Hilos que tejen la RED. Isabel Sanfeliu

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Hilos que tejen la RED - Isabel Sanfeliu страница 5

Hilos que tejen la RED - Isabel Sanfeliu Ensayo de Sociología

Скачать книгу

sí —el acceso al pensamiento simbólico y, en última instancia, a la expresión hablada.

      En suma, la comunicación comenzó con gestos y voces referidas a acontecimientos concretos, y la evolución del lenguaje se alcanzó con el segundo momento de expansión del cerebro.

      Podemos imaginar que las primeras tertulias se dieron en torno al fuego tras duras jornadas de caza. Kevin Power (Primordial origins of Group Analysis, 2017) plantea este chismorreo como sustituto del grooming animal, una forma de organizar sociedades dispersas. Fernández-Armesto también recoge esta hipótesis: «Quizá el habla surgió como alternativa al rito de despiojarse unos a otros» (2015, p. 152). El mismo autor apunta que el lenguaje se originó como un sustituto del cortejo al crecer el tamaño de las comunidades de homínidos.

      Arrullo, nana, cántico… voz.

      La voz, la voz que es el signo aéreo del pensamiento y por ello del alma, que instruye, predica, exhorta, ruega, alaba, ama, a través de la cual se manifiesta el ser en la vida, casi palpable para los ciegos, imposible de describir porque es muy ondulante y diversa, demasiado viva, precisamente, y encarnada en demasiadas formas sonoras… Esa voz que no puede tocarse, que no puede verse, la más inmaterial de las cosas terrestres, aquella que más se parece a un espíritu (Marcel Schwob, El terror y la piedad, Libros del Zorzal, 2006, p. 77).

      No puedo expresar mejor la potencialidad de la entonación, que desaparece en el entramado de conexiones virtuales. Cierto que tampoco acompaña a la correspondencia postal, pero en esta hay tiempo para evocarla, no está tan presionada por la inmediatez. Son obvias las muchas ventajas de los nuevos intercambios, pero inevitablemente hay pérdidas en el camino.

hilos_red_P%c3%a1gina_029.jpg

      ¡Es tan habitual que las respuestas se pierdan en el aire para dar paso al torrente de palabras de quien parecía interesado por su pesquisa!

      Pero vayamos a la Red: dejando a un lado indagaciones en solitario para obtener datos o el intercambio con personas de un círculo cercano, uno de los grandes objetivos del internauta es lograr el mayor número posible de visitas, pura propaganda de uno mismo para lucir contactos cual condecoraciones. ¿Dónde queda el sujeto, su voz? En una época en la que el silencio es un bien escaso, menudean los diálogos enmudecidos de mensajes mecanografiados; no son nuestras voces las que nutren la contaminación acústica sino nuestra actividad.

      Propongo que nos detengamos un momento en estos conceptos emparentados pero disparejos. Pensando en el proceso del desarrollo como guía, lo que envuelve al bebé es la musicalidad de una lengua, siluetas que se acompasan y se concretan con el tiempo. Cuando, tras el placentero retozo del balbuceo, logran articularse vocablos estructurando un pensamiento más complejo, el símbolo permite tolerar la ausencia de quienes todavía son esenciales en la vida del pequeño. Es el acceso a la temporalidad. Son también los primeros garabatos con sentido, la alfabetización, el trofeo de la lectura…

      Enigmas desentrañados, mundo adulto por conquistar inmerso en la ambivalencia que implica el proceso de individuación. Vértigo ante la ausencia, elaboración de la pérdida, placer de crear una realidad a su medida.

      Para leer es necesario prescindir de la imagen visual, es necesario perder la antropomorfización de las letras (la be tiene pancita…). Para que la letra sea del sujeto tiene que acontecer la represión como posibilidad de enlace entre estas. Así se podrán formar palabras. Es una determinada letra con otra la que forma un sonido que se puede decir. Es necesario articular aquello que es de la prohibición y aquello que es del goce. No hay una cosa sin la otra, ya que para poder hablar y tener poder de uso sobre el lenguaje y sus derivados, es necesaria la articulación entre la falta de imagen sonora que hay en la imagen escrita y la falta de imagen escrita de la imagen sonora (E. Palma y S. Tapia, 2006, p. 108).

      El primer garabato legible que suele escribir un niño es su propio nombre. El narcisismo impregna desde el primer momento esta nueva adquisición. Se me ocurre que es una segunda versión de la analidad: sentir control sobre la propia producción. Ofrecer (expulsar) versus retener. Pulsión epistemofílica a través de la lectura, pulsión de dominio al decidir si dibuja la grafía con la que colmar el deseo de esos otros que le gratificarán.

      Con el tiempo, lo narcisista se abre paso en la ambición del autor de que lo escrito lo mantenga vivo más allá de la muerte, claro que en el interregno puede convertirse en incómodo testimonio del que no poderse desembarazar.

      La palabra es instrumento del pensamiento, forma de expresión individual, medio de comunicación.

hilos_red_P%c3%a1gina_031.jpg

      El ojo del otro, en su profunda ambivalencia, juega un rol indispensable en el funcionamiento de lo inconsciente, donde constituye un polo particular, irreductible, que, en su oposición dialéctica al rol de la censura, crea una zona de connivencia en la que el sujeto logra articular sus deseos reprimidos con los actuales, en un ir y venir incesante que le permite construirse (Bonnet, 1981, p. 120).

      El omnipresente ojo divino que todo lo ve no solo acompañaba el catecismo de nuestra infancia, es un símbolo esotérico del que han gustado masones y todo tipo de cultos. Hamsa, Horus, Shiva, Nazar, el Gran Ojo de la Naturaleza en la Grecia Antigua o la Santísima Trinidad son ahora encarnados por criaturas terrenales —también inasibles— en lo que se ha dado en llamar el imperio de la vigilancia. De la vigilancia, de la imagen, de la hipervelocidad, del hedonismo, de la globalización, del todo positivo… ¡Cuánto alias para apenas unos pocos años transcurridos en nuestra centuria!

      El gesto acompaña, refuerza o desmiente un discurso hablado. Pero ya no nos conformamos con la expresión fugaz que permite ser desdibujada en la memoria, un selfi espera agazapado en cada esquina. Corren malos tiempos para retratistas y fotógrafos…

      Durante siglos fue un arte para pocos. Después se transformó en una artesanía para muchos que lo hacían cada tanto. Ahora parece ser una tarea de todos, todo el tiempo: posamos, nos ponemos. Es el paso más reciente de la sociedad del espectáculo (Martín Caparrós, «El registro continuo de la sonrisa», El País, 10/2/2015).

      Como reza el título de su artículo, en nuestra cultura de hedonismo «no sonreímos porque estemos contentos; sonreímos para que parezca que estamos contentos, o sea: para estar contentos». El gusto por la fotografía puede dar paso a un cierto hartazgo ante la avalancha de cámaras o móviles danzantes en curiosos artilugios.

hilos_red_P%c3%a1gina_032.jpg

      Existe una importante diferencia entre la acariciada imagen que se atrapa impregnada de una emoción y la retahíla de fotos tipo «estuve ahí». Una es intimista, la otra, una nueva versión de exhibicionismo.

      Gesto, lenguaje, habla, gramática, literatura…, conceptos que aluden al vínculo, a la comunicación y al contacto con el otro, pero cuyo campo estructural transcurre por distintos derroteros. La lengua comporta un hecho social, un idioma se va pergeñando en grupo, refuerza la identidad del mismo, pero es un sujeto el que habla una parcela de ese lenguaje; la jerga, la forma de articularla, incluso los errores ortográficos (de concordancia, laísmos, leísmos, etc.) permiten atisbar la singularidad de quien emite el mensaje. Así mismo, de quien lo emite y del grupo social al que pertenece; de hecho, que la escritura se origine en distintos momentos y de manera independiente en distintos lugares lleva a Damasio a confirmar que

Скачать книгу