Claudio Magris. Domingo Sánchez-Mesa Martínez (Ed.)

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Claudio Magris - Domingo Sánchez-Mesa Martínez (Ed.) monografías

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cultura». De este modo la evolución de la vida literaria en Trieste se explica más lúcidamente a partir de esa consolidación de la ciudad literaria donde la dispersión étnica y social denotan un proceso inconsciente y colectivo de búsqueda de la identidad que se convierte en su literatura en una suerte de laboratorio de toda la literatura del siglo XX, así como de la propia condición del hombre moderno.

      Esta matriz literaria que venimos identificando en la frontera articula también la contribución de Olalla Castro, para quien el concepto de no-lugar de Marc Augé resulta especialmente operativo. «¿Qué ocurriría si decidiéramos permanecer en la frontera, habitarla, convertirla en nuestro lugar de residencia? ¿Qué pasaría si dotásemos de contenido y representación las intersecciones, los cruces, las migraciones, las permutas que allí tienen lugar?» Tales son algunas de las preguntas que lanza la autora invitando a tantear lo que ella llama un Tercer Espacio semiótico «desde el que sería posible reconfigurar los límites y modificar todo el paisaje». Apostando por una lectura derridiana o simplemente dialógica, Olalla Castro entiende el texto magrisiano como una provocación para esa recuperación de la encrucijada como lugar de enunciación, de configuración de espacios híbridos, entre-lugares fronterizos desde los que sugerir «nuevas hojas de ruta para una humanidad cada vez más maltrecha». La vía ensayada por Magris para ese «tercer lugar» o entre-lugar es transitar la cara negativa de la modernidad, el viaje literario que certifica la disolución y el derrumbe del sujeto moderno, a través del hilo de la desconfianza ante el lenguaje —la gran lección nietzschiana que ayuda a que el sujeto se reconozca en su continua diferencia en su pluralidad de máscaras— pero sin que esa consciencia signifique una claudicación a la indiferencia y el nihilismo irresponsable de cierta cara de la posmodernidad que Castro critica. El texto se mueve entre dos citas fundamentales del maestro triestino, una de ellas nos retrotrae al ya citado texto final de El anillo de Clarisse («La nueva inocencia»): «La imposibilidad de demostrar racionalmente la universalidad de un valor no elimina la necesidad del individuo de buscar un valor universal» (Magris, 2012: 449); la otra a Utopía y desencanto: «Hace falta una identidad irónica, capaz de liberarse de la obsesión de cerrarse y también de la de superarse. El escritor de frontera se encuentra con frecuencia entre Escila y Caribdis, entre la retórica de una identidad compacta y la de una identidad huidiza» (Magris, 2001: 65).

      No abundan las consideraciones sobre las reflexiones que Claudio Magris ha vertido sobre el dominio del derecho en relación a la literatura. Dicha forma de comparatismo encuentra aquí una oportuna revisión en el texto de Janneth Español. El texto de Magris con el que dialoga la autora es la conferencia (ampliada) «Literatura y derecho ante la ley» (2008), una de esas piezas que demuestran la lucidez y espectro anchísimo de la dimensión intelectual de Magris. La cita inicial escogida por Español condensa muy significativamente la preocupación que mueve a Magris para vincular y diferenciar poesía y ley, acción de juzgar y discurso narrativo. A lo largo del texto se entrelazan las reflexiones de Magris con la de otros ensayistas de la comparación entre literatura y derecho, en relación a tres cuestiones: el conflicto dramatizado en la Antígona de Sófocles entre ley natural y abstracta y ley positiva y escrita; el posible sentido moderno de lo trágico en Kafka y su leyenda «Ante la ley» (1914), incluida en su novela El proceso (1925), y por último, la narrativa como encrucijada en la que considerar la frontera entre el derecho y la literatura, también dialógica en la contradictoria naturaleza moral de la literatura.

      En la parte final del volumen se plantean dos diálogos con la obra de Magris llevados a cabo por sendos lectores experimentados en la práctica de la literatura comparada, los catedráticos de la Universidad de Granada, José Luis Martínez-Dueñas y Andrés Soria Olmedo. El primero, con el tema universal del tiempo en el punto de mira, dialoga con la célebre colección de ensayos Utopía y Desencanto escogiendo el motivo del «corsi y ricorsi» de Giambatista Vico. Desde ahí enhebra un hilo con dos de los ensayos de dicho libro de Magris, en concreto los dedicados a Lutero y Erasmo por un lado, y a Ippolito Nievo y su Confessioni di un italiano por otro, a los que se suma una breve coda sobre el relato «Feliz Navidad», momento que mueve a Magris a celebrar, como de costumbre según Martínez-Dueñas, «la complejidad de la vida, de su historia y de su tiempo, de su geografía y sus lugares». Andrés Soria, por su parte, lleva a cabo un doble homenaje: a su maestro el germanista italiano Ezio Raimondi y al mismo Claudio Magris. Y lo hace con un ejercicio de memoria académica, de proyección de unas Intersezioni (nombre de la revista que dirigía Raimondi y a cuyo comité científico pertenece Magris) o «conversazione», según la tradición humanista italiana,6 precisamente el modo discursivo con el que vimos que se abre este volumen. Según Soria Olmedo, Raimondi concuerda con Magris «en el hecho de que los recuerdos se modifican a la luz del presente y a la luz del coloquio con quien se habla, esto es, a la luz del otro». Todo ejercicio de interpretación, de comprensión es en sí mismo ya un relato, un relato entendido como lo hacía el maestro (amicale, en palabras de Raimondi) Mijaíl Bajtín, como diálogo. Junto a esa conversación en el Corriere, Soria desgrana la convivialidad del prólogo que Magris escribiera para Il volto nelle parole de Raimondi (2003). Las palabras con la que Magris cierra dicho prólogo son todo un manifiesto también de esa intersección entre ambos germanistas: «Ricordare è anche un procedere in avanti, quasi un rivivere il passato nel futuro. Allo stesso modo leggere bene è alla fine un atto etico, una scelta, un orientamento vitale».7 El otro punto de encuentro señalado por Soria es, una vez más, la noción de frontera con la idea de «europeo de provincia» que Raimondi enuncia en sus estudios sobre Renato Serra y que se relaciona aquí con las «Consideraciones fronterizas» de Magris (Utopía y desencanto). La idea del viaje continuo de ida y vuelta al «otro lado» (la alteridad misma) y la distancia modulan una «identidad irónica» que se opone a la del «torvo guarda de fronteras» .

      La última pieza de esta colección de textos constituye un hito que consideramos especialmente valioso en la bibliografía magrisiana ya que se trata de la primera entrevista o diálogo concedido, de forma exclusiva y específica, sobre el concepto y experiencia del cine del autor triestino. El título escogido por Concha Gómez para este texto, «Al cine le debo el sentido de la sintaxis», ya es una declaración de la importancia, no tan conocida, del séptimo arte en la práctica literaria de Magris. Tal pudo ser en un momento de su formación la importancia del cine, generacional sin duda, que Magris confiesa abiertamente que hubiera deseado dedicarse al cine, lo que le hubiera llevado a Roma para formarse en dicho arte en lugar de a Turín para estudiar Letras, como finalmente hizo. Le fascinaba la posibilidad de narrar con la realidad, con las cosas, los cuerpos y los rostros. Desde joven el cine fue una escuela de construcción del relato, un arte más narrativo con presencia de lo lírico que propiamente dramático. Más adelante cultivó la amistad de cineastas y asistió a rodajes y sesiones de montaje, experiencias que lógicamente debieron reforzar esa valoración del cinematógrafo como laboratorio de experimentación narrativa. Esa relación continuada se prolonga en el tiempo con experiencias cercanas y prácticamente familiares, como la adaptación de su texto dramático Lei dunque capirá (Así que usted comprenderá, 2007) por parte de su hijo Paolo Magris para el film titulado Dietro al buio (Detrás de la oscuridad), dirigido por el escritor, crítico y cineasta Giorgo Pressburger, buen amigo suyo.8 Visconti, Kubrick, Oshima, Buñuel se destacan como cimas de la filmoteca personal de Magris, que siente el cine como experiencia distinta, relacionada aún con la expectación en la sala y capaz de seguir siendo el gran arte de nuestro tiempo, asumiendo las innovaciones técnicas y la experimentación de todas sus posibilidades expresivas, siempre desde la más aguda conciencia de la necesidad de defender el conocimiento del pasado del cine, de que las generaciones jóvenes estén expuestas a dicho pasado y puedan construir sus contribuciones desde dicho conocimiento.

      El antes citado ensayo final de El anillo de Clarisse, «La nueva inocencia», ya era un provocador alegato, atento a las nuevas formas de totalización del nihilismo más radical, en momentos en que, aunque faltos

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