Nuevas letras. Camila de Gamboa Tapias

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Fragilidad, daño y responsabilidad:

       exploración a partir del trabajo con dilemas morales

      Con estos objetivos en mente, desde el año 2008 a través de una iniciativa apoyada por el Fondo de Innovación Pedagógica de la Universidad, algunos profesores de Ética comenzamos a desarrollar una metodología que apuntara específicamente a la generación de las competencias deliberativas. Para ello, nos basamos principalmente en lo propuesto por Lawrence Kohlberg sobre el juicio moral. Dentro de esta visión, el juicio moral describe las razones que los agentes podemos dar con respecto a las acciones que realizamos, siendo estas, por una parte, evaluaciones sobre las alternativas de acción que se nos ofrecen; y, por otra parte, justificaciones de las elecciones que hacemos. No todas las razones —evaluaciones y justificaciones— que podamos dar son automáticamente justificables en términos morales. Los otros están allí, con sus distintas concepciones del bien y planes de vida, viviendo en sociedades en las que tanto el pluralismo como la autonomía y la democracia aparecen como horizontes normativos; por lo tanto, las razones que se ofrezcan deben: 1) en tanto que evaluaciones, no solo resultar razonables para el agente que las procura o que las plantea, sino que deben incluir en sus consideraciones a los otros y a sus razones; y 2) en tanto que justificaciones, estas no simplemente deben estar en concordancia con las leyes, normas y reglas sociales que tienen el respaldo de la autoridad, sino que deben apuntar al examen crítico de estas, indagando por los principios y valores morales implicados en el cuestionamiento, y conduciendo a la posterior formulación de una regla que pueda sostenerse para todos (Kohlberg, 1980).

      Reconociendo las virtudes que esta forma de implementación del método de dilemas morales mostraba, trabajamos en una metodología alternativa que se orientara a un análisis en el que no solo se examinaran las justificaciones y las razones dadas para diagnosticar si estas apelaban a una moral convencional, esto es, al seguimiento y cumplimiento de las normas sociales establecidas, o si se producían razones apoyadas en principios universales que se comprenden y pueden justificarse independientemente de si están validados por el marco legal, social o institucional presente, lo que en la propuesta de Kohlberg solo puede emerger en el nivel posconvencional. De este modo, avanzamos en la elaboración de una metodología que incluyera, además de las razones internas que una persona podría tener para deliberar y actuar, la consideración de las circunstancias en las que los sujetos enfrentaban esas situaciones dilemáticas.

      Las evaluaciones y justificaciones que constituyen las razones que una persona pueda ofrecer, aunque son realizadas por individuos, no surgen ni atañen solamente a principios, creencias o emociones internas, y a la atención de las razones que otros puedan darnos, sino que aparecen situadas cultural y socialmente; por lo tanto, el análisis de los dilemas morales debería incluir el análisis y consideración de las condiciones posibilitadoras y limitantes en las que personas concretas, en un entorno específico y situado culturalmente, viven y enfrentan situaciones que se les aparecen y que sienten como moralmente dilemáticas. En esa dirección, elaboramos una guía para el análisis de dilemas morales que nos sirviera para trabajar con los estudiantes en 1) el desarrollo de la capacidad de justificar argumentativamente ante sí y con los otros las propias opiniones morales; 2) el análisis de las circunstancias en las que la persona tiene que decidir y que incluyen tanto sus compromisos morales, sentimientos e intereses y los de quienes le rodean y resultan afectados por la decisión, como las condiciones institucionales, culturales y eco­nómicas, el entorno en el que las personas están llevando sus vidas; 3) la consideración y examen de las opiniones y argumentos que los otros pueden dar sobre la situación analizada, lo que incluye tanto las razones dadas por sus compañeros como las que pueden extraerse de otras fuentes; y 4) la comprensión y posterior aplicación de los distintos marcos éticos que la tradición nos provee, en aras de ver sus potencialidades y sus limitaciones a la hora de interpretar y leer las situaciones en la que se encuentran los agentes que experimentan el dilema.

      Lo anterior supuso también la decisión de trabajar con casos que tuvieran una suficiente ambientación de la situación por analizar. Por ello, en lugar de trabajar con historias cortas en sesiones de una o dos horas, al modo propuesto por Kohlberg y Lind, planteamos trabajar con historias que desarrollaran el entorno y el ambiente moral y social en la que los sujetos vivían, y en las que se mostrara de qué sujetos se trataba, cuál era su carácter e identidad moral, sus compromisos intelectuales y emocionales; así, nos propusimos trabajar con casos extraídos de la literatura y el cine, en los cuales además de identificar situaciones moralmente conflictivas o dilemáticas experimentadas por personas concretas con una historia de vida, pudiéramos analizar en qué medida el dilema no solo aparece inscrito en una dimensión individual y personal de quien debe evaluar sus opciones y tomar una elección, sino que también responde a una dimensión colectiva, a instituciones concretas y a entornos morales específicos.

      Es así como, por ejemplo, para entender la situación que experimenta Ana Karenina, el personaje de León Tolstoi, quien se debate entre elegir una vida con su amante Vronsky o su hijo Seriozha, entre vivir una vida en el ostracismo social o una vida al lado de su marido, no es suficiente con identificar, descubrir y explorar las razones que podrían sustentar cada una de las alternativas. No podemos entender la complejidad de la elección ante la que se debate Ana sin comprender el mundo moral en el que ella vive; tampoco podemos comprender su decisión final sin entender la fragilidad de la vida y la voluntad humana, y las influencias a las que esta se ve sometida por parte del entorno, las instituciones y las normas sociales, las cuales pueden convertir a las personas en víctimas de sus circunstancias (Lara, 1992, p. 220). Para pensar seriamente en Ana y su situación, se requiere considerar sus razones, pero también sus emociones, sus pasiones y temores, los cuales emergen en un referente social, cultural y normativo, y a los que solo podemos acceder a través de la narración que Tolstoi construye, y del desarrollo de nuestra imaginación. Como afirman autoras como María Pía Lara o Martha Nussbaum, por medio de la literatura y del cine podemos ampliar nuestra imaginación al invitar a lectores y espectadores a acercarse al lugar en el que personas diferentes a nosotros tienen experiencias y vidas igualmente diversas, suscitando emociones poderosas e ideas que atienden a mundos más allá del propio (Nussbaum, 1997); acceder al mundo de los personajes nos permite comprender “las complejidades y exigencias de su situación, sus obligaciones y responsabilidades, por lo que la textura moral del personaje se nos hace cada vez más evidente”

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