en petróleo, metales, piedras preciosas, etcétera. Sabemos que el adjetivo “bajo” (también “debajo”), del latín bassus, significa “dicho de una cosa: que está en lugar inferior respecto de otras de la misma especie o naturaleza” (DRAE). Queda claro, entonces, que el “subsuelo” ocupa un lugar inferior (por debajo, como lo indica el prefijo “sub-”) en relación con el “suelo” (del latín solum), sustantivo masculino cuyo significado es “superficie terrestre”. Ejemplo: El trigo se desarrolla muy bien en suelos arcillosos. Lo que está debajo del “suelo”, esto es, de la superficie terrestre, es el “subsuelo” que, con el prefijo “sub-” ya indica, de manera explícita, esa característica de inferioridad. Por ello las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” son redundantes, siendo lo correcto “en el subsuelo”. Se puede argumentar que ciertas capas de la esfera terrestre son, por supuesto, más profundas que otras luego de la “corteza” (los “mantos” superiores e inferiores, la “zona de transición” y los “núcleos”), pero si para ellas tenemos denominaciones técnicas o científicas, basta con mencionarlas y punto, pues todas forman parte del “subsuelo”. Para efectos incluso técnicos, en términos geológicos, la “corteza terrestre” es la “capa sólida externa de la Tierra” (DRAE), y debajo de la “corteza terrestre” está el “subsuelo”. Prácticamente, todas las veces que alguien utiliza las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” no se refiere al núcleo de la esfera terrestre, sino simplemente a la capa o las capas que, debajo de la “corteza terrestre” no constituyen otra cosa más que el “subsuelo”. Por ello, insistimos y concluimos, tendrían que decir y escribir, con corrección, sin redundancia, “en el subsuelo” y punto.
Son redundancias del ámbito culto y científico, pero se han extendido a todas las capas del idioma. En el diario español ABC (no nos extraña que sea español) leemos el siguiente titular:
“¿Qué se oculta bajo el subsuelo londinense?”.
Lo correcto, sin redundancia, ya lo sabemos, es:
¿Qué se oculta en el subsuelo londinense?
He aquí otros ejemplos de estas redundancias que obedecen a la ignorancia del significado del prefijo “sub-”: “La cantidad de vida bajo el subsuelo de la Tierra es de 245 a 385 veces mayor que la cantidad de humanos”, “la mayor reserva de oro del mundo, bajo el subsuelo de Manhattan”, “las historias secretas escondidas bajo el subsuelo”, “científicos miden bajo el subsuelo la rotación de la Tierra”, “¿qué se esconde bajo el subsuelo de Madrid” (una gran mina de redundancias), “secretos y curiosidades bajo el subsuelo”, “actualmente, el monumento ha quedado bajo el subsuelo”, “un anciano sordomudo vive debajo del subsuelo del mercado” (no; el pobre hombre vive en el subsuelo del mercado), “debajo del subsuelo marino”, “el motor se encuentra en un cuarto de máquinas debajo del subsuelo”, “el 90% de los seres unicelulares vive debajo del subsuelo marino” (en realidad, no; vive en el subsuelo marino), “el país está debajo del subsuelo, dijo Kirchner” (dijo tantas barbaridades que nadie se dio cuenta de ésta), “las expectativas, por debajo del subsuelo”, “Viña, más abajo del subsuelo” (ya sabemos que más abajo del subsuelo hay más subsuelo), “se observará qué hay abajo del subsuelo de la capital”, “la gente conocerá que hay abajo del subsuelo” (¡simplemente más subsuelo) y, como siempre hay algo peor, “agua subterránea debajo del subsuelo” (¡qué gran noticia!, ¿y no había aguas aéreas?).
Google: 1 090 000 resultados de “bajo el subsuelo”; 212 000 de “debajo del subsuelo”; 55 600 de “abajo del subsuelo”.
Google: 3 130 000 resultados de “en el subsuelo”; 1 890 000 de “del subsuelo”.
¿Puede estar algo incompletamente abarrotado? ¿Puede abarrotarse algo incompletamente? La lógica y el significado de las palabras nos indican que no. Veamos. El verbo transitivo “abarrotar” tiene tres acepciones principales en el DRAE: “Apretar o fortalecer con barrotes algo”, “llenar por completo un espacio de personas o cosas”, “hacer que un local se llene”. Ejemplos del DRAE: El público abarrotó la plaza; El conferenciante abarrotó la sala. Tiene también uso pronominal (“abarrotarse”) que, dicho de un lugar, significa “llenarse con personas u objetos”. Ejemplo: La plaza de toros se abarrotó. De ahí el sustantivo masculino “abarrotamiento”: acción y efecto de abarrotar, esto es “llenar por completo un espacio”. Ejemplo: Con la fama del músico, el abarrotamiento del lugar era de esperarse. De ahí también el adjetivo participio “abarrotado”: “lleno por completo”. Ejemplo: El estadio estuvo abarrotado. Siendo así, son indudables redundancias decir y escribir “abarrotado por completo”, “abarrotar completamente”, “completamente abarrotado” y demás variantes. Sobran, están de más, el adjetivo “completo” (“lleno”) y el adverbio “completamente” (“sin que nada falte”). Basta con decir y escribir “abarrotado”, “abarrotada” y “abarrotar”. Lo demás es innecesario, pues no hay nada que se abarrote incompletamente. Quienes cometen estos disparates han de ser los mismos que dan parte a la policía si encuentran en la vía pública “un cadáver completamente muerto”. Se trata de disparates frecuentes en los ámbitos de los espectáculos y del deporte. Del habla pasaron a la escritura y hoy abundan en internet, pero también son frecuentes en publicaciones impresas (diarios, libros y revistas) incluso culturales. Son muchos los profesionistas y los escritores que no saben los significados precisos del verbo “abarrotar” y el adjetivo “abarrotado”. (Por cierto, otra acepción del sustantivo “abarrote”, utilizado generalmente en plural, se refiere a los “artículos comerciales, principalmente comestibles, y de uso cotidiano y venta ordinaria”, DRAE. Pero ¿por qué? Porque el verbo “abarrotar” significa también “cargar un buque aprovechando hasta los sitios más pequeños de su bodega y cámaras, y a veces parte de su cubierta” y “saturar de productos el mercado”. De ahí los sustantivos abarrotería y abarrotero.) Obviamente estas personas ya no consultan el diccionario, y todo porque creen que no lo necesitan en virtud de que son licenciados, maestros, doctores y postdoctores o bien autores de mucho éxito comercial a quienes ya nadie les va a decir cómo escribir, porque se las saben de todas todas (y ésta sí es locución, deliberadamente enfática, de buena retórica).
En una edición española de El retrato de Dorian Gray, el traductor (español, por supuesto) hace escribir lo siguiente a Oscar Wilde:
“La sala estaba completamente abarrotada esa noche”.
En realidad, lo que Wilde escribió y lo que el traductor debió expresar con fidelidad, y sin redundancia, es que
la sala estaba abarrotada esa noche.
He aquí otros ejemplos de esta redundancia, tomados de diarios, libros, revistas y páginas de internet: “la avenida 16 de Septiembre luce completamente