V Congreso iberoamericano de personalismo. Группа авторов

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en el límite.

      Y ya que en la analogía predomina la diferencia, hasta podemos decir que en el hombre predomina la cultura sobre la biología, lo simbólico sobre lo biológico, por eso Cassirer lo definió como animal simbólico. Y Luis Cencillo como animal hermenéutico. Ese predominio de lo cultural o simbólico se ve en que alguien puede amar mucho a un hijo adoptivo, a diferencia de los que no aman a su hijo biológico. Así San José pudo aceptar al niño Jesús para cuidarlo, y estoy seguro de que éste lo quería como a un padre de verdad.

      La persona vive de los símbolos, es el alimento que su psiquismo le pide, más allá del alimento y el medicamento biológicos. No en balde se ha hablado del símbolo como un fármaco. Es el alimento del espíritu, como se ve en la vida religiosa.

      Aspecto sociológico o comunitario

      Ya que la persona es un ser en relación, podemos darnos cuenta de que se vincula con las cosas, pero, sobre todo con las personas. Con las cosas puede conectarse para disfrutarlas; por ejemplo, en su belleza estética, tanto natural como artística, pero también para poseerlas, en la acumulación que promueve el capitalismo. Sin embargo, se vincula en especial con las personas, y eso a varios niveles.

      En ese nivel las personas se relacionan para el trabajo, y para un aspecto del amor que es la solidaridad, o amistad social. No en balde ya desde Aristóteles y Santo Tomás se decía que nos unimos en comunidad o sociedad para satisfacer mejor nuestras necesidades mediante el trabajo y la amistad.

      Hay otro nivel de relación humana, que es la amistad misma. Puede tener todavía rasgos de utilidad, pero ya los tiene también de placer, pues los amigos se deleitan con su compañía. Y lo mejor es que sea una amistad honesta, es decir, de benevolencia, en la que se quiere el bien del amigo, esto es, su perfección o autorrealización, por la virtud.

      Formación en valores (y virtudes)

      Creo que lo mejor para formar en valores es acompañarlos con una ética de virtudes. Los valores son abstractos, mientras que las virtudes son concretas y prácticas. Servirán para hacerlos vida. Por otra parte, no hay nada tan analógico como la noción de virtud. Los griegos la pensaron como el término medio entre dos extremos en las acciones. Era un término medio proporcional, y proporción en griego se dice analogía. Por tanto, la virtud no es otra cosa que una actitud analógica o mediadora en el fluir de las acciones.

      Las virtudes clásicas: prudencia, templanza, fortaleza y justicia, son sumamente analógicas, son el sentido de la proporción. La prudencia es la sensibilidad para encontrar el justo medio, el equilibrio proporcional, por eso era vista como la puerta hacia las virtudes. La templanza es el equilibrio proporcional o analógico en la satisfacción de las necesidades, tiene que ver con el apetito concupiscible. La fortaleza da el equilibrio proporcional de la resistencia ante lo arduo o difícil, se relaciona con lo irascible. Y la justicia es dar a cada quien su proporción, tanto en la conmutación, como en la distribución y en el ámbito legal.

      La mejor compañía para los valores es, entonces, las virtudes. Una educación en valores conlleva una en virtudes. Éstas se aprenden con la práctica, formando en la persona un carácter que lo haga realizar las acciones correspondientes de manera fácil, agradable y sin error.

      Hay mucho material sobre formación en valores, lo hay menos en formación de virtudes; pero ambas modalidades son complementarias, y pueden acompañarse. La axiología precede a la ética. Y tal vez siempre la acompaña, pero entre los valores se encuentra el moral, y es el que lleva a la ética. Creo que la antropología filosófica fundamenta la ética, y lo hace a través de la axiología, porque según la naturaleza del hombre son los valores que establece y son los que llevan a plasmarlos en la conducta ética, la cual, a su vez, se vale de las virtudes para encarnar los valores. Así tenemos el círculo completo. Y no es un círculo vicioso, sino virtuoso, precisamente porque se elabora por medio de las virtudes.

      Ya

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