Un novio en el mar. Debbie Macomber

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Un novio en el mar - Debbie Macomber elit

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tenía a nadie más a quien recurrir.

      —Lo sé. No te preocupes: estos seis meses nos darán a Jazmine y a mí la oportunidad de conocernos mejor —anunció Shana mientras volvía al salón y le ofrecía una soda a su sobrina—, ¿verdad, Jazmine?

      La niña se quedó mirando la lata como si contuviera un gas venenoso.

      —Yo no quiero vivir contigo.

      «Sorpresa», se dijo Shana.

      —¡Jazmine!

      —No —intercedió Shana—. Creo que deberíamos ser sinceras —dejó la lata sobre la mesa y se sentó en el extremo opuesto del sofá, sosteniendo la suya entre los dedos—. Esto también va a ser una experiencia para mí. La verdad es que no he tenido mucho trato con niños de tu edad.

      —No me extraña —lanzó una mirada ceñuda al cuarto de invitados, que tenía la puerta abierta—. Odio el color rosa.

      —Podemos cambiar la colcha, si quieres.

      —¿De donde la has sacado? ¿De una tienda de Barbies?

      Shana se echó a reír. La niña era ingeniosa.

      —Casi. Iremos juntas a alguna otra tienda. Nos las arreglaremos, ya lo verás. Soy consciente de lo mucho que tengo que aprender.

      —No me digas.

      —¡Jazmine! —la regañó su madre, frustrada—. Lo menos que puedes hacer es intentarlo. Tienes que estarle agradecida a tu tía por el esfuerzo que está haciendo. Y tú tienes que esforzarte también.

      —Ya lo hago —le espetó la niña—. ¿Un dormitorio color rosa y un oso de peluche? ¡Dios mío, si me está tratando como si estuviera en párvulos y no en cuarto de primaria!

      —También podemos cambiar el oso… —sugirió Shana.

      Ali se sentó entonces entre ellas y le pasó a Jazmine un brazo por los hombros.

      —Mira, si he aprendido algo durante estos últimos años… es que las mujeres debemos permanecer juntas y ayudarnos las unas a las otras. Yo no puedo quedarme contigo, Jazz. Lo siento. Me habría gustado que las cosas fueran distintas, pero no es así. Si quieres, cuando vuelva de este nuevo destino, rescindiré mi contrato.

      Jazmine alzó bruscamente la cabeza.

      —¿Dejarás la Marina?

      Ali asintió. Shana se había quedado tan sorprendida como su sobrina.

      —Ahora que tu padre ya no está, mi vida ya no es la misma de antes —continuó Ali—. Soy tu madre, y tú eres mucho más importante que mi carrera. No volveré a abandonarte, Jazmine. Te lo prometo.

      La niña no pudo evitar estallar en sollozos. Avergonzada, se cubrió la cara con las manos. Ali se apresuró a abrazarla. La madre parecía contener bien las lágrimas, pero no así Shana.

      —Si te sales de la Marina… ¿te casarás con el tío Adam? —le preguntó de repente la niña, entusiasmada ante la perspectiva.

      —¿Quién es el tío Adam? —inquirió Shana.

      —Era uno de los mejores amigos que tenía mi padre —le explicó Jazmine—. Es guapo y divertido y yo creo que mamá debería casarse con él.

      Arqueando una ceja, Shana se volvió hacia su hermana. Ali jamás le había mencionado a ese tal Adam.

      —El tío Adam está destinado en Everett. Eso está cerca de aquí, ¿verdad? —inquirió Jazmine, mirando a Shana.

      —A menos de una hora en coche, supongo —no estaba del todo segura, ya que jamás había subido más al norte de Seattle.

      —El tío Adam querrá visitarme cuando se entere de que estoy aquí.

      —Desde luego —murmuró Ali, apretándole cariñosamente la cabecita contra su pecho.

      —¿Te gusta ese hombre? —quiso saber Shana. Ali no le había dicho ni media palabra sobre el amigo de Peter, lo que significaba que debía de sentir algo por él…

      —Por supuesto que le gusta —afirmó Jazmine al ver que su madre no respondía—. Y a mí también. Es absolutamente fabuloso.

      Ali cruzó una mirada con Shana y se encogió de hombros.

      —¿Piloto también?

      —No, es oficial de complemento. Te gustará —se apresuró a asegurarle Ali, como si aquel hombre pudiera interesarle en un sentido… sentimental.

      Nada de eso. Estaba harta de los hombres.

      —Me dijo que podía hablar con él cuando quisiera —añadió Jazmine—. Podré llamarlo por teléfono, ¿verdad?

      —Por supuesto que sí —Shana sentía mucha curiosidad por saber más cosas de aquel hombre. Un hombre de quien su hermana no había querido ni hablarle…

      Capítulo 3

      LO primero que hizo Shana el lunes por la mañana fue llevar a Jazmine a la escuela primaria Lewis y Clark para matricularla. Tenía el estómago hecho un nudo. El patio estaba lleno de niños y una cola de vehículos aguardaba frente a la entrada. Grandes autobuses amarillos iban entrando en el aparcamiento que se extendía detrás del edificio.

      Shana tuvo suerte de encontrar una plaza libre. Luego acompañó a la niña al colegio, aunque Jazmine iba tres pasos por delante de ella… como queriendo demostrar que no iban juntas.

      El ruido del interior del edificio le recordó a un concierto de rock, hasta el punto de que empezó a dolerle la cabeza. O quizá la causa fuera el alboroto que estaban montando todos aquellos alumnos, que no dejaban de mirar a las recién llegadas.

      El timbre empezó a sonar y, como por arte de magia, los pasillos se vaciaron. En cuestión de segundos todo el mundo desapareció detrás de las diversas puertas y se hizo el silencio.

      Shana y Jazmine siguieron las indicaciones que llevaban a la oficina. La niña parecía tranquila… al contrario que su tía, que estaba a punto de devorarse todas las uñas.

      —No es para tanto —le aseguró Jazmine, cargada con su enorme mochila—. Yo he hecho esto docenas de veces.

      —Creo que no me quedaré tranquila dejándote aquí —habían pasado un día entero juntas y, aunque no había sido cómodo para ninguna, tampoco había sido tan malo como Shana había temido.

      Cuando acompañaron a Ali al aeropuerto, quien se había echado a llorar había sido Shana. Madre e hija se habían abrazado durante un buen rato hasta que Ali se marchó. Fue también Shana quien llevó el peso de la conversación durante el trayecto de vuelta a casa. Tan pronto como pusieron un pie en ella, Jazmine se encerró en su habitación y no volvió a salir hasta después de algunas horas.

      Durante la cena Shana volvió a hacer varios intentos por entablar conversación,

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