V Congreso iberoamericano de personalismo. Группа авторов
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La persona es, pues, un sujeto moral, jurídico y político. Vive en comunidad, por eso se trata de un personalismo comunitario, que proviene de Maritain, pasa por Mounier, y llega hasta nuestro momento a través de Carlos Díaz y de Juan Manuel Burgos.
Los valores están presentes en todos esos ámbitos. La ética realiza valores, los norma a través de la conciencia. El derecho también realiza valores, por eso se habla de una axiología jurídica que es cada vez más importante a la hora de comprender los derechos y las leyes. De modo que, si el derecho no va de acuerdo con la ética, dará leyes injustas que ahora no se consideran como obligatorias, sino como malas. Y la política realiza valores, que plasma en la vida social, tanto a partir del estado como de la sociedad civil.
Pues bien, los valores éticos necesitan de las virtudes, ya que la prudencia es imprescindible para llevarlos a la práctica. La templanza y la fortaleza la ayudan a cumplirlos. Los valores jurídicos también requieren de la prudencia, pues las leyes tienen que interpretarse para ser bien aplicadas. Y a eso se añade la justicia legal. Los valores políticos también requieren de la prudencia para ser llevados a la práctica, y de la justicia distributiva, así como de otras virtudes cívicas (según se las llama ahora), para que haya igualdad en la sociedad.29 E incluso de la justicia conmutativa, para que haya equidad en la vida económica. Lo mismo en cuanto a la dimensión religiosa del hombre, la virtud de la religión es la que nos hace rendir el culto debido a Dios.
Como se ve, una educación en valores va bien acompañada con una educación en virtudes, ya que son éstas las que realizan a aquéllos, los llevan a la práctica concreta. Por eso es igualmente necesario educar en valores y en virtudes, para que tengan una aplicación conveniente.
Y en esto ayuda mucho el concepto de analogía, porque las virtudes son analogía hecha carne, llevada a la práctica, a la vida. Es el sentido de la proporción, aplicado a cada acción, dándole el término medio prudencial, que es el que nos hace vivir y sobrevivir en el mundo de la cotidianidad.
Conclusión
Ésta es la autorrealización que buscamos en la filosofía personalista. El personalismo es individual y comunitario. Por eso pensamos en una realización tanto a nivel de la persona como de la sociedad. Y para ello es necesaria la sensibilidad analógica, pues es la que nos abre el camino para la formación de valores y de virtudes.
1 Antropología filosófica. Hacia un personalismo analógico-icónico, Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2004, 112 pp. 2a. ed., México: Universidad Anáhuac Sur, 2015.
2 El símbolo y el hombre desde un personalismo analógico-icónico, México: Démeter Ediciones, 2011.
3 C. Díaz, “Raíz hermenéutica: Paul Ricoeur”, en Treinta nombres propios. (Las figuras del personalismo), Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2002, pp. 163-167.
4 J. M. Burgos, Para comprender a Jacques Maritain. Un ensayo histórico-crítico, Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2006, pp. 151 ss.
5 J. Maritain, Los grados del saber o distinguir para unir, Buenos Aires: Club de Lectores, 1983, pp. 653-658.
6 Ch. S. Peirce, “La crítica de los argumentos” (1892), en Escritos lógicos, ed. P. Castrillo, Madrid: Alianza, 1988, p. 202.
7 Esto se lo dijo en varias conversaciones al P. Victorino Rodríguez, el cual lo pone en la Introducción a su edición de la obra de J. M. Ramírez, De analogia, Madrid: CSIC, 1970, t. I, p. XIII.
8 J. M. Burgos, op. cit., p. 152.
9 J. Marías, Persona, Madrid: Alianza, 1996, pp. 55-60.
10 A. M. T. S. Boecio, Liber de persona et duabus naturis, c. III.
11 J. F. Sellés, “La distinción entre persona y naturaleza humana según Nédoncelle”, en Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida, año 5, núm. 9 (ene.-jun. 2013), pp. 26-27.
12 Como “relación subsistente” llegó a definir a la persona J. R. Sanabria, Filosofía del hombre. (Antropología filosófica), México: Ed. Porrúa, 1987, pp. 252-253.
13 F. Brentano, Psicología, Madrid: Revista de Occidente, 1935 (2a. ed.), pp. 27-28.
14 M. Beuchot, “Aristóteles y la escolástica en Freud a través de Brentano”, en Espíritu (Barcelona), 47/118 (1998), pp. 161-168.
15 A. de Muralt, La idea de la fenomenología. El ejemplarismo husserliano, México: UNAM, 1963, p. 5.
16 H. Putnam, Representación y realidad. Un balance crítico del funcionalismo, Barcelona: Gedisa, 1990, pp. 119 ss.
17 E. Tugendhat, Antropología en vez de metafísica, Barcelona: Gedisa, 2008, pp. 17 ss.
18 C. Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1987, p. 20.
19 P. Ricoeur, “La simbólica del mal”, en el mismo, Finitud y culpabilidad, Madrid: Taurus, 1969, p. 251.
20 J. Habermas, “El resurgimiento de la religión, ¿un reto para la autocomprensión de la modernidad?”, en Diánoia (UNAM), LIII/60 (2008), pp. 3-20.
21 R. Wolin, Los hijos de Heidegger. Hannah Arendt, Karl Löwith, Hans Jonas y Herbert Marcuse, Madrid: Cátedra, 2003, p. 130.
22 J. López Santamaría, “La ética de las virtudes”, en Estudios Filosóficos, LVII/164 (2008), pp. 145-151.
23 F. Ovejero Lucas, “Republicanismo: el lugar de la virtud”, en Isegoría, n. 33 (dic. 2005), pp. 99-125.