Álvaro d'Ors. Gabriel Pérez Gómez
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Finalmente, varios hijos de don Álvaro me han ayudado de distintas maneras: desde la lectura paciente y comprensiva de los primeros borradores de esta biografía, hasta hacerme partícipe de algunas de sus experiencias con su padre que yo desconocía. En este sentido, permítaseme que resalte de manera muy especial a Paz, mi mujer, y a Miguel, cuyas memorias han guardado con precisión muchos hechos y las circunstancias sensibles que los rodeaban. Soy consciente de que me he aprovechado de ellos. Con Javier tengo una deuda de gratitud grande: como legatario de los escritos paternos, él me ha permitido bucear entre papeles para encontrar muchas de las cosas que se transcriben aquí, al tiempo que su microscópica lectura del original ha sabido detectar errores y falsas interpretaciones por mi parte.
Y una última precisión: este trabajo no es una obra colectiva. No lo ha hecho ni la familia de don Álvaro, ni sus amigos, ni sus discípulos. Le diré al lector, en la confianza de que me va a entender bien, que este libro está escrito como si yo hubiera tenido la oportunidad de acudir a una imaginaria clase de don Álvaro en la que, en contra de su humildad natural, hubiera explicado su vida y yo tomara unos apuntes. Las deficiencias que se pueden apreciar en este trabajo vienen, por tanto, de mi propia incapacidad —entre otras cosas, yo no soy letrado ni filólogo— y de mis frecuentes distracciones, quizá mirando a su hija mayor, que también “estaba” en aquella clase.
Pamplona, Carballedo, Bueu, mayo de 2006, diciembre de 2019.
[1] Eugenio D’ORS, “Biografía”, ABC, 6-VII-28, p. 3. «Apenas sobrepasa los límites del puro documento pedagógico, toda biografía se vuelve, inevitablemente, una obra en colaboración. A medias, del biógrafo y de su héroe, de un Autor y de una Sombra. Así he podido advertirlo yo, al escribir un libro, que ha salido —ahora lo advierto— redactado, página tras página, por Goya y por mí. De los dos, empero, era, y con mucho, Goya el más fuerte. No podía evitarse que, en este caso, la Sombra arrastrase al Autor con quien se le emparejaba. La vida del gran artista barroco, ha debido, desde luego, contarla a lo barroco. Con aquel desorden en la sensibilidad, que a mí no me gusta (que no me gusta, es decir, que, secretamente, tengo miedo de amar demasiado). Con desorden, con profusión, con desigualdad. Con humores diversos y graves contradicciones internas».
[2] Álvaro D’ORS, Veladas imaginarias [Original inédito].
[3] Del lat. symphonia, y este del gr. συμφωνία, de σύμφωνος, “que une su voz, acorde, unánime. f. Conjunto de voces, de instrumentos, o de ambas cosas, que suenan acordes a la vez” (DRAE).
[4] Carl Schmitt und Álvaro d’Ors. Briefwechsel, ed. de Montserrat HERRERO, Duncker & Humblot, Berlín, 2004.
CURRICULUM VITAE
EL 27 DE MAYO DE 1987, Álvaro d’Ors redactó su curriculum vitae a petición de su discípulo Rafael Domingo, para los Estudios de derecho romano que se iban a publicar con motivo de su jubilación. Escrito en tercera persona, tiene el valor de reflejar lo que considera que son los hechos más importantes de su biografía hasta ese momento, aunque tengamos la sensación de que no les da ninguna importancia: para él, su vida no tenía interés para nadie, porque se trataba de la «existencia de un pobre catedrático en provincias» que no había tenido mayor relevancia[1].
En este curriculum se omiten muchos datos significativos y da la sensación de que, en la parte final, se centra en campos de actividad más que en hechos relevantes. Por otra parte, debido a la fecha en la que está redactado, no se recogen otras ocupaciones de Álvaro d’Ors durante su época de Pamplona, al servicio de la Universidad de Navarra, así como algunos de sus trabajos en torno al Derecho Foral navarro. Tampoco se reseñan los premios y distinciones que obtuvo después de 1987.
A pesar de estas carencias, parece un buen modo de comenzar esta biografía presentar una visión de conjunto del personaje, de sus rasgos más relevantes y redactada por él mismo.
Nació el 14.4.1915, como tercer hijo de Eugenio d’Ors Rovira y María Pérez Peix, en Barcelona, en la conocida Casa de las Punxas de la Avenida Diagonal. Fue bautizado con los nombres de Álvaro (como su abuelo materno) y Jordi. En Barcelona había de vivir la familia hasta 1922.
Por su obstinada resistencia a frecuentar la escuela, no empieza sus estudios regulares hasta los 8 años (cuando la familia vive ya en Madrid), en el Instituto-Escuela, donde, tras dos años de preparatorio, cursa el Bachillerato entre 1925 y 1932. Hubo de ser su madre quien le enseñara a leer y escribir cuando tenía ya 6 años.
Su inclinación hacia las letras se manifestó desde los primeros años de estudio. Sin embargo, suele decir que, para su formación intelectual, aparte el trabajo de traducción, lo más decisivo fue el aprendizaje de la cerámica, dibujar mapas y coleccionar insectos.
A los años de su juventud corresponden los viajes familiares por toda Europa, que le habían de facilitar en su madurez sus relaciones académicas internacionales.
En las vacaciones estivales de 1931 estuvo en Londres para practicar la lengua inglesa. En aquel momento se sentía especialmente atraído por el estudio de la Literatura inglesa, en especial por autores como Keats, Shelley y otros poetas románticos. Pero, en Londres, las visitas diarias al Museo Británico lo convirtieron al mundo clásico. Durante el último curso del Bachillerato solo estudió griego y latín.
Comenzada la carrera de Derecho en el curso 1932-1933, su interés por el mundo clásico le llevó irresistiblemente a intensificar el estudio del Derecho Romano, a consecuencia de lo cual, el catedrático José Castillejo se interesó por él, hasta el punto de que le animó a seguir estudiando Derecho Romano, y, desde el curso 1934-1935, a explicar un cursillo libre sobre partes del Programa de la asignatura. Le animó asimismo a ampliar los estudios de latín y griego, y por ello se matriculó desde 1933-1934 en la Facultad de Filosofía y Letras; cuyo plan, obra de García Morente, su Decano, daba gran libertad para escoger las asignaturas a gusto de cada estudiante.
Habiéndole sorprendido el Alzamiento militar de 1936 cuando se hallaba en Barcelona de paso para pasar las vacaciones en Heidelberg, hubo de refugiarse en un lugar del campo hasta que consiguió evadirse atravesando el Pirineo. Sirvió luego en el Ejército Nacional, principalmente en los Tercios de Requetés Burgos-Sangüesa y Navarra y desde entonces se ha mantenido unido al Tradicionalismo. En 1938 se hizo alférez provisional.
A pesar de haber seguido los cursos de Filología Clásica hasta el extremo de tener ya un primer borrador para su tesis doctoral cuyo tema era la comedia togada de Afranio, la Guerra Española vino a interrumpir esos estudios, y tras los tres años de interrupción bélica, aunque se licenció en Derecho no llegó a licenciarse en Letras.
Ya desde el mismo año 1939, una vez licenciado del servicio militar, asumió parte de la docencia de Derecho Romano en la Universidad Central, de cuya cátedra se había encargado el ya catedrático (excedente de Murcia) Ursicino Álvarez, que había de acceder a la titularidad de Madrid en 1943.
Empezó a trabajar entonces en el Centro de Estudios Históricos, donde el profesor italiano Giuliano Bonfante se había encargado