¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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de 169 mil productores se dedican a la producción agrícola de alimentos orgánicos”.

      Con corrección lingüística, con lógica, sin redundancias y sin esa horrible sintaxis, dicha secretaría mexicana debió informar que

       en México más de 169 000 empresas agrícolas se dedican a la producción de alimentos ecológicos.

       Si los mismos gobiernos utilizan este disparate, y lo hacen oficial, el socavamiento de la lógica y del idioma parece irreversible. He aquí otros pocos ejemplos de los millones con los que se atropella la lengua en instituciones públicas y empresas privadas, en el periodismo impreso y en internet: “Productos orgánicos mexicanos”, “7 cosas que no sabías de los productos orgánicos”, “las mejores tiendas de productos orgánicos”, “productos orgánicos, calidad e inocuidad”, “¿vale la pena comprar productos orgánicos?”, “10 razones por las que los alimentos orgánicos son mejores para ti”, “alimentos orgánicos: lo que usted necesita saber”, “obsesión por alimentos orgánicos, un negocio multimillonario”, “conoce los beneficios de los alimentos orgánicos”, “alimentos orgánicos con gran potencial”, “emprenda con alimentos orgánicos”, “¿qué es la agricultura orgánica?”, “la agricultura orgánica en el mundo”, “la agricultura orgánica produce lo suficiente y es más sostenible”, “principales ventajas de la agricultura orgánica”, “Centro Nacional Especializado de Agricultura Orgánica”, “9 ventajas asombrosas de la comida orgánica”, “comida orgánica para bebés”, “beneficios de la comida orgánica”, “¿por qué es importante la comida orgánica?”, “cultivo de vegetales orgánicos”, “vegetales orgánicos y frescos”, “los beneficios de los tomates orgánicos”, “los tomates orgánicos son más pequeños, sabrosos y nutritivos”, “tomates orgánicos, listos para ganar el mercado”, “ensalada de pulpo con tomates orgánicos”, etcétera.

       Google: 2 850 000 resultados de “productos orgánicos”; 1 860 000 de “alimentos orgánicos”; 678 000 de “agricultura orgánica”; 355 000 de “comida orgánica”; 244 000 de “producto orgánico”; 218 000 de “vegetales orgánicos”; 163 000 de “alimento orgánico”; 56 000 de “tomates orgánicos”.

       Google: 3 600 000 resultados de “productos ecológicos”; 2 530 000 de “agricultura ecológica”; 713 000 de “agricultura biológica”; 629 000 de “productos biológicos”; 602 000 de “alimentos ecológicos”; 101 000 de “alimentos biológicos”; 32 000 de “tomates ecológicos”; 20 500 de “vegetales ecológicos”.

      13. ambas, ambos, ¿ambos dos?, ¿ambos tres?, ¿ambos cuatro?, entrambos

      En el Diccionario de uso del español María Moliner define el término “ambos”, “ambas” (del latín ambo) como adjetivo y pronombre, en plural, que “se aplica a dos cosas consabidas”. Y ofrece un par de ejemplos: Soy amigo de ambos hermanos; Ambos me interesan. En el DRAE se especifican las formas adjetiva y pronominal. Como adjetivo indefinido plural, “ambos” significa “uno y otro”, “usado con sustantivos contables en plural referido a un sintagma nominal mencionado o sobrentendido”. Ejemplo: Le gustaron ambos textos. Como pronombre indefinido masculino y femenino plural, “ambos”, “ambas”, significa “el uno y el otro, o los dos” e igualmente se usa “referido a un sintagma nominal mencionado o sobrentendido”. Ejemplo: Leyó dos libros de ese escritor y le gustaron ambos. Tanto el DUE como el DRAE mencionan la locución adjetival y pronominal “ambos a dos”, ya prácticamente en desuso, que significa, literalmente, “uno y otro”. El DUE, aunque no el DRAE, dirige al lector al adjetivo y pronombre indefinido plural “entrambos” (del latín inter ambos), otra forma de decir “ambos”, ya también casi en desuso. Al respecto, en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Manuel Seco señala lo siguiente: “Puede presentarse en la forma ambos a dos, puramente literaria, de la que son variantes erróneas ambos dos (Vamos a explicar ambas dos interrogantes fundamentales, J. L. Cebrián, El País, 14.2.1982, 1) y ambos dos a dos. En cuanto a la variante ambos tres, oída por la radio (Ambos tres se dirigieron, Radio Madrid, 7.4.1983, 7 h), no es preciso ningún comentario”. En el Diccionario panhispánico de dudas se asegura, a propósito de “ambos a dos”, que “esta locución, sinónima de ambos, era muy frecuente en el español medieval y clásico, más con preposición (ambos a dos) que sin ella (ambos dos), y en estas dos formas ha pervivido hasta nuestros días. Por su carácter redundante, está en retroceso en el habla culta y se desaconseja su empleo”. Y acerca de “entrambos”, usado como adjetivo o pronombre, el Panhispánico advierte que es sinónimo de “ambos”: “frecuente en épocas anteriores, hoy solo se emplea, ocasionalmente, en la lengua escrita, con intención arcaizante”. Aclara también (cuando algo puede aclarar este lexicón tan guango) que, pese a su sentido etimológico, “entrambos no es variante gráfica del sintagma preposicional entre ambos”, por lo que no es correcto decir “entrambos clubes existen grandes diferencias”, en lugar de “entre ambos clubes existen grandes diferencias”. Queda claro, entonces que “ambos dos” es redundancia, que “ambos tres” es pendejismo y que “ambos cuatro” es pendejismo elevado a la cuarta potencia (que es hasta donde se elevó Vicente Fox Quesada cuando lo dijo), en tanto que “entrambos” es arcaísmo que ya ni los tatarabuelos emplearían al hablar y al escribir. Digamos y escribamos “ambos”, y punto.

      Por supuesto, sobrevive el “ambos dos” (más que el “entrambos”) en gente afectada y pretendidamente culta. No es redundancia del ámbito inculto de la lengua, sino de gente pretenciosa que nunca consulta el diccionario y que, lo mismo en publicaciones impresas que en internet, influye en quienes la imitan porque suponen que gente tan culta, o tan prestigiada, debe tener razón. En libros y en periódicos es abundante. En un libro sobre política leemos lo siguiente:

       “En ambos dos autores se encuentra bibliografía internacional sobre el tema”.

      ¡Estupendo! Pero, sin redundancia, el autor debió escribir:

       En ambos autores, etcétera.

       He aquí un surtido rico de esta redundancia y de los pendejismos “ambos tres” y “ambos cuatro”, en boca y en letra de cultos, letrados y hasta presidentes de sufridas naciones: “de acuerdo con ambos dos”, “ambos dos han salido juntos”, “y ambos dos se ríen”, “ambos dos se aman en silencio”, “ambos dos se aman hasta el tuétano”, “ambos dos se odian y se necesitan” (sí, claro, se necesitan para poder ser ambos dos), “cosas de ambos dos”, “ambos dos unidos”, “porque ambos dos a dúo tienen lo suyo” (¡qué maravilla: a dúo ambos dos!; si fueran ambos tres harían un trío), “a la mierda ambos dos” (estamos de acuerdo; mejor aún: ¡a la mierda ambos tres!), “ambos dos han disfrutado”, “ambos tres son similares”, “ambos tres sabemos que eso no es así” (no sólo lo sabemos ambos tres, sino ambos cuatro), “debería estar entre uno de los grandes referentes de ambos tres”, “ambos tres empezaron a ganar torneos grandes”, “elaborados ambos tres con el mismo protocolo”, “estamos ambos cuatro: Vicente Fox”.

      

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