Cooperar para crecer. Francisco Zariquiey Biondi

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Cooperar para crecer - Francisco Zariquiey Biondi Biblioteca Innovación Educativa

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hay una gran cantidad de datos que pueden llegarte por vías externas. Por ejemplo, la Secretaría del centro o el Departamento de Orientación pueden aportarte información que te sirva como punto de partida: fecha de nacimiento, antecedentes, situación familiar, hermanos. También puedes utilizar como fuente algún tipo de cuestionario o las primeras reuniones que realices con las familias.

      Pero es evidente que la estrategia más poderosa que puede aportarte lo que necesitas es la observación directa en el aula. Para ello, podrás emplear herramientas de tipo cuantitativo y cualitativo, y alguna de las siguientes seguro que puede resultarte de utilidad:

      • Una lista de cotejo, escala de valoración o, incluso, rúbrica para realizar una observación individual del alumno, que contenga diferentes indicadores definidos en función de tus intereses.

      • Un diario de clase, en el que vayas recogiendo sistemáticamente los aspectos más importantes de la vida del aula.

      • Un anecdotario, en el que registres sucesos y situaciones puntuales que, por su importancia, puedan ayudarte a profundizar en tu conocimiento de tu alumnado.

      • La utilización de dinámicas de grupo que te permitan analizar la forma en la que se desenvuelven tus alumnos en distintas situaciones.

      • Herramientas dirigidas a conocer las preferencias de tus estudiantes como sociogramas o encuestas.

      • Entrevistas individuales o grupales, más o menos estructuradas, diseñadas para conocer diversos aspectos de los niños y las niñas.

      A modo de ejemplo, te ofrecemos una lista de cotejo que puede servirte como referencia para recoger información sobre las competencias de tus alumnos:

      Seguro que, al ir leyendo los indicadores de la lista anterior, ya has ido poniendo cara a algunos de ellos. Es genial tener presentes a tus alumnos, porque eso te va a facilitar la puesta en marcha de los grupos cooperativos.

      Recapitulando, como indicamos anteriormente, los datos obtenidos pueden servirte tanto para tomar decisiones a la hora de crear la red de aprendizaje como para evaluar sus progresos y logros o establecer los aspectos que deben mejorar. ¿A que no pensabas que les sacarías tanto partido? Ya irás viendo que todo tiene utilidad. Y, aunque inicialmente esta tarea pueda resultar para ti un trabajo añadido, verás como pronto vas a considerar que el tiempo invertido ha sido rentable. Todos esos datos no solo te proporcionarán seguridad a la hora de tomar decisiones, sino que contribuirán a mejorar sensiblemente tu autoestima ya que, cuando compruebes los progresos que han realizado tus niños, sentirás un gran orgullo y disfrutarás de la emoción que proporciona el trabajo bien hecho.

      Ahí va un nuevo consejo. En la medida en que la cooperación sea una realidad entre el claustro, lo será también en las aulas. La cooperación no solo mejora el aprendizaje y la interacción entre los alumnos, sino que mejora también la experiencia escolar del profesorado. Piensa en la gran ventaja que puede proporcionarte la posibilidad de compartir con tus compañeros docentes tanto las herramientas —puede resultar muy útil crear un banco de recursos— como los resultados, en el caso de que otros profesores compartan contigo el grupo de alumnos.

      2. ¿Cómo agrupo a mis alumnos?

      Cuando hayas registrado los datos que necesitas para construir la red de aprendizaje, debes ocuparte de que empiece a funcionar y, para ello, tu primera tarea será crear grupos cooperativos, en función de una serie de criterios que permitirán a tus alumnos compartir contenidos, tareas o recursos para maximizar su aprendizaje.

      Para que tu red de aprendizaje cooperativo sea eficaz, es fundamental un adecuado diseño de dichos grupos. Y ello te exige cierta meticulosidad y reflexión, para facilitar que el equipo potencie las posibilidades de aprender de todos y cada uno de los alumnos. Esto toma más relevancia al estar trabajando con niños de Educación Infantil, que inician su experiencia escolar. En esta etapa, un grupo mal estructurado —ya sea por su configuración, su tamaño o su duración— puede exponer a los niños ante situaciones negativas que, en contra de nuestros intereses, refuercen un sentimiento desfavorable hacia la cooperación.

      También puede producir en ti o en algunos de tus compañeros la sensación de que el aprendizaje cooperativo no funciona. ¿No se lo has oído decir alguna vez a alguien de tu entorno escolar cercano? Si esa persona no ha hecho un planteamiento de los grupos con cierto tino, es muy comprensible que su sensación haya derivado en un alarmante desánimo y haya constituido, a su vez, el motivo que justifique el abandono de la experiencia. Pero estamos seguros de que eso no te va a pasar a ti, así que vamos a dejar a un lado cualquier pensamiento negativo.

      Así pues, entenderás que es especialmente importante que prestes atención a la formación de los grupos, para garantizar unas condiciones mínimas de eficacia. Pero no te agobies, verás que cuando termines de leer este capítulo no te va a parecer tan difícil.

      Pensando en el proceso que deberás seguir y, más concretamente, en las decisiones que vas a ir tomando, trataremos los temas que señalamos a continuación:

      • Diseñamos los agrupamientos atendiendo a su composición —homogéneos o heterogéneos—, al número de integrantes y al tiempo en el que trabajarán juntos.

      • Formamos los grupos, eligiendo a los alumnos que los constituyen a partir de unos determinados criterios.

      • Disponemos el aula, contemplando algunas premisas que facilitan el trabajo grupal.

      Diseñamos los grupos

      La configuración de los grupos

      Si tuvieras que elegir, rápido y sin pensarlo mucho, entre grupos homogéneos o heterogéneos, ¿qué crees que sería más adecuado? Si no tienes demasiado clara tu respuesta, ahí va una pista: diversidad. ¿Ya vas imaginando por dónde vamos? La estructura básica que sustenta nuestra red de aprendizaje se constituye sobre grupos heterogéneos, ya que uno de los motivos por los que resulta tan interesante el aprendizaje cooperativo es justamente porque se trata de un modelo que entiende la diversidad como un elemento positivo, que potencia las oportunidades de mejora de todo el alumnado.

      Los grupos heterogéneos constituyen la estructura sobre la que sostenemos las situaciones habituales de trabajo en el aula, convirtiéndose así en el referente del alumnado. Forman lo que se suele llamar “equipos-base”, que son agrupamientos estables que se utilizan habitualmente y que deberán mantenerse durante un cierto tiempo, por ejemplo, entre un mes y medio y un trimestre.

      Para formar este tipo de grupos, puedes partir de los datos que hayas registrado anteriormente sobre tu alumnado y elegir los criterios de heterogeneidad que te resulten más útiles, teniendo en cuenta que debes elegir varios y diversos en función de las distintas categorías que te presentamos a continuación:

      • Los factores personales como el mes de nacimiento —dato importante en los primeros años de escolarización—, el género, el perfil de inteligencia, los intereses, el nivel de destrezas cooperativas, la actitud hacia la cooperación o el grado de autonomía.

      • Los factores sociales: como la etnia, el nivel socioeconómico o el nivel de integración en el grupo-clase.

      • Los factores escolares: como el nivel de desempeño,

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