El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito
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El general retirado frenteamplista Víctor Licandro vio en lo publicado
un punto en común en relación a lo que se hacía en todos los golpes militares de América. […] la moralina para corregir desviaciones de conducta de los políticos […] [y] un segundo aspecto muy importante […] combatir al movimiento comunista internacional, que era la doctrina impulsada por el Pentágono.151
En posdictadura se ha citado a los generales del Proceso Luis Vicente Queirolo y Alberto Ballestrino declarando que los comunicados fueron solo un anzuelo para sectores de izquierda que se los tomaron en serio. No dicen que también lo fueron para oficiales de las ff. aa. y que siguieron siendo invocados cuando el régimen ya no tenía oposición civil a quien engañar, porque pese a su futilidad, eran el único ideario —aparte del anticomunismo y la invocación ritual a la patria y la seguridad del Estado— de que disponía la corporación al frente del gobierno.152
Azul y Blanco, que no se sentía cómodo con los 4 y 7, sostuvo que solo eran “instrumentos de lucha emitidos en momentos de tensa confrontación”, con objetivos “sicopolíticos”; el carácter programático les había sido adjudicado después un poco artificialmente, por la dinámica de los acontecimientos. Ministros confirmados en sus puestos defendieron la posición oficial de que ya estaban incluidos en proyectos antes enviados al Parlamento (haciendo implícitamente responsable al Legislativo por si no se concretaban los deseos militares). Medero puso un paréntesis: la redistribución de la tierra “es cosa que hay que estudiarla bien y no es fácil proceder en esto con premura”; y Ricardo Zerbino (del grupo de la 15, encargado de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto) expresó su preocupación por “El Plan Quinquenal de Desarrollo […] [que] iba a comenzarse a tratar el día que estalló la crisis. Lo único que puedo decir es que hasta el momento no ha ido para atrás”. Pese al retintín socialista del nombre Plan Quinquenal, este era más bien de apertura a la economía global y por tanto discorde con la orientación estatista de los comunicados. Bolentini tranquilizó con que el Cosena sería solo asesor y Balparda con que “ha sido creado en base a las ideas […] aplicadas ya desde hace tiempo en otras naciones […] En el concepto de Seguridad Nacional deben incluirse todos los problemas que importan al desarrollo”.153
Contra la corriente, el nacionalista Walter Santoro diagnosticó: “nada ha concluido. Todo recién empieza. Empezó con el gobierno anterior de Pacheco Areco, que por el sistema de las medidas prontas de seguridad fue desconociendo y deteriorando todo el sistema político institucional”.154
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