¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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¡No valga la redundancia! - Juan Domingo Argüelles Studio

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“la abstinencia total es más fácil de cumplir que la moderación perfecta”, “la adicción al teléfono móvil no se combate con la abstinencia total”, “la abstinencia total podría fomentar aún más la monotonía y falta de interés”, “abstinencia total, clave en el tratamiento del alcoholismo”, “la abstinencia total te hace correr un riesgo mayor”, “abstinencia total: la única seguridad”, “insisten en la abstinencia total como único resultado aceptable”, “te recomiendo abstinencia total” (te recomiendo un diccionario), “¿qué es la abstinencia parcial?” (es algo así como renunciar al coito, pero no al onanismo), “en los días de abstinencia parcial”, “está más que demostrado que la abstinencia parcial no funciona” (por la sencilla razón de que no existe), “una abstinencia parcial de alimentos”, “abstinencia parcial de la complacencia en sexo” (o sea: te complaces a medias), “puede ser suficiente una abstinencia parcial” (sí, suficiente para destruir la lógica).

       Google: 50 700 resultados de “abstinencia total”; 1 420 de “abstinencia parcial”.

      5. abusar, abusivo, abuso, ¿abuso desmesurado?, ¿abuso desproporcionado?, ¿abuso exagerado?, ¿abuso excesivo?, ¿abuso inmoderado?, exceder, excesivo, ¿excesivo abuso?, exceso, usar, uso, ¿uso abusivo?

      El sustantivo masculino “uso” (del latín usus) denota la acción de “usar”, verbo transitivo que significa “hacer servir una cosa para algo”, y, como intransitivo, “dicho de una persona: disfrutar algo” (DRAE). Ejemplos: Todo se descompone con el uso; En este museo se prohíbe usar cámaras fotográficas; Puedo usar unos años más mi automóvil si le doy constante mantenimiento. El verbo intransitivo “abusar” significa, en la primera acepción del DRAE, “hacer uso excesivo, injusto o indebido de algo o de alguien”. Ejemplo: Todo el tiempo abusaba de su autoridad. De ahí que el sustantivo “abuso” (del latín abūsus) denote la acción y efecto de “abusar” que, ya desde 1726, en el Diccionario de Autoridades, se definía como “corruptela introducida contra lo justo y razonable, y uso malo de las cosas”. Ejemplo: Fue acusado de abuso de autoridad. Queda claro, entonces, que “abuso” equivale a “mal uso” y que, en consecuencia, no es lo mismo “uso de autoridad” (con sentido positivo) que “abuso de autoridad” (con ineludible sentido negativo). Dicho y comprendido lo anterior, resulta una gruesa redundancia referirse al “abuso excesivo” o al “excesivo abuso”, puesto que, por definición, “abusar”, como hemos visto, ya implica “exceso” (del latín excessus), sustantivo masculino que significa “parte que excede y pasa más allá de la medida o regla” (DRAE). Ejemplo: Se puede ser pendejo, pero lo de él es un exceso. De ahí el adjetivo “excesivo”: “que excede y sale de regla”. Ejemplo: Su tontería es excesiva, pero él ni se da cuenta. El verbo intransitivo y pronominal “exceder”, “excederse” significa, por ello, en la segunda acepción del DRAE, “propasarse, ir más allá de lo lícito o razonable”. Ejemplo: Se puede ser pendejo, pero no hay que excederse. Es correcto decir y escribir “uso excesivo de fuerza” y “excesivo uso de poder”, pero no lo es, por supuesto, decir y escribir “abuso excesivo de fuerza” y “excesivo abuso de poder”, pues si “abusar” significa “hacer uso excesivo”, en estos dos últimos casos estamos incurriendo en redundancias muy brutas que, para mayor desgracia, han desembocado en otra mucho peor, es decir, una repugnante rebuznancia: la del “uso abusivo”, con la que se dan vuelo millones de hablantes y escribientes, y que es la joya de la corona de este increíble dislate, pues el adjetivo “abusivo” (del latín tardío abusīvus) “se aplica a lo que constituye un abuso” (DUE) o, en otras palabras, un “uso” nocivo, perjudicial, dañino. Ejemplo de María Moliner: Precios abusivos. De tal forma, unir el sustantivo “uso” al adjetivo “abusivo” es no tener ni la menor idea del significado de las palabras ni del uso de la lógica. Dígase “acción abusiva”, “ejercicio abusivo”, “práctica abusiva”, pero no, ¡por favor!, “uso abusivo”, pues el adjetivo “abusivo”, como hemos visto, ya contiene en sí la noción negativa del sustantivo “uso” que no es otra que el sustantivo “abuso”. Estas redundancias tan primarias pueden evitarse recurriendo al diccionario, a fin de consultar las definiciones de los sustantivos “uso” y “abuso” y de los adjetivos “abusivo” y “excesivo”, pero da la casualidad de que quienes utilizan estos términos e incurren en tales dislates (periodistas, escritores y profesionistas en general) jamás abren un diccionario ni siquiera mediante sus teléfonos inteligentes. Por ello leemos y escuchamos a cada rato acerca del “uso abusivo de redes sociales”, el “abuso excesivo de fuerza” y el “excesivo abuso de poder”, o, incurriendo en la misma redundancia, pero con otro adjetivo, del “abuso desproporcionado” y del “desproporcionado abuso”, lo cual es caer en el mismo comal caliente, pues el adjetivo “desproporcionado” (del participio de “desproporcionar”) significa “que no tiene la proporción conveniente o necesaria” (DRAE) y, por tanto, es sinónimo del adjetivo “excesivo”, siendo el significado del verbo transitivo “desproporcionar”, “quitar la proporción a algo, sacarlo de regla y medida”. Ejemplos: La sanción que se le aplicó es desproporcionada; Una ley que desproporcione el castigo, en relación con la culpa, es injusta. Otros sinónimos de “excesivo” y “desproporcionado” son “exagerado”, “desmesurado” e “inmoderado”. En consecuencia, si también hacemos acompañar estos adjetivos con el sustantivo “abuso” cometemos, sin más, brutas redundancias. Lo correcto es acompañarlos del sustantivo “uso”: “uso excesivo”, “uso desproporcionado”, “uso exagerado”, “uso desmesurado”, “uso inmoderado”, pero jamás “uso abusivo”, pues esto es como decir y escribir la sandez “práctica impráctica”, que uno pensaría que nadie se atrevería a utilizar, pero que tiene, al menos, medio centenar de resultados en el motor de búsqueda de Google, con ejemplos tan bárbaros como los siguientes: “Haciendo esta práctica impráctica, lenta y costosa”, “no creo que sea tan obvio que pretendan incrementar esta práctica impráctica”, “esta práctica impráctica espero desaparezca por la inseguridad jurídica que esto implica”, “le seguía pareciendo una práctica impráctica”, etcétera.

      En su recomendación 37/2020 (del 2 de septiembre de 2020), la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de México, se refiere a

       “una muerte signada por la violencia extrema, percibida también como un abuso excesivo”.

      No; claro que no: ¡todo abuso es excesivo! ¡No hay abuso que no lo sea! Por tanto, la CNDH (esta institución hoy tan desprestigiada) debió referirse a

       una muerte signada por la violencia extrema, percibida también como un abuso. Y punto.

       Van aquí algunos pocos ejemplos de estas abundantes redundancias brutas, reproducidos de publicaciones impresas y de internet: “El uso abusivo de redes sociales”, “efectos sobre la salud del uso abusivo de la tecnología”, “el uso abusivo de los videojuegos”, “PAN acusa uso abusivo de justicia”, “el uso abusivo de los derechos”, “uso abusivo de armas de fuego”, “uso abusivo de la fuerza”, “adicción y uso abusivo de las nuevas tecnologías”, “acusan a policías de abuso excesivo de fuerza”, “alertan sobre miopía por abuso excesivo de dispositivos digitales”, “la contaminación urbana y el abuso excesivo de energéticos”, “abuso excesivo de violencia en sus labores”, “abuso excesivo de bótox”, “abuso excesivo de poder del sistema de justicia”, “el abuso excesivo de la fuerza del Estado”, “limitar el abuso excesivo de la aplicación de la ley penal”, “excesivo abuso del alcohol”, “con excesivo abuso de la fuerza”, “excesivo abuso y maltrato hacia los animales”,

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