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se basa en organizar algo parecido a una sociedad de inversionistas anónimos con el fin de evitar cualquier nexo directo y correr el riesgo de ser juzgado por entes estatales. Además, su organización cuenta con varios factores determinantes, como la jerarquización y división de labores, la presencia y uso de la inteligencia e investigación como metodología principal, y la innovación constante (Cubides, 2005).

      Lo mencionado anteriormente es una muestra de cómo los grupos paramilitares trabajaban para accionar mecanismos de control sobre la población, cómo estos actores hacen usos del horror para someter a las víctimas a sus políticas, por eso, la mayoría de las masacres son claves para la organización del paramilitarismo. Para los sobrevivientes, es esencial la memoria histórica, puesto que las estrategias de grupos paramilitares tienen un efecto psicológico en las víctimas que las llena de miedos. De otra parte, es necesario que los victimarios realicen, a su vez, un proceso de reparación, pues, como bien afirma Todorov, la memoria histórica se construye desde varias perspectivas. Debemos entender que los victimarios están tan influidos por el pensamiento de sus líderes que suelen actuar como una parte más de una maquinaria e, incluso, en muchos casos terminan en la zona gris de la cual habla Primo Levi, así, el victimario se convierte en víctima y la víctima se convierte en victimario.

      El derecho ha descuidado el proceso de memoria histórica, ha dejado de lado la reconciliación y reparación, y se ha centrado en ajusticiar a los actores involucrados en el conflicto, pero el proceso de paz demanda ahora una nueva visión, una mirada crítica que permita la creación de una verdadera nación, todo lo anterior ligado a una análisis y representación del terror en la memoria.

      Del otro lado, la memoria en Colombia ha omitido algunos de los actores del conflicto, se ha constituido como un proyecto político, ha santificado y satanizado a las diferentes partes, por ende, nuestra propuesta está dirigida a una nueva concepción un tanto más amplia del proceso de memoria histórica.

      Teniendo en cuenta el momento de transición que vive Colombia, la reconstrucción de memoria histórica es fundamental para entender desde el ámbito jurídico cómo es que se deben juzgar a los actores del conflicto armado. ¿Se debe o no tener justicia transicional?, ¿se deben o no aceptar ciertas impunidades? son algunas de las preguntas que relacionan el derecho, la representación del terror y la memoria.

      Pues bien, la guerra ha estado presente en la vida de los colombianos por alrededor de 60 años, no obstante, hoy nos enfrentamos a una etapa crucial y difícil, en la cual todos los hechos perpetrados por los actores en conflicto salen a la luz con el objetivo de esclarecer la verdad y aplicar justicia, por ello, se puede decir que nosotras seremos las abogadas del posconflicto y contribuiremos a la nueva organización de la sociedad, somos conscientes de que es un proceso arduo y largo, por lo que tenemos que conocer la historia de la guerra a cabalidad a través de los archivos históricos y preguntarnos qué le hace falta a esta para ser un proyecto completo y cómo podemos contribuir.

      Como hemos venido exponiendo, el derecho actual se ha olvidado de la reconstrucción de la memoria; si antes de enjuiciar a los victimarios, si antes de sentenciar tantos delitos, generamos una aproximación más abierta a un fenómeno complejo y amplio, nuestro derecho tendrá medidas diferentes, posiblemente más cortas o, incluso, menos severas pero más efectivas; medidas que no busquen solamente la punitivización, sino la reconstrucción social, para evitar la repetición. Es por esto que, si integramos planteamientos como los anteriores, nuestro derecho ya no se centrará en crear penas eternas, o en atiborrar las cárceles, sino que, por el contrario, buscará educar, reintegrar, perdonar y establecer medidas que les permitan a los individuos partícipes de los grupos armados reintegrarse adecuadamente en una nueva sociedad.

      Es vital para nuestro país construir una narración completa de lo sucedido, que no se base en uno de los actores o en la posición de las víctimas, sino que mire el fenómeno de manera un poco más neutral y global; una memoria que sepa representar el terror vivido por la población sin deformar las identidades de aquellos que lo vivieron o perpetraron; que logre eliminar las marcadas diferencias a veces inexistentes entre víctimas y victimarios; que le permita a la sociedad construir una identidad e historia compartidas y salir así de los laberintos de horror en que se encuentran las víctimas; que propugne por una aproximación más humana y menos culpabilizante al fenómeno.

      Es fundamental que en el proceso de esclarecimiento de la verdad y reparación dentro de un marco transicional, al ser transitorio, este no deje abiertas las heridas del pasado, sino que pugne por un cambio real en la vida de las víctimas y de los perpetradores de la violencia.

      La construcción de una memoria histórica desde nuestro punto de vista permitirá una verdadera reparación del tejido social y un nuevo comienzo para la paz.

      Se espera con este problema de investigación entender el porqué de la necesidad de la recopilación de las versiones de los hechos perpetrados en el conflicto armado y que, con esto, la población nacional conozca la historia del país en aras de que sepa cómo se debe juzgar a los actores armados y cómo resarcir a las víctimas en la era de posconflicto, la cual es la más crucial e importante, puesto que, si se comete algún error, la nación puede volver a recaer en un conflicto sin salida.

      Aguilera, M. (2000). Justicia guerrillera y población civil. En B. de Sousa Santos & M. García (Eds.), El caleidoscopio de las justicias en Colombia. Tomo II. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.

      Álvarez Gardeazábal, G. (1985). Cóndores no entierran todos los días. Bogotá: Plaza & Janés.

      Cavarero, A. (2009). Horrorismo: nombrando la violencia contemporánea. Barcelona: Anthropos.

      Cubides, F. (2005). Burocracias armadas: el problema de la organización en el entramado de las violencias colombianas. Bogotá: Editorial Norma.

      Grupo de Memoria Histórica. (2008). Trujillo, una tragedia que no cesa. Planeta.

      Grupo de Memoria Histórica. (2009a). La masacre de El Salado: esa guerra no era nuestra.

      Grupo de Memoria Histórica. (2009b). Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para reconstruir memoria histórica.

      Grupo de Memoria Histórica. (2010). Bojayá. La guerra sin límites. Bogotá: Taurus.

      Grupo de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional.

      Todorov, T. (1993). Frente al límite. México D.F.: Siglo Veintiuno.

      Notas

      1 Las víctimas de estas atroces acciones eran desmembradas vivas con motosierras, hierros calientes eran introducidos en sus cuerpos, sufrían el ataque de perros entrenados, entre otras múltiples atrocidades (Grupo de Memoria Histórica, 2008).

      Profesora Beira Andrea Aguilar Rubiano

      Clase: Ética Escuela de

      Ciencias Humanas

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