El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito

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El golpe de Estado más largo - Gonzalo Varela Petito

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de reforma económica y política “que empezó a hacer correr la palabra perunismo [sic] en las teletipos de las agencias noticiosas”, para contento de mucha izquierda. Era el momento en que Bordaberry calculaba que tanto ceder o no ceder, en que la clase política tradicional prácticamente lo abandonaba y el Frente Amplio acababa de celebrar una gran concentración a cielo abierto pidiendo su renuncia. Continuaban los rumores de su sustitución por Sapelli. Mas al parecer la proclama reformista ocasionó escozor dentro de las Fuerzas Armadas, por cuanto a la noche siguiente (día 10) fue complementada por otro comunicado —el No. 7— con algunas “precisiones”.94

      Viendo cómo evolucionaba la situación, en la misma tarde del día 9 el comandante en jefe Zorrilla igualmente había concurrido a la Región Militar No. 1, a conversar con el Ejército y la Aviación.95 Bordaberry estaba desmovilizando al único sector militar que lo apoyara, en la misma medida en que se desprendía de Francese y el contralmirante debía proteger a su fuerza. En la sede de la Región lo atendió Gregorio Álvarez, dándole garantías de que a la Armada se le toleraría quedar fuera del movimiento si dejaba de oponerse; como muestra se interrumpió la emisión del comunicado que le exigía sumarse. Desde mediodía los fusileros navales permitían el tránsito a peatones por la acera norte de la calle Sarandí y más tarde a los vehículos; las actividades normales se reanudaban en la ciudad vieja. A las 21:30 los marinos comenzaron a levantar sus resguardos retirándose al puerto. Quedaban autobuses y otros vehículos de barricada obstaculizando el tráfico, por lo que a medianoche se pidió a los propietarios que pasaran a buscarlos a la brevedad.96

      A las 00:23, las constituidas como tres de cuatro fuerzas (incluida la Policía y excluida la Marina) habían firmado el Comunicado No. 5 anunciando el restablecimiento de la calma en todo el territorio. Antes de medianoche se había cerrado la Casa de Gobierno ya sin protección de la Armada y las actividades del Ejecutivo se trasladarían a la residencia de la Avenida Suárez durante los días siguientes. Frente al Palacio Estévez y cerca de las barricadas de la Marina, los mirones de ambos sexos se habían mantenido gran parte del día, pero la noche estival registró escasa presencia en los lugares abiertos o cerrados de esparcimiento. Incluidos los casinos, cuya clientela solía aumentar en temporada con los argentinos aficionados a los juegos de azar restringidos en su país, pero que ahora surcaban en taxi la solitaria Ciudad Vieja para ir al muelle a desertar en el Vapor de la Carrera. La Central Termoeléctrica Batlle y la refinería de la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ancap) en la Teja (rodeada por el Ejército para evitar una eventual ocupación por la Marina) funcionaban con normalidad. La frontera terrestre con Brasil no había sufrido interrupción de tráfico peatonal ni de vehículos.97

      Hacia el mediodía del sábado 10, los tres mediadores se juntaron en Suárez con Bordaberry, Barrios Tassano y el contralmirante Zorrilla. No hubo buenas nuevas al salir de la reunión y Ravenna declaró que la posibilidad de más contacto con los rebeldes “No depende del Gobierno”. A las 14:00 se entrevistó el presidente con Sapelli y más tarde con acuerdistas. A las 15:30 se volvieron a encontrar los mediadores con mandos militares y posteriormente, a las 18:00, llegaron al local llamado coloquialmente Suárez Chico (edificio anexo a la casa presidencial) el comandante en operaciones del Ejército, Chiappe Posse y el comandante en jefe de la Aviación, Pérez Caldas, para una reunión de casi dos horas con el presidente, que se calificó de “constructiva y auspiciosa”.98 Pasadas las 21:00 se marcharon Balparda Blengio y Blanco exultando optimismo, comunicando que su misión había concluido y que posibles próximas negociaciones dependerían de Bordaberry. Los puntos abordados habrían sido la renuncia de Francese a cambio del alejamiento de Pérez Caldas y de algunos mandos a definir del Ejército, nombramiento de un ministro de Defensa compenetrado con “la nueva estructura y […] los objetivos actuales de las Fuerzas Armadas”, la reestructuración del gabinete, la integración de los directorios de los entes autónomos y servicios descentralizados y la represión de los ilícitos socioeconómicos. Los nuevos ministros debían ser de probaba competencia y moralidad y con respecto a los entes públicos, se demandaba participación de las ff. aa. y evitar “la cuotificación política”. Relativo al comunicado militar No. 4 Bordaberry manifestaba “su mejor disposición”, entendiendo que algunos puntos ya estaban incluidos en los planes del gobierno y que los otros se estudiarían con miras a su integración. Como señales de buena voluntad habría descartado una réplica a dicho comunicado y dado orden a la Marina de cesar el bloqueo. Buscaría igualmente dialogar con Ferreira para la conformación del gabinete y lograr apoyo parlamentario.99 Esto último, como hemos dicho, fue desmentido por Ferreira.

      Para el democristiano Ahora —simpatizante del movimiento militar— el hecho de que el presidente no renunciara y se plegara a las exigencias castrenses se debía al consejo “de un asesor muy allegado […] que no ocupa ningún cargo en el equipo de gobierno” —alusión a Juan José Gari— y el objetivo era ganar tiempo, lo que convendría también a los militares, que en esta etapa solo se interesaban por imponer ciertas líneas programáticas: “En ningún momento pretendieron, como la prensa derechista quiere subrayar, la quiebra del orden institucional”.100

      Un vespertino colombiano entrevistó telefónicamente al renunciante César Martínez, quien dijo que se estaba dando un enfrentamiento del que el pueblo no estaba al corriente, “entre el poder militar y el presidente Bordaberry”, por “diferencias de enfoque sobre el manejo de los problemas nacionales”, que venían “desde antes”. No quiso especificar más excusándose por su situación de servicio, pero encontraba indudable que el presidente no contaba con el apoyo de las ff. aa.; aunque “No necesariamente” la salida sería un gobierno militar. Como comandante en jefe del Ejército le había dicho a Bordaberry “que mi intención en el futuro era asesorarlo en algunas formas de acción […] con lealtad y él no se mostró de acuerdo con ello”. ¿Había sido una discusión acalorada? “Según lo que se llame acalorada […] hay problemas en las Fuerzas Armadas y existen problemas nacionales que están interrelacionados”. Se necesitaba “un país donde exista el bienestar, la justicia, el desarrollo”, pero Uruguay vivía “un estancamiento general. Se requiere impulso”. Lo deseable no era derrocar a Bordaberry, porque “la constitución ofrece mecanismos que permiten salir del paso sin [un] golpe”. Este sería “una eventualidad remota”, si bien por el momento no podía descartar que se produjera un choque armado entre sectores de las ff. aa. Al día siguiente el general rectificó en nuevas declaraciones: no creía realmente que pudiera ocurrir un golpe de Estado y a Bordaberry él solo pretendió asesorarlo en asuntos militares.101 Olvidaba que dos semanas atrás había dirigido junto con los otros comandantes en jefe “recomendaciones” al presidente que rebasaban en mucho lo castrense.

      El Día reveló las “verdaderas causas” del conflicto, aparte de la fricción con Vasconcellos: 1) compras sin explicación convincente de moneda argentina, desde mediados de diciembre hasta la primera semana de enero, a precio mayor del normal, que había realizado el Banco Central del Uruguay (bcu) en beneficio de la banca privada, por lo cual los militares habían pedido tomar medidas contra el directorio del ente; 2) el escándalo de la Junta Departamental de Montevideo; y 3) la aspiración hecha pública por las ff. aa. que Bordaberry demoraba en satisfacer, de que se nombraran en la dirección de los organismos autónomos y descentralizados a oficiales por ellas escogidos.

      Con relación al primer punto, el viernes 9 se había decretado feriado bancario y el lunes 12 se resolvió limitar el retiro de depósitos en moneda nacional. Había una fuerte baja del dólar a nivel internacional, pero en el mes de enero movimientos bancarios habían hecho subir artificialmente el dólar financiero en Uruguay. Siete bancos involucrados habían sido señalados a instancias de jerarcas militares, visto que entre el 15 de diciembre y el 5 de enero habían comprado con dólares (lo que implicaba fuga de divisas) pesos argentinos en el mercado negro de la vecina orilla y los daban al bcu —que pagaba una cotización más alta a efectos de contrarrestar el mercado negro uruguayo— como si fueran provenientes del turismo ingresado al país. También había maniobras de casas de cambio con divisas efectivamente captadas de los turistas, y otros ilícitos en operaciones de comercio exterior. El Banco Central respondió que había promovido las investigaciones correspondientes

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