El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito
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Olazábal hubiera querido permanecer, pero estaba en la edad límite reglamentaria para ascender a contralmirante, cosa que le resultaba imposible, porque ninguno de los contralmirantes en actividad a disposición del ministerio (incluido Zorrilla) le haría el favor de retirarse abriéndole una vacante. En abril por decreto lo sustituiría el también capitán de navío Víctor González Ibargoyen, con posibilidad de ascender al grado máximo, quien había sido fundador del cuerpo de Fusileros Navales y ocupaba el puesto de prefecto naval dejado por Pinko.130
Sin dejar duda acerca de quien llevaba la iniciativa, media hora después de la nota de Bordaberry, a las 16:00 horas, la Junta de Comandantes en Jefe publicó su comunicado No. 11 anunciando la cercana concreción de un “acuerdo total” y a las 21:45 el comunicado No. 13 dio por terminadas las operaciones, gracias a “un acuerdo sobre la base de lo expresado en los comunicados 4 y 7/73 de los Mandos Militares Conjuntos”, con el fin de “brindar seguridad al desarrollo nacional en el marco del sistema democrático-republicano”. Aseguraba que siempre había existido contacto con el Poder Ejecutivo y hacía gala de “El apoyo tácito que la población del país brindara a las operaciones y gestiones”.
El martes 13 Bordaberry trasladó a Walter Ravenna de la titularidad de Interior a Defensa y al hasta entonces subsecretario del Interior, coronel y abogado Néstor Bolentini, lo designó al frente de la cartera. Ambos ministros se declaraban a favor de los comunicados 4 y 7, “plan político” de las Fuerzas Armadas. Ravenna, convertido en yesmen de los militares duraría en el puesto; a su vera fue designado director general de Defensa el coronel Hugo Linares Brum, que más tarde sería ministro del Interior. La prensa y los políticos oficialistas hacían creer o trataban de convencerse de que lo peor había pasado. En el gabinete reactivado se veían en duda Juan Carlos Blanco en Relaciones Exteriores y Ángel Servetti en Obras Públicas, pero serían confirmados de acuerdo a lo pactado, que dejaba las manos libres a Bordaberry a los efectos de estos nombramientos. Servetti, militar y contador, era cuestionado en la esfera castrense por haber servido antes en la Coprin, así como en Planeamiento y Presupuesto, sin renunciar a la actividad militar. Se suponía que valiéndose de tales contactos había ascendido a teniente coronel. En diciembre de 1972 las ff. aa. lo habían pasado a disponibilidad y cuando se presentó durante la crisis en la Región Militar No. 1 con ánimo de negociar, fue atendido por un oficial de su mismo rango que le preguntó si asistía como militar o como ministro. Suena extraño que se le reprochara el incumplimiento de criterios que la corporación armada a voz en cuello violaba al reclamar puestos en los entes públicos; pero lo hacía como institución y en nombre de la legitimidad especial que se arrogaba.131
También se despidió el 15 de febrero el secretario de la Presidencia Luis Barrios Tassano, cuya dimisión presentada a la par de los ministros fue aceptada. Se presumía que su apego al primer mandatario (o a la misión que le confiriera su sector en el cargo que ocupaba) era tal que por eso no había renunciado en octubre, cuando otros miembros de la 15 abandonaron el gabinete. Intempestivamente llamó a una conferencia de prensa y sin permitir preguntas, leyó una declaración aclarando que el único motivo de su renuncia había sido dejar en libertad a Bordaberry para resolver la crisis. Hizo elogios al presidente, confiado en que “El pueblo, sagaz juez en las horas supremas […] en su momento ratificará estos dichos”. Asumía un nuevo cargo como representante de Uruguay en el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (birf) toda vez que Bordaberry le aseguraba que no existía ninguna duda de su comportamiento. En Uruguay no se dijo más, pero en Cuba el diario oficial Granma publicó que los militares le atribuían “maniobras dolosas en la industria frigorífica, contrabando de ganado hacia Brasil y otras actividades irregulares”. Quizás por eso el descargo de Barrios Tassano parecía apuntar a un cuestionamiento relacionado con su moralidad, como confirmaría Bordaberry en posdictadura (desmintiendo la acusación). Se ha dicho también que la razón de su alejamiento fue que sirviera de vehículo para proponer a Francese, influyendo junto con Gari en Bordaberry. Sin embargo, ya antes circulaba el rumor de que las ff. aa. querían su remoción, viéndolo como un representante de la lista 15 que se oponía a las investigaciones militares sobre ilícitos socieconómicos, que según la embajada británica podían ponerlo a él mismo bajo la lupa.132
El contenido de lo arreglado entre el presidente y los militares se conocería indirecta y parcialmente, porque la negociación había quedado “reducida a un núcleo numéricamente reducido de personas, que son las únicas que han tenido acceso a la documentación”, observó El Día. Medero deslizó que no se había firmado un documento.133 A Sanguinetti, Bordaberry le habría dicho que hubo “entendimiento” mas no un convenio134 y a Campodónico, mucho después, que el memorandum fechado el 13 de febrero dado a conocer por las ff. aa. y quizás elaborado por Gregorio Álvarez (oficial que no entraba en sus simpatías) era “falso por afirmaciones y por omisiones”.135
Por lo publicado en el momento el “entendimiento” supondría:
1) Creación de un Consejo Nacional de Seguridad (Conase, luego cambiado a Consejo de Seguridad Nacional o Cosena, para no duplicar el nombre y sigla ya existentes en Argentina). Estaría presidido por el ministro de Defensa e integrado por los ministros del Interior, de Relaciones Exteriores, de Economía y Finanzas y mandos militares, y tendría por misión ejecutar el programa políticos de las ff. aa. contenido en los comunicados 4 y 7. Tranquilizando los ánimos se dijo que no sería un organismo supragubernamental, “sino en la órbita del Ministerio de Defensa y bajo la supervisión directa del Presidente de la República”. Su funcionamiento sería opaco, y en el transcurso de la dictadura perdería peso en beneficio de otras instancias colegiadas castrenses (o de predominio castrense como el Consejo de la Nación).
2) Integración del gabinete ministerial. Los militares dejaban a Bordaberry en libertad de definirlo, aunque expresando “su aspiración a que los Ministros de Defensa e Interior fueran designados con su visto bueno”. Desde el viernes se había aceptado la renuncia de Francese y la noche del lunes la de Ravenna en Interior, para que ocupara la cartera de Defensa que dejaba el primero; simultáneamente se resolvió el ascenso del subsecretario Bolentini a la titularidad de Interior. Bordaberry decidió que los demás ministros permanecieran, lo que apoyaba la sensación de superación de la crisis. Hasta entonces los ministerios, privados de sus titulares y subsecretarios y bajo la sola autoridad de los directores generales, habían estado paralizados. No así la banca oficial, que al igual que la privada había reanudado sus actividades el lunes 12.
3) Nombramiento de los directorios de los entes autónomos y servicios descentralizados. Bordaberry compartía “íntegramente” la demanda militar de que fueran provistos en atención al comportamiento moral y la especialización, y no por cuotas políticas, con lo que activaría el procedimiento de designación a la brevedad. ¿Y que pasaría con los acuerdistas? “Pues nada […] tendrán que tragarse la oblea”, comentó una fuente autorizada.
4) Normas para el ascenso a general. A diferencia de lo que ocurría hasta entonces, podría haber más de dos ascensos de general al año y ninguno por concurso, sino solo por selección. Es decir, por coptación de los mandos superiores que así se aseguraban el control del generalato (cabe recordar que Líber Seregni entre otros, había ascendido a general por concurso). Lo que junto con la creación del Cosena, la supervisión de los nombramientos en Defensa e Interior, la posterior supresión del Parlamento, el decisionismo de la Junta de Oficiales Generales y la creación del Consejo de la Nación en 1976, adjudicaría a la jerarquía castrense un poder cada vez más omnímodo, sin que el desborde institucional les evitara a las ff. aa. seguir sufriendo discrepancias internas.
5) Destitución de algunos funcionarios del servicio exterior. Alcanzaría en principio a los embajadores Augusto Legnani (Naciones Unidas), Glauco