¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido
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Ahora bien, yendo al meollo de la presente reflexión, es necesario puntualizar que el objeto de los comentarios parciales que aquí formularemos estará constituido por cuestiones, específicamente, relacionadas con la dictadura del proletariado, aguda y furibundamente criticada por Millas, aunque nunca de forma concisa y directa.
El planteamiento de Millas sobre la dictadura del proletariado y la violencia es, por así decirlo, bastante peculiar. Porque, a nuestro modo de ver, afirmó algo inusitado sobre los postulados, tanto de Marx y Engels como de Lenin, los cuales nunca dejaron márgenes para que sus enunciados cardinales pudieran inducir al lector a interpretaciones antojadizas.
Veamos, pues, qué es lo que Millas planteó: “Cuando Marx habla de la lucha por eliminar la resistencia de las fuerzas reaccionarias al libre desarrollo social e, inspirado por el ejemplo de las formas violentas que revistió, particularmente en su tiempo, la revolución burguesa, llega a la formulación, examinando la Comuna de París, de la dictadura del proletariado, jamás lo hace suponiendo que se pudiera prolongar bajo el socialismo propiamente tal”6.
Creemos que en esta no poco sencilla formulación se encuentra la cuestión medular y fundamento de todo el acerbo discurso; es aquí donde tienen su fuente la totalidad de las críticas particulares dirigidas a diversos ámbitos de la vida de la Unión Soviética, razón por la cual nos detendremos circunstanciadamente en su análisis.
Si Millas deseaba referirse al comunismo -rotulándolo en su escrito de “socialismo propiamente tal”, en contraposición al término socialismo a secas, que usa en otros lugares de sus Memorias-, no se entiende por qué no lo hizo. Puesto que, al no hacerlo, amén de suscitar dudas acerca de su visión de las susodichas categorías, provoca inevitables suspicacias.
Como es archisabido, Marx raras veces en su extensa obra habla de socialismo y mucho menos todavía de “socialismo propiamente tal”. Por ello, cabe preguntarse ¿a guisa de qué Millas supone que Marx “jamás supuso” que la “dictadura del proletariado” podría prolongarse bajo el “socialismo propiamente tal”?
De la susodicha cita se puede concluir que lo que preocupaba a Millas era, por un lado, la cuestión de la violencia -casi ubicua a lo largo del camino recorrido por la URSS hasta 1939- y, por otro, la propia dictadura del proletariado que -según él, y no Marx- no podría existir bajo el socialismo.
Pero, veamos qué dice Marx acerca de esta cuestión: “El poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase, si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime, al mismo tiempo que estas relaciones de producción, las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y, por tanto, su propia dominación como clase”7.
Es claro que la supresión de las clases -como ya vimos- tendrá lugar solo en la fase más desarrollada de la sociedad socialista en el tránsito del capitalismo al comunismo, acaso será una realidad palpable en la segunda fase del comunismo “propiamente tal”.
En todo caso, en la cita de Marx está bastante explícita la cuestión de la violencia e, implícita, la duración de la dictadura del proletariado, que continúa siendo indispensable incluso durante el socialismo desarrollado.
En presencia de esta constatación de Marx, se hace evidente que, en el estricto ámbito de la doctrina marxista, las susodichas suposiciones no tienen cabida. Porque a ningún marxista consecuente se le podría haber ocurrido que la dictadura del proletariado podría prolongarse bajo el comunismo “propiamente tal”, esto es, cuando la dictadura del proletariado, habiendo cumplido una de sus tareas fundamentales, se transformará en otro tipo o forma de “Estado”, es decir, en un Estado en extinción.
Por eso, suponemos que Millas entiende por “socialismo propiamente tal” la fase más elevada del desarrollo del socialismo -tomado este como formación social y económica-, precisamente cuando las clases sociales hayan sido definitivamente suprimidas y la existencia del Estado se haya tornado del todo innecesaria.
Por otro lado, habiendo constatado que Orlando Millas no entrega un esclarecimiento conciso e inequívoco acerca de las susodichas cuestiones, nos vemos compelidos a presumir que él o no consiguió asimilar cabalmente los postulados marxistas-leninistas sobre las propiedades y la extensión en el tiempo de la dictadura del proletariado, la violencia, la edificación del comunismo y el futuro del Estado, como aparato al servicio de la clase dominante, o, lisa y llanamente, sus razonamientos tuvieron como base una premisa de dudoso origen.
Sin embargo, al objeto de evitar todas las suspicacias posibles relativas a que nuestra presunción pueda tener un carácter especulativo y taxativo, podemos colegir, por ahora, como una de las alternativas estimables, que Millas, al mencionar lo de “el socialismo propiamente tal”, se refirió a la sociedad socialista desarrollada, esa que se situaría ad portas del comunismo, a la que, infelizmente, la URSS no pudo acceder, gracias a los pésimos servicios prestados por la burocracia partidaria y estatal soviética, especialmente a partir del año 1953.
Nos referimos, precisamente, a la burocracia partidaria que creó, entre finales de los años 50 y los 60, como postulado teórico y consigna política el término “socialismo real”, al que Millas en sus Memorias, a lo que parece, atribuye una existencia que data de la época en que Stalin estuvo al frente del Partido Comunista (b) y del Estado soviético o, al menos, incorpora en ese concepto todas las etapas que atravesó la URSS para llegar a los años 90 o, por último, lo considera fiel reflejo de lo que fue una URSS inmutable: “Durante más de sesenta años, dijimos que la revolución de Octubre de 1917 abría el período de tránsito del capitalismo al socialismo y en el espacio holgado de medio siglo proclamamos que el ‘socialismo real’ llevaba a la práctica las más nobles y elevadas aspiraciones… Ahora está claro que no es así…”8.
He ahí, pues, el quid de la cuestión; es allí donde está la explicación de para qué Orlando Millas necesitaba que Marx “nunca hubiese supuesto” que la dictadura del proletariado podría continuar bajo el “socialismo propiamente tal”.
El citado aserto de Millas nos permitirá, más adelante, formular la única presunción posible relativa al período del desarrollo de la formación económica y social comunista al que él se refirió.
Corrobora nuestra presunción el propio Millas, al afirmar que la “...exaltación por Marx de que el mundo irá más adelante… y avanzará por los caminos del socialismo constituye una expresión superior de humanismo. Conviene, por ello, contrastar el ‘socialismo real’ con lo que Marx y Engels entendían sobre el socialismo…”9. Y, en otro lugar de sus Memorias, agrega: “En cuanto a que ‘el poder político, hablando propiamente, es violencia organizada de una clase para la opresión de otra’, esa es, precisamente, la acusación formulada por Marx a las sociedades… clasistas, por lo cual dedicó su vida a la causa de liberar a la humanidad de la violencia… Su obra fue dedicada… al planteamiento de la posibilidad en nuestra época de avanzar a relaciones sociales exentas de violencia, requisito básico del socialismo, el que para Marx era incompatible con cualquiera violencia organizada”10.
Efectivamente -como se puede ver de la citación de la taxativa afirmación de Millas acerca de las ideas de Marx-, aquel no deja de expresar una verdad, por cierto, muy parcial, que no puede servir de fundamento a su empeño por atribuirle a Marx y Engels la absolutización de la idea de que la violencia es atributo exclusivo de las relaciones sociales en la sociedad burguesa.
Es efectivo que Marx no era partidario de la violencia en general, pero sí la entendía