¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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¡No valga la redundancia! - Juan Domingo Argüelles Studio

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adolescentes ni peces adolescentes ni microbios adolescentes y ni siquiera chimpancés adolescentes, aunque mucho parecido tengamos con los chimpancés. La “adolescencia” es privativa de los seres humanos; por tanto, no hace falta anteponer el sustantivo “persona” (“individuo de la especie humana”) al adjetivo “adolescente”; basta con usar “adolescente” y “adolescentes” como sustantivos. Ejemplos: El adolescente presenta una crisis de personalidad; Los adolescentes suelen desconfiar de sus padres. La expresión “persona adolescente” es, con absoluta seguridad, una redundancia que surgió con el denominado “lenguaje inclusivo o de género”; absurdamente, pues “adolescente”, lo mismo si es adjetivo que sustantivo, es invariable tanto para el masculino como para el femenino; el género lo marca, especialmente, el artículo: “el adolescente”, “la adolescente”, “unos adolescentes”, “unas adolescentes”. Si decimos y escribimos “personas adolescentes” para abarcar lo mismo a los hombres que a las mujeres “adolescentes”, ello es rizar el rizo, pues con decir y escribir “adolescentes” ya estamos abarcando ambos géneros.

      Las formas equívocas “adolescente joven”, “adolescente muy joven” y “joven adolescente”, que se producen a partir del mismo procedimiento torpemente eufemístico y redundante de llamar a los viejos o ancianos “adultos mayores” o “adultos en plenitud”, cada vez se extienden más en las publicaciones impresas, en el lenguaje necio de profesionistas, y, sobre todo, en internet. En un libro leemos lo siguiente:

       “Debió cortar por lo sano desde el principio y no alentar esos sentimientos en una adolescente muy joven y sensible”.

      Tan claro y preciso que es nuestro idioma como para decir, correctamente:

       no alentar esos sentimientos en una adolescente sensible.

       He aquí unos pocos ejemplos de estas barrabasadas que atentan contra la lógica y dañan la precisión de la lengua: “Salud de los adolescentes jóvenes”, “perfil de las condiciones de vida de los adolescentes jóvenes”, “la incapacidad de los adolescentes jóvenes”, “salud cardiometabólica en adolescentes jóvenes”, “vidas sexuales y reproductivas de adolescentes jóvenes”, “la participación política de jóvenes adolescentes”, “ansiedad manifiesta en jóvenes adolescentes con sobrepeso”, “el impacto de Instagram en los jóvenes adolescentes”, “madres jóvenes adolescentes indígenas”, “jóvenes adolescentes en situaciones de vulnerabilidad psicosocial”, “tengo una sobrina joven adolescente”, “la oración del joven adolescente”, “ninguna joven adolescente necesita exámenes ginecológicos”, “el sueño en el adolescente joven”, “¿qué es ser adolescente joven hoy?”, “la percepción del adolescente joven”, “un adolescente muy joven está hablando en serio”, “la adolescente muy joven”, “partos entre adolescentes muy jóvenes”, “las necesidades de salud sexual y reproductiva de adolescentes muy jóvenes”, “protocolo internacional para personas adolescentes”, “la privación de la libertad de las personas adolescentes”, “¿cómo piensan las personas adolescentes?”, “cómo hablar de sexualidad con personas adolescentes”, “perspectivas éticas del cuidado a personas adolescentes”, “Instituto de las Personas Adolescentes y Jóvenes”, “la posición de la persona adolescente en el sistema social”, “derecho penal de la persona adolescente”.

       Google: 724 000 resultados de “adolescentes jóvenes”; 636 000 de “jóvenes adolescentes”; 614 000 de “joven adolescente”; 180 000 de “adolescente joven”; 132 000 de “personas adolescentes”; 56 000 de “persona adolescente”; 10 000 de “adolescente muy joven”; 6 830 de “adolescentes muy jóvenes”.

      11. alimento, ¿alimento no nutritivo?, ¿alimento sin nutrientes?

      Si una persona, con hambre o sin ella, se lleva a la boca un puñado de trozos de acero y se lo traga, ¿equivale esto a “alimentarse”?, ¿es eso un “alimento”? Desde luego, no; porque, de acuerdo con la definición de “alimento”, el acero no es una materia con cualidades “alimenticias” para un ser humano y para un ser vivo en general. Es más, ingerir acero no sólo no lo alimenta, sino que hasta puede poner en riesgo la vida de quien lo ingiere. Siendo así, no existe algo que pueda denominarse “alimento no nutritivo” o “alimento sin nutrientes”, pues lo que no es “nutritivo” o carece de “nutrientes”, simplemente no es “alimento”, al menos para el ser humano, pues se dice que hay cucarachas que viven dentro de los aparatos eléctricos y electrónicos, debido al ambiente cálido que ahí encuentran, y que pueden llegar a alimentarse del forro plástico de los cables y circuitos de dichos aparatos. Pero, para el ser humano, lo que no es nutritivo, no es alimento. Veamos por qué. El sustantivo femenino “alimentación” posee dos acepciones principales en el DRAE: “Dar alimento a un ser vivo” y “conjunto de las cosas que se toman o se proporcionan como alimento”. Ejemplo: La alimentación es un derecho de todos los seres humanos. El verbo transitivo “alimentar” significa “dar alimento a un ser vivo”. Ejemplo: La madre alimentó al recién nacido. De ahí el adjetivo “alimenticio”: “Que alimenta o tiene la propiedad de alimentar”. Ejemplo: La leche materna es altamente alimenticia. Finalmente, el sustantivo masculino “alimento” (del latín alimentum) posee dos acepciones principales en el diccionario académico: “Conjunto de sustancias que los seres vivos comen o beben para subsistir” y “cada una de las sustancias que un ser vivo toma o recibe para su nutrición”. Ejemplo: El mejor alimento para un recién nacido es la leche materna. Hay alimentos más o menos “nutritivos”, pero no hay “alimentos no nutritivos” ni “alimentos sin nutrientes”, puesto que el contrasentido que encierran dichas expresiones impide que puedan ser “alimentos”. La lógica se impone: El “nutriente” y lo “nutritivo” se definen como “lo que nutre”; la “nutrición” es la “acción y efecto de nutrir”; “nutrir” (del latín nutrīre) es “aumentar la sustancia del cuerpo animal o vegetal por medio del alimento”, y lo “nutricio” (del latín nutricius) es aquello que es “capaz de nutrir”. Queda claro, entonces, de una vez por todas, que lo que no es “nutritivo” o carece de “nutrientes” no puede denominarse “alimento”.

      En el ámbito culto de nuestra lengua y, especialmente, entre los nutriólogos, cada vez se abren más camino los contrasentidos “alimento no nutritivo” y “alimento sin nutrientes”. A los profesionales de la nutrición les hace falta usar la lógica o, en su defecto, consultar el diccionario. En el diario argentino La Nación, en un artículo intitulado “11 cosas que hacemos para adelgazar y son un error gigante”, se afirma que una de ellas es

       “Comer alimentos no nutritivos”.

      Lo correcto es decir y escribir:

       comer alimentos poco nutritivos o con escaso valor nutricional.

       Esos alimentos poco nutritivos o con escaso valor nutricional son los denominados “chatarra” o “comida rápida” (trátese de frituras o golosinas), pero, justamente porque se trata de “alimentos”, algún escaso nutriente han de tener, pues de otro modo, por definición, no serían “alimentos”. He aquí algunos ejemplos de este contrasentido que ya escuchamos y leemos con frecuencia en nuestro idioma: “Consumo de alimentos no nutritivos en estudiantes”,

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