Secretos de Mujeres. Fernanda de Alva

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Secretos de Mujeres - Fernanda de Alva

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es de temas tuyos. Al día siguiente recogés comentarios de las otras féminas y te dicen que “Está ‘chica’ vive colgada de tu cuello, que es un plomo y que está dispuesta a tomar cualquier cosa que se caiga de tus manos”. Una piensa que las amigas de siempre tal vez estén un poco celosas y vuelve a sentir pena por esta nueva compañera. Todo sigue igual. Ella al lado tuyo y vos negociando con las demás para que te la dejen llevar a alguna de las salidas. Hasta que un día te invita a cenar a su casa y cuando llegás te llevás la sorpresa de tu vida. ¡Su casa es como una fotocopia de la tuya! Cuando le preguntás dónde compró esto o lo otro, te cuenta contenta que siguió todas tus indicaciones o que las compró luego de haberlas visto con vos. Esa noche salís despavorida pensando que las brujas de tus amigas, ¡tenían razón!, ¡te habías topado con una “tomadora”!

      Yo, la más linda, la más viva, la más… divina de todas

      Aquí otro caso de amistades difíciles. Empezás a incluirte en un grupo nuevo. Todas son agradables, pero no sabés muy bien cómo hacer, no das con los códigos ya instalados… En fin, te cuesta. En eso, se te acerca ELLA, la mujer más cool y guapa. No lo podés creer, le estás tan agradecida… Además, es súper divertida y pega con tu humor a las mil maravillas. Al poco tiempo, son “carne y uña”. Te gusta tener una amiga tan compinche. Esta mujer actúa como la mayor de las dos y la seguís porque te está enseñando. Pero pronto te empezás a sentir algo presionada… Siempre hay que hacer lo que a ella le parece. Después empieza a ayudarte con tu ropa (está bueno porque te guía a estar más en onda), sin embargo, un día uno de tus hijos te dice que te le estás pareciendo mucho y eso ya no te gusta. Otro día te pide que la apoyes diciendo tal o cual cosa en el grupo, como si fueras ella. Aceptás, por todo lo agradecida que estás, no obstante, la situación te va gustando cada vez menos. Por último, un día en una conversación, como quien no quiere la cosa, te explica que “sos divina, linda, buena y sexy”. Pero ella es más linda, más viva y mucho más… brava, y para rematarla dice que siempre logra que todos hagan lo que ella quiere, demostrándote todo lo manipuladora que puede ser. Ese día decidís que puede ser una buena amiga para algunas ocasiones y que le estás profundamente agradecida por todo lo que hizo, pero que es una mujer muy competitiva y digitadora a quien es mejor mantener a una distancia prudencial.

      Pensar que éramos amigas…

      Son amigas desde la infancia, se criaron prácticamente juntas. Luego con los años se separaron, ella se fue a vivir al exterior. En tanto, te casaste, tuviste hijos y, por último, te divorciaste. Después de años se vuelven a encontrar. Estás feliz, tu amiga de la infancia se ha convertido en una mujer mundana y exitosa. Ella te dice: “Nada es porque sí”. Sentís que la historia vuelve a comenzar y así empiezan a salir de nuevo.

      Ella es liberal, atrevida y se come el mundo. Vas detrás aprendiendo todo lo que hace, mientras se integran a un grupo y la pasan genial. A veces te enseña, otras, te corrige y en algunas oportunidades te das cuenta de que te deja de lado. Pero, bueno, no te fijás porque tenés muchas obligaciones y no vas a pretender estar en todas...

      Un día llega al grupo de amigos un nuevo hombre que está bárbaro. Te encanta y a ella también, pero él se fija en ti y eso hace que te encante todavía más. Empiezan a salir y la pasan bárbaro. En eso, tomás nota de que tu amiga te deja de llamar o que cuando tratás de ubicarla, siempre está muy ocupada. Te sorprende, pero como están dentro de un grupo y la seguís viendo, suponés que son ideas tuyas. Después de salir con este hombre por espacio de un año, rompés con él y un día, estando con tus amigos, uno te pregunta qué paso y cómo estás. Empezás a contar que “él es un tipo divino, pero que, bueno, había cosas que no funcionaron: los chicos, los ritmos de vida y algunos otros temitas…”. ¡Para qué! TU amiga, salta adelante de todos, y te dice que te conoce más que el resto de los presentes, que siempre fuiste una de esas mujeres pretenciosas. Es decir, te está diciendo mosquita muerta (en lunfardo “que fingís no entender qué pasa”), que nunca estuviste satisfecha con lo que le ha tocado en suerte, que conoció a tu exmarido, un tipo irreprochable y a este otro galán, ¡hombre interesante si los hay! Entonces te pregunta si realmente te detuviste a pensar cómo eras y qué tenías para ofrecer. Y si ya estuviste mirándote al espejo, para saber quién eras y si habías notado, además, que tu cabello necesitaba un arreglo urgente…

      Salís como podés de esa situación, sentís que te sube y te baja la presión. Con tu último aliento terminás la noche de la manera más elegante posible y cuando llegás a tu casa, rompés en un largo y duro llanto. ¿Pudo TU amiga agredirte y, además, envidiarte tanto sin que vos te dieses cuenta? ¡Si ella era LA exitosa!

      S.O.S. ¡Me siento mal!

      Tenés una amiga de toda la vida, la conocés desde la secundaria. Siempre estuvo en las buenas y en las malas, la querés como a nadie porque es “especial”. Es compañera y gentil. Y cada vez que tuviste un problema de salud, estuvo a tu lado... Bah, especialmente cuando tuviste un problema de salud, porque es hipocondríaca y si hay un problema de salud nunca le va a sacar el pecho a las balas ¡Al contrario¡, se lo va a poner…

      Es irreprochable en ese sentido, el asunto es cuando no hay de qué quejarse y todo está bien. Cuando las cosas están más que bien, siempre está dispuesta a que no lo estén tanto logrando hacer de un gran momento una tragedia casi inexplicablemente donde no había nada. Por ejemplo, van todas a bailar salsa. Están más que felices, el ambiente está bárbaro, la están pasando genial y tu amiga brilla entre todos por la cadencia de sus movimientos. En medio del candombe se para, casi violeta, empieza a mirar con cara de “me muero” y todas salen a socorrerla. Se para la música. Ella con ¡broncoespasmo!, que curiosamente termina cuando llegan a su casa.

      En otra oportunidad, las dos parten hacia una quinta. El día es espléndido y en el recreo estarán el Príncipe Azul ¿o desteñido? que “te parte la cabeza” y su amigo, al que tu amiga tiene muchas expectativas de conocer. Llegan y la están pasando súper, comen la parrillada y todo va en “patines”. Se ponen alrededor de la piscina a charlar y bailar. En eso ella se te acerca y te dice que se tiene que ir, que se está poniendo mal, que el cuerpo le pica y que no sabe si es por el sol, la comida o algún bicho que la picó, pero que se está muriendo otra vez. Y agrega que, si no la acompañás se va sola, porque de esta no pasa… Hacés 50 kilómetros de vuelta por la vía rápida, vas a la guardia de la clínica a la que, desde su punto de vista, hay que ir y… ¿a qué no sabés que pasa? ¡No tiene nada! Te agradece por ser ¡tan buena amiga!

      Todo está preparado. Se van a pasar un fin de semana largo al mar. El solcito ya calienta y sabés que hay muchas posibilidades de “pique”. Te prometió portarse bien y confiás… Después de todo, es tu amiga de toda la vida. Llegan a la playa, tu look: mallita y pantalla solar. El suyo: sombrero, pantalones de algodón largos (eso sí, blancos), remera de mangas largas, pantalla solar en una mano y libro en la otra. Hacés como si nada pasara, tu compañera es sólo un poco excéntrica… Te metés al mar y ella lee, volvés, le charlás un rato y vas de nuevo al mar. En eso ves que un montón de gente se amontona en la playa, pero, claro, desde adentro del agua no podés ver bien, así que salís de puro “chismosa” y cuando llegás la ves tirada en el piso con la boca abierta y sacando espuma. Y sí, es tu amiga… Parece que el desayuno no le cayó bien con el sol y además algo la picó… Bueno, muy bien no te supieron decir en la guardia, pero, eso sí, tiene prohibido por los próximos 5 años pisar la playa.

      Última oportunidad, final de año, fiesta top, fiestón. Estás bailando con ese divino que te vuelve loca desde hace tres años. ¡Estás feliz! Este hombre te propone ir a un lugar más tranquilo y te la jugás, es “ahora o nunca…”, aceptás. Él te está abriendo la puerta del auto y por tu parte, como quien no quiere la cosa, te estás arreglando la ropa interior para la próxima situación.

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