El libro rojo. Карл Густав Юнг
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El comentario de Jung sobre El secreto de la Flor de Oro constituye un punto de inflexión. Fue su primera exposición pública acerca del significado del mándala. Por primera vez Jung presenta anónimamente tres de sus propias pinturas del Liber Novus como ejemplos de mándalas europeos y los comenta. (232) Le escribió a Wilhelm el 28 de octubre de 1929 respecto de los mándalas en el volumen: “Las imágenes se amplifican unas a las otras y dan precisamente a través de su diversidad una imagen excelente del esfuerzo del espíritu inconsciente europeo por comprender la escatología oriental”. (233) Esta conexión entre el ‘espíritu inconsciente europeo’ y la escatología oriental se convierte en uno de los principales temas en la obra de Jung en la década de 1930. Esa conexión la exploró a través de posteriores colaboraciones con los indólogos Wilhelm Hauer y Heinrich Zimmer. (234) Al mismo tiempo, la forma de trabajo era crucial: en lugar de revelar todos los detalles de su propio experimento, o los de sus pacientes, Jung utilizó los paralelos con el texto chino como una manera indirecta de hablar acerca de ello, de forma muy similar a como había comenzado a hacer en el capítulo 5 de Tipos psicológicos. Este método alegórico se convirtió entonces en su forma preferida. En lugar de escribir directamente sobre sus experiencias, comentaba los desarrollos análogos en prácticas esotéricas y, sobre todo, en alquimia medieval.
Poco después Jung dejó abruptamente de trabajar en el Liber Novus. La última imagen de página completa fue dejada sin terminar y dejó de transcribir el texto. Él recordaba luego que, cuando alcanzó este punto central o Tao, comenzó su confrontación con el mundo, y comenzó a dar muchas conferencias. (235) Así llegó a su fin la ‘confrontación con lo inconsciente’ y comenzó la ‘confrontación con el mundo’. Jung agregó que tomó estas actividades como una forma de compensación por los años de preocupaciones interiores. (236)
EL ESTUDIO COMPARATIVO DEL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN
Jung se había familiarizado con textos de alquimia alrededor de 1910. En 1912, Théodore Flournoy había presentado una interpretación psicológica de la alquimia en sus conferencias en la Universidad de Ginebra y, en 1914, Herbert Silberer publicó un extenso trabajo sobre el tema. (237) La aproximación de Jung a la alquimia siguió el trabajo de Flournoy y Silberer, al considerar la alquimia desde una perspectiva psicológica. Su comprensión de ella estaba basada en dos tesis principales: primero, que al meditar sobre los textos y materiales en sus laboratorios, los alquimistas estaban, en realidad, practicando una forma de imaginación activa. Segundo, que el simbolismo en los textos alquímicos se corresponde con el del proceso de individuación en el cual Jung y sus pacientes se habían embarcado.
En la década de 1930, la actividad de Jung varió desde el trabajo sobre sus fantasías en los Libros negros a sus compilaciones de textos alquímicos. En ellas, presentó una colección enciclopédica de extractos de la literatura alquímica y obras relacionadas, para la que elaboró un índice temático y analítico. Estas recopilaciones formaron la base de sus escritos sobre la psicología de la alquimia.
Luego de 1930, Jung hizo a un lado el Liber Novus. Aunque había dejado de trabajar directamente en él, aún permanecía en el centro de su actividad. En su trabajo terapéutico, continuaba intentando fomentar desarrollos similares en sus pacientes y establecer cuáles aspectos de su propia experiencia eran singulares y cuáles tenían cierta generalidad y aplicabilidad a los demás. En sus investigaciones simbólicas, Jung estaba interesado en los paralelos en la imaginería y las nociones que poblaban el Liber Novus. La pregunta que lo orientaba era la siguiente: ¿existe algo similar al proceso de imaginación que pueda ser hallado en todas las culturas? Si es así, ¿cuáles son los elementos comunes y cuáles los diferenciales? En esta perspectiva, el trabajo de Jung luego de 1930 puede ser considerado como una amplificación extendida de los contenidos del Liber Novus, y un intento de traducir sus contenidos a una forma que resultara aceptable a la perspectiva contemporánea. Algunas de las declaraciones hechas en el Liber Novus se corresponden estrechamente con las posiciones que Jung articularía luego en sus obras publicadas, y representan sus primeras formulaciones. (238) Por otro lado, gran parte de esa producción no halló su publicación en la Obra completa, o fue presentada de forma esquemática, o a través de alegorías y alusiones indirectas. De este modo el Liber Novus permite una clarificación, hasta entonces insospechada, de los aspectos más difíciles de la Obra Completa de Jung. Simplemente no se está en posición de comprender la génesis de las últimas obras de Jung, ni de entender completamente qué estaba tratando de lograr, sin estudiar el Liber Novus. Al mismo tiempo, la Obra completa puede ser considerada, en parte, un comentario indirecto del Liber Novus. Cada uno explica al otro.
Jung vio esta ‘confrontación con lo inconsciente’ como la fuente de su trabajo posterior. Recordó que toda su obra y todo lo que posteriormente logró provinieron de estas imaginaciones. Había expresado las cosas tan bien como le había sido posible, en un lenguaje torpe e impotente. Frecuentemente sentía como si ‘gigantescos bloques de piedra se estuviesen derrumbando sobre [él]. Una tormenta tras otra’. Se sorprendió de que eso no lo hubiese destruido tal como había hecho con otros, tales como Schreber. (239)
Cuando fue consultado por Kurt Wolff en 1957 acerca de la relación entre sus trabajos académicos y sus notas biográficas sobre sueños y fantasías, Jung respondió:
Ésa fue la materia prima que me obligó a trabajar en ello y mi obra es un intento más o menos exitoso de incorporar esta materia incandescente en la cosmovisión de mi época. Las primeras imaginaciones y sueños fueron como el basalto ígneo-líquido, a partir de ellos se cristalizó la roca sobre la cual yo pude trabajar. (240)
Agregó que “me costó, por decirlo así, 45 años enlazar las cosas que alguna vez experimenté y volcarlas en el recipiente de mi trabajo científico”. (241)
En palabras del propio Jung, se podría considerar que el Liber Novus contiene, entre otras cosas, un reporte de las etapas de su proceso de individuación. En las siguientes obras trató de indicar los elementos comunes esquemáticos, generales con los cuales pudo hallar paralelos en sus pacientes y en la investigación comparativa. Las obras posteriores presentan, así, un esquema del esqueleto, un bosquejo básico, pero dejan fuera el cuerpo principal de los detalles. Jung describió El libro rojo retrospectivamente como un intento de formular las cosas en términos de revelación. Había esperado que esto lo liberase, pero no fue así. Se dio cuenta entonces de que no tenía regreso al lado humano y a la ciencia. Tenía que extraer conclusiones de diversas intuiciones. La elaboración del material en El libro rojo fue vital, pero también debía comprender las obligaciones éticas. Había pagado con su vida y su ciencia. (242)
En 1930 comenzó una serie de seminarios sobre las fantasías de Christiana Morgan en el Club Psicológico en Zürich, que pueden ser vistos, en parte, como un comentario indirecto sobre el Liber Novus. Para demostrar la validez empírica de los conceptos que había derivado a partir de este último, debía mostrar que los procesos descritos allí no eran únicos.
Con sus seminarios sobre el Kundalini Yoga, en 1932, Jung comenzó un estudio comparativo de prácticas esotéricas, enfocándose en los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, los Yoga Sutras de Patanjali, las prácticas meditativas budistas y la alquimia medieval, sobre las que expuso en una extensa serie de conferencias en el Escuela Politécnica Federal (ETH). (243) La comprensión crítica que permitía estas conexiones y comparaciones era la percepción de Jung de que todas estas prácticas estaban basadas en diferentes formas de imaginación activa −y que todas ellas tienen por meta la transformación de la personalidad−, lo que Jung entendía como proceso de individuación. De este modo, las conferencias ETH de Jung proporcionaron una historia comparativa de la imaginación activa, práctica que constituye la base del Liber Novus.