la serie de televisión El mentalista (The Mentalist) donde se explica este truco mnemotécnico para recordar los siete niveles o categorías taxonómicas (ocho si, por arriba del reino, tomamos en cuenta el dominio).

       La taxonomía según los taxónomos y otros bichos académicos I

      De acuerdo con el Wall Street Journal, el mundo tiene alrededor de 10 mil taxonomistas en activo. No es un gran número cuando se considera cuánto hay para ser registrado. Pero, el Journal añade, debido al costo (cerca de 2 mil dólares por especie) y el papeleo, sólo cerca de 50 mil nuevas especies de todos los tipos son registradas por año.

      Bill Bryson,

       Una breve historia de casi todo

      Priapulus es un género de gusano marino de forma cilíndrica que, al ser estimulado externamente cuando alguien lo toca— crece y se pone duro. Por este fálico comportamiento estos gusanos fueron bautizados en honor de Príapo, dios de la fecundidad en la mitología griega, dotado de un pene gigantesco.

      Phallus impudicus (del latín phallus, del griego phallos, ‘pene’, y del latín impudicus, ‘sin pudor, desvergonzado’) es un hongo apestoso que parece un pene erecto. En su General Historie of Plants (1597), un erudito mamotreto de 1 mil 480 páginas, el botánico inglés John Gerard se refirió a esta especie como “fungus virilis penis effigie” o, para abreviar, simplemente como “el hongo verga”; dos siglos después, su colega y compatriota John Parkinson, en su tratado Theatrum botanicum (1640), decidió bautizarlo como Phallus hollandicus en honor de los holandeses (ignoramos la razón). Linneo transformó el gentilicio en adjetivo y gracias a él cada vez que vemos a este hongo con supuestas propiedades afrodisiacas, no tenemos por qué asociarlo con los habitantes de los Países Bajos.

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      Los dos reinos

      Hace mucho tiempo (unos tres siglos), en un lugar muy lejano (Suecia), Carlos Linneo ordenó la vida en un sistema jerárquico en el que, cual muñecas rusas, unos grupos formaban parte de otros.

      Así quedaron ordenadas especies en géneros, géneros en familias, familias en clases, clases en órdenes, órdenes en filos y, para finalizar, filos en reinos; aunque no fue Linneo, sino el científico alemán Ernst Haeckel, quien introdujo en el siglo XIX los niveles de filo —cuyo nombre en latín, phyllum, es también muy usado en biología— y familia, si bien otros autores anteriores usaban ya nombres como subreino, círculo o tipo para referirse al filo.

      Como muchos niños hoy en día, Linneo colocó a cada ser vivo que conocía en uno de dos reinos: animal o vegetal, y legó el hasta hoy inacabable trabajo de seguir ordenando a los seres vivos en manos de los actualmente llamados taxónomos. Pero la vida —o, para ser más precisos: los seres vivientes— resultó ser mucho más compleja de lo que pudo haber previsto Linneo y, aunque por más de un siglo los biólogos se las arreglaron con dos reinos, gracias al —o por culpa del— microscopio, muy pronto se dieron cuenta de que había cientos y miles de especies rebeldes —un alto porcentaje de ellas, formadas por una sola célula y microscópicas— cuyas características les impedían su segura inclusión en uno u otro reino.

      Reino de los primerísimos

      Como las fronteras entre animal y planta eran más bien difusas cuando de organismos como algas, bacterias y amibas se trataba, en 1859 el inglés Richard Owen propuso la creación del reino Protozoa (en griego, ‘primeros animales’) para nombrar lo que él consideraba “numerosos seres, mayormente de diminuto tamaño, que retienen la forma de células nucleadas” y que tenían “características orgánicas comunes” de plantas y animales; un año después, el naturalista británico John Hogg consideró que era necesario instaurar el Regnum Primigenium o, usando palabras menos rimbombantes, el reino Protoctista (que en griego significa ‘primeras criaturas’ o ‘primigenios’, ya que para Hogg los protoctistas eran seres vivos cuya existencia antecedía a la de animales y plantas, por lo que agrupó a las esponjas entre ellos). En 1863 los estadounidenses Thomas B. Wilson y John Cassin lanzarían su propia propuesta de nombre: reino Primalia.

      El problema de qué hacer con los organismos que no eran ni plantas ni animales no quedaría ahí, y en 1866 Haeckel nos daría el nombre más popular —si bien no el más aceptado entre especialistas: la microbióloga Lynn Margulis, por ejemplo, considera que el nombre correcto es el de reino Protoctista— para englobar en ese entonces —no ahora— a todos los organismos unicelulares: el reino Protista (que en griego significa ‘muy primeros’ o, si usamos un superlativo, ‘primerísimos’). En el “reino de formas primitivas” de Haeckel, si tenía una única célula y se parecía más a un animal, sería un protozoa; si era más bien parecido a una planta, se trataría de un protofita. ¿Más de una célula? Entonces estaría en el reino Histonia, formado por los subreinos Metafita —plantas— y Metazoa —animales—. Así, seguimos teniendo dos reinos y, por fin… ¿todos los taxónomos contentos? En realidad, la pax taxonomica duraría muy poco, pues la llegada de un nuevo tipo de microscopio complicaría las cosas nuevamente y de manera definitiva.

      Reino de los solitarios

      Hacia 1930 los primeros microscopios electrónicos hicieron su aparición y dificultaron considerablemente la enseñanza de la microbiología a

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