¿Quién escupió el asado?. Diego Pérez

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¿Quién escupió el asado? - Diego Pérez

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       Solo unos pocos encuentros son como señales que emanan de una vida más intensa, una vida que en realidad no se ha encontrado.

      GUY DEBORD, Critique de la séparation, 1961

      A

      mi vieja, Sonia, y a mi viejo, Eduardo, a mis hermanos, a la abuela Delma y al pequeño Ciro, que con su mirada me enseña que lo eterno es un instante.

      Isma Siqueira, Dani Amoedo, Fabi Mrnjavac, Gianca Corbelini, Manolo Santos, a Rodri y todos los compas del grupo de lecturas y debates sobre anarquismos; desde ahí comenzamos a zampar ideas sobre este proyecto.

      todas y todos los que colaboraron brindando material, además de compartir horas de entrevistas e intercambios. Especialmente a Gabriel Peveroni, Luis Bravo, Gerardo Michelin, Guillermo Baltar, Ariel Skarpa, Marquitos Clash, Hugo Gutiérrez, Juan Carlos Mechoso, Juanpa Ramilo, Varónica Lara, Pascual Muñoz y el Sombra.

      Héctor Bardanca, por la temporada compartida en la calle Llupes. Julio López, por los momentos en Londres y por compartir parte de su archivo fotográfico para este libro.

      Marcel Loustau, por colaborar con algunas de sus fotos. Centro Social Cordón Norte, por abrir el espacio para intercambiar sobre estos temas.

      Nicolas Scaron y Radioactiva 102.5, por el espacio para hacer el ciclo subcultura y anarquismos.

      Eugenia González, por el trabajo compartido este último año.

      Manuel, por confiar, y a Hernán y a Ana, por cuidar.

      Mazzotti y a Lucho, por leerlo cuando no era nada, y al punky Fede.

      Pablo H y a Fabricio G,

      porque ya no hay héroes,

      porque aún vivimos.

      Introducción

      A los desangelados

      El terreno recién llovido siempre ha de ser fangoso. ROBERTO ARLT

      Rememora a quienes cuestionaron la pacificación, a quienes rechazaron lo que se daba por sentado o por lo menos se toleraba. Quienes confiaron, en definitiva, en su propia desconfianza, y que atentos, ascéticos y contestatarios, se posicionaron al margen de los parámetros políticos que la cultura nacional les había enseñado.

      No pretende ser un homenaje —no hay presupuesto para mármoles—, sino un esfuerzo por desenterrar de la memoria a quienes intentaron practicar un estado de ánimo libertario, frecuentando los márgenes clandestinos que trazó el orden de placeres heteroconvencionales en la reapertura democrática, luego de la dictadura cívico-militar en Uruguay (1973-1985). Se trata de resignificar y recuperar las experiencias y expresiones juveniles olvidadas por la memoria en el poder. Es una búsqueda inquietante de quienes no se disciplinaron mirando hacia el costado, como si nada estuviese pasando. Quienes no se resignaron a la apertura ni pretendieron ser parte de aquel areté militante sesentista, ni de la estética generacional de transición pacifista. Entre 1985 y 1989, interesantes expresiones manifestaron aquel grito vitricida, de pretensión destructora y desafiante, ante la perplejidad que comenzó a vivir el país a partir de 1985.

      Podemos decir que durante varias décadas hemos visualizado el iceberg, pero no hemos comprendido el cuerpo completo que erigió y sostuvo un fragmento juvenil que, aunque minoritario y marginal, tuvo una importancia trascendental por su impacto en las generaciones futuras. Lo oculto, lo que hace que lo visible exista, es la parte que actualmente continuamos ignorando.

      1 La reunión entre el general Hugo Medina, Julio María Sanguinetti y Wilson Ferreira Aldunate en la estancia presidencial de Anchorena, en julio de 1985, se realizó con tal nivel de secreto y mandato de silencio que habilitó diferentes hipótesis respecto a la postura del líder del Partido Nacional respecto a la amnistía a los militares. ¿Se trató esto de un sello sobre el acuerdo del Club Naval? ¿Se consolidó el pacto de impunidad? ¿Fue decisiva esta reunión para que las ff. aa. obtuvieran el apoyo de Wilson Ferreira Aldunate en una eventual futura amnistía? ¿Wilson jugaba el rol que había jugado Seregni un año antes?

001 Portadilla

      La generación ausente y solitaria

      La subcultura abuelicida

       Ser joven es hoy un delito virtual.

      WILLIAM BURROUGHS, The Job, 1969

      En esta investigación, adopto el concepto de subcultura2 para referirme a las expresiones juveniles provenientes del underground en la transición posdictadura uruguaya, e identifico aquellas manifestaciones situadas bajo la superficie de la norma y las costumbres, relacionadas a lo que se denominó subversión del orden establecido, a partir de la exploración de formas de vida o expresiones artísticas alternativas que fueron nuevas maneras de comprender y actuar de forma libertaria.

      Las experiencias subculturales fomentaron la liberación expresiva a partir de la recuperación del cuerpo y de la abolición del poder en todas sus formas. Para ello, politizaron el sexo y cuestionaron el patriarcado. Tomaron conciencia de las problemáticas medioambientales y de los peligros del progreso que ofrece el proyecto industrializador moderno. Hablaron sin tabúes sobre las experiencias con drogas, encargándose de ensanchar las posibilidades que ofrece el arte como vehículo comunicador. Se organizaron promoviendo lazos de solidaridad a través del trabajo cooperativo, las conductas antiautoritarias, el rechazo a la representación, mediante la autogestión y la máxima horizontalidad. Sin embargo, la configuración de estereotipos, los calificativos erróneos y los anacronismos han sido muchos, desde diversas tiendas y con diferentes intenciones, lo cual no ha permitido pensar las tensiones de la época y significar en el presente las inquietudes que por aquellos años comenzaban a surgir. Estas expresiones han sido omitidas dentro del arco de resistencia a la dictadura y, por tanto, de la construcción de la memoria popular como relato histórico de los partidos políticos, de las organizaciones sociales y de los sindicatos. La historia al servicio de la política o la historia por encargo tiene como fin cohesionar a un vasto y heterogéneo movimiento nacional, omitiendo sucesos, eludiendo discusiones, olvidando conflictos, para construir un relato de conclusiones políticas sobre hechos históricos preestablecidos.

      Conoceremos y profundizaremos aquellas expresiones emergentes de la subcultura en la posdictadura, concepto que difiere profundamente del de contracultura. Si bien ambos términos han sido utilizados de manera indistinta por algunos críticos culturales como Alejandro Traversoni3 y Raúl Zibechi (1997), debemos apuntar ciertas características que fundamentan diferencias. Para Abril Trigo (1997), el término contracultura mantiene vivo un maniqueísmo estructural que supone la presunción de representatividad política

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